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Reportaje:

Adiós amigos, hola accionistas

La conversión del Obradoiro en SAD genera dudas y reproches entre la afición

Hace dos veranos a muchos aficionados al deporte de Santiago, a los apasionados de la canasta de media Galicia, se les pidió un acto de fe: abonarse y con ello dar soporte a un equipo que partía en ACB desde la nada, de una sentencia que hacía justicia dos décadas después y lanzaba al Obradoiro Club de Amigos del Baloncesto desde las catacumbas de la competición zonal al profesionalismo. La gente creyó y muy pocos dejaron de hacerlo incluso cuando el equipo sufrió el previsible revolcón del descenso.

De nuevo en ACB tras ganarlo sobre la cancha, los dirigentes del club que pilotaron con éxito el regreso entre los grandes piden ahora otro voto, un nuevo juramento de fidelidad que genera el resquemor de todo lo que toca el bolsillo. La nueva campaña de abonados del Obradoiro se vincula a la suscripción de un número mínimo de acciones, un esfuerzo preciso para cubrir el capital social que demanda el Consejo Superior de Deportes para convertirse en Sociedad Anónima Deportiva (SAD) y cuya cuantía, que estará en torno a los 2,8 millones de euros, se concretará antes de fin de año. Existirá entonces el deber de cubrirla antes del próximo verano. Solo así, siempre que se lograra la permanencia, se garantizaría la continuidad del club en la Liga.

Un abono con las correspondientes acciones puede llegar a 960 euros
"La gente está muy quemada", advierte una abonada de la tribuna retráctil

Y con la captación del dinero llegan los escozores. El pasado mes de julio, José Ramón García, directivo cuya empresa, Blusens, ha dado apellido al equipo durante las dos últimas campañas, advirtió que cerca de la mitad de ese capital debería de salir del bolsillo de los aficionados. "Los empresarios pondremos el resto... Más lo que ya hemos puesto", apuntó. Por fin hoy, entre dudas y reproches, se abre ese periodo de aportación popular. "La gente está muy quemada", previene Celia Quintáns, abonada de la tribuna retráctil de Sar, la localidad más cara del pabellón. Por un abono podría pagar 360 euros, lo mismo que en la anterior experiencia en la ACB, pero ello supondría adquirir cuatro acciones a un precio de 125 euros cada una. 960 euros del tirón. En ese graderío un abono familiar con sus correspondientes acciones se va hasta los 2.000 euros. Celia tiene la opción de no adquirir acciones y pagar 450 euros por el abono, pero en ese caso no tiene garantía de obtener el asiento deseado. Irredenta obradoirista, integrante de la plataforma Somos 6.000, que trató de impulsar desde el entusiasmo del aficionado raso la fallida ampliación de capital de hace año y medio, Quintáns se lo piensa, pero da por perdida la ubicación desde la que apoyó al equipo los dos últimos años. "O me voy a un fondo con un coste más asumible, o espero a ver si quedan sitios libres en la tribuna cuando acabe compra de acciones", apunta.

Es también el momento de mirar hacia otros lares. En Bilbao presumen de tener el capital más repartido de la ACB, 4.100 accionistas, con más de la mitad de los títulos repartidos entre pymes y particulares y una cuarta parte entre empresas. Una reciente ampliación de capital se ha saldado con un éxito rotundo porque los aficionados perciben que tienen un cierto control sobre el club, por más que luego realmente recaiga en la familia Arrinda. En Santiago no parece probable que germine esa sensación. "Preferimos que nos den cera, pero si no montamos esto como lo estamos haciendo le haríamos un flaco favor a la entidad", se defiende el presidente Raúl López, que lidera un grupo de 11 empresas implicadas en dar continuidad a un proyecto en el que se supone que mantendrán el control. "No veo correcto que tengamos que poner nosotros. Seguro que lo han intentado, pero la clave está en buscar entidades públicas o privadas que cubran ese capital social", apunta Quique Montero, uno de los miembros más activos de la Peña Zona Norte. Él no tiene dudas. "Algunos somos muy friquis y apoyamos al club a cualquier precio, pero eso no significa que se estén haciendo las cosas bien. Tengo miedo de que se produzca el efecto Caneda en el Compostela, cuando por intentar conseguir más dinero a través de los aficionados lo que se hizo fue vaciar San Lázaro", advierte. Pero Raúl López asegura que todo el dinero que se destine ahora a acciones se amortizará en descuentos y ofrece pagos aplazados y sin intereses. "La verdad es que todavía tengo que hacer bien las cuentas", concede Celia Quintáns. Le saldrían si la directiva decide que en las próximas tres campañas los abonados no accionistas deben pagar entre 50 y 6 euros en los dos días del club por temporadas. Y siempre considerando la permanencia del equipo en ACB.

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Por ahora la afición, entusiasta y siempre entregada, no habla de canastas sino de dinero, tanto que los más taimados ya han rebautizado al club como Cobradoiro.

Jugadores del Obradoiro celebran el ascenso el pasado junio.
Jugadores del Obradoiro celebran el ascenso el pasado junio.RODRIGO DÍAZ (DIARIO AS)

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