El viejo juez
Narrativa. Ya sea por la pulcritud del atuendo, el brillo de los zapatos o el tono apropiado de la corbata. Ya por los bosques de árboles que rodean la casa de piedra, por ese jardín que se cuida con esmero o por los dibujos de las tazas de té, quien lee El viejo juez se sumerge en la atmósfera inconfundible de una novela muy inglesa. Nada sabía de Jane Gardam (Coatham, Inglaterra, 1928), autora de más de treinta y cinco títulos, y si acudí a ella fue por recomendación. Hice bien, pues me encontré con uno de esos libros que proporcionan un placer que perdura más allá del momento de la lectura. El protagonista de esta historia se llama Filth, un jurista retirado por quien sus colegas sienten un profundo respeto. Filth pertenece a la generación de los "huérfanos del Imperio". Niños nacidos en colonias cuyos padres ingleses (diplomáticos, comerciantes...) les envían a estudiar a Inglaterra, no sólo en beneficio de su educación sino también para preservar la idiosincrasia del Imperio Británico. Y Gardam cuenta esa época con la eficiencia inglesa para decir sobre maneras, modales, sentimientos y detalles. Su trama, distribuida en episodios que no guardan orden cronológico, invoca la infancia, el tiempo joven o el recuerdo de una madurez todavía alejada de la decrépita vejez, hasta componer, no sólo un magnífico retrato de Filth, el anciano juez, sino también los cambios en el largo recorrido de su existencia. La autora maneja con destreza la mixtura de ironía, emoción e ingenio para narrar la añoranza y el desconcierto de un protagonista que no sólo forcejea con la memoria rasgada de su vida sino con la desaparición de una manera de estar en el mundo. Gardam es una autora a la que hay que leer porque su escritura cautiva. Y El viejo juez, como el paisaje inglés, es una novela extrañamente luminosa.
El viejo juez
Jane Gardam
Traducción de Victoria Malet
y Caspar Hodgkinson
Salamandra. Barcelona, 2011
316 páginas. 19 euros
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.