Chupetones para volverse loco
No sé si a ustedes también les pasa, pero a mí el calor no me pone. Sí, ya sé que nuestro imaginario (bien nutrido por el cine) está suficientemente provisto de torridísimas escenas sexuales que tienen lugar durante las perezosas siestas agosteñas, con centenares de chicharras estridulando como música de fondo, pero a mí el sexo con calor me resulta desagradablemente pegajoso. Cierto día, a los nueve o diez años, y emulando sin saberlo a aquel narrador perpetuamente presente de La celosía (1957), la (todavía interesante) novela de Robbe-Grillet, me quedé perplejo espiando a través de los intersticios de una persiana cómo se lo montaba una pareja de adultos desconocidos a la hora de la siesta. Recuerdo que pensé en lo raro que era todo y en el calor que estarían pasando aquellos dos que tanto gemían. Otra cosa es montárselo con la fresca y, si es posible, con un buen gin-tonic antes y un buen cigarro (¡ay!) después, como le gustaba a Dean Martin. En fin, allá cada uno con sus manías. En todo caso, la editorial Grijalbo, que continúa con su laudable propósito de enriquecer nuestro kama sutra colectivo, publicará (septiembre) dos libros profusamente ilustrados y con "fotografías detalladas", cuyos títulos muestran hasta qué punto la didáctica sexual se va especializando. Ahí van: el primero se llama Sexo oral para volverle loco y, el segundo (¿lo adivinan?), Sexo oral para volverla loca, ambos de la doctora Sonia Borg. La idea implícita en los paratextos publicitarios es que dentro se encontrará todo lo necesario para hacer enloquecer a su pareja a base de succiones, mamadas, chupetones, lengüetazos, libaciones, lamidas, absorciones, etcétera. Todo un mundo de posibilidades que dejan obsoletos a los clásicos y socorridos cunnilingus y felationes de toda la vida. Lo que me resulta más curioso es que la cubierta de sendos manuales está ilustrada con fotografías de partes de la anatomía femenina (unos labios abiertos -me refiero a los del rostro-, unas piernas abiertas). Y otra cosa: ellos se benefician de 52 "técnicas únicas", mientras ellas de sólo 50. Se conoce que a la doctora Borg no se le han ocurrido más formas de amorrarse al pilón. En todo caso, supongo que al viejo Vâtsyâyana, que compuso en sánscrito el Kama Sutra durante el periodo Gupta, nada de todo eso le sonará a nuevo. Por cierto, al día siguiente volví a encaramarme a aquella ventana. Pero sólo les oí roncar.
Me encuentro con que no pocos autores publicarán un par de obras inéditas o, al menos, novedosas, al mismo tiempo
Ciudades
Me paso el año despotricando de mi ciudad, pero cuando me alejo de ella tengo nostalgia del asfalto. Me consuelo leyendo El triunfo de las ciudades, de Edward Glaeser, un interesante (y polémico) libro que Taurus publicará a mediados de septiembre, precisamente cuando nuestras urbes vuelvan a abarrotarse tras el éxodo veraniego. Glaeser, un economista de Harvard que lleva muchos años especializándose en el desarrollo de las aglomeraciones urbanas, reivindica la ciudad como hábitat privilegiado de la sociabilidad y del progreso humano: de ellas depende el crecimiento de las naciones porque atraen el talento, permiten la máxima interacción de las personas, estimulan la empresa y potencian la movilidad social. También producen miseria, claro, pero el autor sostiene que los pobres de las ciudades encuentran en ellas más oportunidades de las que tenían en el campo que dejaron atrás. De hecho, hoy día más de la mitad de la población del planeta vive en ciudades. Y lo que es más importante: cada mes, unos cinco millones (¡cinco millones!) de personas se trasladan desde las zonas rurales a las urbes, atraídas por la promesa de una vida mejor. De Atenas a Silicon Valley, de Londres a Tokio, de Singapur a Vancouver, Glaeser disecciona el urbanismo y los diferentes modos de crecimiento y desarrollo de las aglomeraciones, preconizando decididamente la construcción vertical frente a la expansión suburbana: el secreto de las mejores ciudades reside, precisamente, en su mayor densidad y concentración. Algunas de las tesis del libro me recuerdan a las que sostenía Jane Jacobs (1916-2006) en el que probablemente sea el libro que más ha influido en el urbanismo norteamericano contemporáneo: Muerte y vida de las grandes ciudades (Capitán Swing). Jacobs, una activista bastante más a la izquierda que el autor de El triunfo de las ciudades, arremetió en su momento contra la idea de la planificación "racionalista" defendida por los seguidores de Robert Moses (1888-1981) y que, en aras de la eficiencia, propició la emigración artificial de los ciudadanos desde los centros urbanos tradicionales a suburbios artificiales sin historia en los que desaparece o se hace mucho más problemático el sentimiento de comunidad. Precisamente porque las tesis de Jacobs son tan actuales es por lo que su libro (publicado originalmente en 1961, hace ahora medio siglo) se ha convertido en un clásico.
Arroz
¿Quieres arroz?: ¡toma dos tazas! El viejo y chulesco dicho popular le viene como anillo al dedo a la manía de hacer doblete con la publicación de la obra nueva de autores consagrados. Hasta ahora los editores -secundados por los agentes- se limitaban a sacar la novedad correspondiente acompañada a lo sumo por una reedición en bolsillo de lo más granado de su back-list. El cliché mercadotécnico -que la crisis ha puesto en solfa- viene a decir que el libro nuevo "tira" de los viejos y viceversa. Pero, escrutando las listas de novedades de cara a la rentrée, me encuentro con que no pocos autores publicarán un par de obras inéditas o, al menos, novedosas, al mismo tiempo. En el mismo sello o en sellos diferentes. Así, Alfaguara publicará (septiembre) dos "carlosfuentes": Carolina Grau, una colección de cuentos más o menos fantásticos que ya fueron presentados en la última Feria del Libro de Guadalajara, y el ensayo La gran novela latinoamericana, un recorrido personal por la novela del continente en el que se incluyen un par de capítulos dedicados a la época "pre-ibérica" y a la conquista. Antonio Martínez Sarrión publica en Tusquets (octubre) Farol de Saturno, su nuevo poemario (que ardo en deseos de leer: es uno de los pocos exnovísimos de los que sigo siendo incondicional), y, en Alfaguara (septiembre), Escaramuzas, tercera entrega de su dietario. Con Gonzalo Suárez el doblete será la ocasión para una efímera joint venture entre Alfaguara y Seix Barral, dos sellos literarios dirigidos por mujeres: Pilar Reyes y Elena Ramírez se han puesto de acuerdo para presentar al alimón (en septiembre) Las fuentes del Nilo (Alfaguara), un volumen que recoge una selección muy depurada de la narrativa breve del autor (incluyendo obras maestras como Rocabruno bate a Ditirambo) y la novela inédita El síndrome de Albatros (Seix Barral), una narración construida -como es habitual en Suárez- en torno a la recíproca permeabilidad de las nociones de ficción y realidad. Espero que el ejemplo del doblete no cunda demasiado: con 80.000 títulos al año ya tenemos más que suficiente.
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