Márquez, de fiesta en fiesta
El leridano firma una gran remontada al ganar cinco de las últimas seis pruebas de Moto2
Tras saborear el champán y asimilar que, efectivamente, había vuelto a ganar, Marc Márquez (Cervera, Lleida; 18 años) regresó a su taller y preguntó a sus mecánicos si había alguna fiesta por las playas de Misano. Tiene mucho que celebrar últimamente y parece haberle cogido el gusto, como hizo en Indianápolis el domingo pasado, cuando logró de nuevo un triunfo tras el segundo puesto en Brno. Y con el de ayer son cinco en las últimas seis carreras, seis en total, por los cuatro del líder del Mundial de Moto2, Stefan Bradl, todos concentrados en el primer tercio del campeonato. "Esta noche salimos, ¿no?", bromeaba, alcanzada la mayoría de edad, despojadas las vergüenzas del adolescente que era hace pocos meses. Pero... no; no tocaba una celebración desmedida. Le basta con saltar de victoria en victoria y de fiesta en fiesta por los circuitos.
El año pasado ya lo hizo y terminó proclamándose campeón de 125cc. En su estreno en la categoría intermedia vuelve a estar en boca de todos. Y en la cabeza de Bradl. "No le tengo miedo, pero cada vez está más cerca. Tendremos que encontrar algo más en nuestra moto para poder ganarle", reconoció el alemán, consciente del espectacular recorte de puntos del español, que empezó el curso con tres ceros seguidos y ya solo está a 23. Márquez también se puso las pilas en 2010 en la cuarta carrera del año, con su primera victoria, y enganchó seis en total en aquellas nueve pruebas, lo mismo que este año. Entonces siguió dejando boquiabiertos a sus adversarios con cuatro triunfos en los últimos cinco grandes premios porque ya no necesitaba ganar en el de Valencia. Vuelven a quedar cinco carreras para la conclusión y el protegido de Emilio Alzamora parece capaz de cualquier cosa.
Ayer tuvo que reponerse a un susto inicial que le hizo dudar unas cuantas vueltas hasta recobrar la confianza suficiente. Se había colocado en cabeza nada más apagarse los semáforos y la precipitación, con el neumático aún frío, le rebajó los humos. De modo que aguardó en la cuarta plaza hasta encontrarse cómodo y empezar a pelearse no solo con Bradl, sino también con los otros dos pilotos invitados a pujar por el podio del día, Iannone y De Angelis, que fue quien sucumbió finalmente. Decidió que el momento de atacar había llegado a falta de seis vueltas para el final. Pensado y hecho. Adelantó a Bradl, luego a Iannone y se marchó: primero fueron dos décimas de segundo, luego cuatro y seis. Fácil. Fácil para él, un experto en conservar los neumáticos, tan dulce como lleva ese nuevo aparato de 600cc que le han dado que puede tirar y despedirse del resto cuando decide hacerlo.
Además de la frescura que desprende, de su encanto personal y del atrevimiento en la pista en esta nueva categoría, donde está aprendiendo a defenderse con uñas y dientes en el cuerpo a cuerpo, lo que más alucina a su equipo es la facilidad que tiene Márquez para explicar sus sensaciones sobre la moto y sus necesidades para poder rodar más rápidamente. "Es muy profesional. Y tiene una capacidad inmensa para leer las carreras y tomar las decisiones adecuadas en el momento adecuado", añade su jefe de mecánicos, Santi Hernández, que rehusa hablar de título. "Para nosotros, ser segundos en nuestro primer año ya sería un sueño. Aun así, todo lo que se habla al respecto no nos afecta ni a él ni a nosotros", explica.
Con la tranquilidad del que hace genialidades como si tal cosa, Márquez insiste: "Al ser mi primer año, no tengo ninguna presión. El título no se me pasa por la cabeza y, aunque es una realidad que está ahí, seguiremos trabajando carrera a carrera. Quedan cosas por mejorar y cambiar de mentalidad sería absurdo".
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