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Crítica:POP | Bomba Estéreo
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Fiebre de martes noche

Al cuarteto colombiano le gusta decir en escena que lo suyo es cumbia psicodélica, pero dicha etiqueta ni termina de ajustarse del todo a su procedencia (en esas lides los peruanos que lindan con la Amazonia llevan impartiendo magisterio desde hace unas cuantas décadas) ni, lo que es más determinante aún, hace en absoluto justicia a la disparidad de aromas que destila su contagiosa propuesta.

Sabedores de que el groove les pertenece, ya que modulan las oleadas de intensidad de sus composiciones a su pleno antojo sin dejar de incitar ni por un segundo al contoneo cadencioso tan propio de sus latitudes, Bomba Estéreo (pocas veces en la escena musical un nombre definió mejor la esencia de un grupo) pusieron a bailar sin reserva alguna a una sala entera al filo de una medianoche de martes.

Bomba Estéreo

Lilly Saumet: voz; Simón Mejía: bajo y programaciones; Julián Salazar: guitarra y programaciones; Kike Egurrola: batería. El Loco Club de

Valencia. Martes 6 de septiembre de 2011.

Todo un logro en una ciudad tan átona entre semana como la nuestra, generalmente desprovista de citas foráneas de cierta enjundia que se salgan de los cánones genéricos que habitualmente nos frecuentan y que todos conocemos al dedillo. Porque no hay remisión alguna ante una batidora rítmica como la suya, inapelable masajeo sensorial que no entiende de minutos de la basura.

Poco más de una hora es más que suficiente para que la bulliciosa Liliana Saumet (con ese look encantadoramente anticool) y los suyos consiguieran dispersar unas cuantas gotas de cumbia electrónica por aquí (Raza), ritmos de champeta renovada por allá (La Boquilla), y hasta una suculenta versión del aquel lejano hito eurobeat -que hizo furor en los estertores de los años ochenta- llamado Pump Up The Jam (del grupo belga Technotronic), antes de enfilar la despedida con esa Fuego que la Mala Rodríguez hubiera firmado con sumo gusto.

Por lo visto y oído, deben comulgar a pies juntillas con aquello de "piensa local, actúa global", porque su forma de conjugar su legado musical autóctono con la asunción de elixires sonoros de alcance universal se antoja de lo más ejemplar. Fuego en el cuerpo. Y, como no podía ser de otra forma, comezón en los pies.

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