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Crónica:ATLETISMO | Mundiales de Daegu
Crónica
Texto informativo con interpretación

A Dayron se le va la mano

El cubano, descalificado tras ganar los 110 metros vallas por agarrar dos veces a Liu Xiang

Carlos Arribas

Todo está en el gesto. Lo hermoso, lo terrible, lo desolador, lo vergonzoso. En el gesto que ilumina, súbito, el estadio por su belleza atlética, en el gesto cuya fealdad oscurece. Es la competición, el atletismo. Son unos Mundiales extraños, los de Daegu, cuyas dos finales más esperadas se han resuelto mediante la aplicación de sendos artículos del reglamento de la IAAF (federación internacional). El domingo fue Usain Bolt el descalificado por una salida nula. Ayer fue el cubano Dayron Robles, el plusmarquista de los 110 metros vallas, que deseaba como el comer una corona de campeón mundial que nunca ha alcanzado.

Todo fue un gesto. El gesto de disculpa forzada de Robles, quien, tras cruzar primero la línea de llegada en la madre de todas las finales de los 110 metros vallas, en vez de celebrarlo jubiloso, se lanzó a abrazar como un niño avergonzado a Liu Xiang. Este, rígido, frío, se negó a abrazarle a su vez, a devolverle el gesto. Tenían los dos sus razones para comportarse así y así lo entendieron el juez de la carrera y el jurado de apelación, que descalificaron al cubano.

La victoria no fue, sin embargo, para el chino, a quien, cuando le iba a remontar irremisiblemente, nada más pasar la novena de las 10 vallas, Robles agarró descaradamente por el brazo, desequilibrándole. Xiang se rehizo como pudo, pero derribó la última, después de lo cual recibió por si acaso un nuevo golpe en el brazo por parte del cubano, que corría pegado a él, por la calle 5, a su izquierda. En cinco pasos, Xiang, que no llegó a caerse, perdió 13 centésimas de segundo, un mundo para uno como él, felino, letal, en los últimos metros. Y en ese espacio, en esos 10 metros, le adelantaron dos: Robles, que salió lanzado adelante impulsado sobre el brazo de Xiang, y el sorprendente estadounidense Jason Richardson, que terminó segundo de entrada y campeón tras la descalificación de Robles con 13,16s.

El que en teoría debería haber sido el tercero en discordia en una final en la que por primera vez se enfrentaban los tres más rápidos de la historia, el armario norteamericano David Oliver -qué pectorales, qué deltoides, montañas triangulares, cómo corre, arrasando todo lo que encuentra, sin importarle derribar todas las vallas-, el vallista más rápido de los últimos años, quedó enseguida, tras derribar la segunda, fuera de la carrera.

Si tenía razones para estar avergonzado de su acción Robles, también las tenía Xiang, finalmente segundo, para estar enfadado. Y también los aficionados, amantes siempre de las historias de regresos milagrosos con final feliz a lo Hollywood. Con esas dos "obstrucciones" -según la terminología del artículo 163.2, el aplicado-, Robles frenaba en seco la resurrección de Xiang, el atleta al que unos años antes, en 2008, ya le había desposeído del récord. Campeón del mundo en Osaka 2007, Xiang, el que debería haber sido el héroe de Pekín 2008, se rompió el tendón de Aquiles unas semanas antes de los Juegos Olímpicos. Pese a ello, doblado por el dolor, intentó competir, pero, en lo que se consideró una tragedia nacional, debió renunciar en los tacos de salida de la primera serie. Después de operarse en Estados Unidos a finales de 2008, tres años después, 36 meses de duro trabajo más tarde, volvió a recuperar su nivel. La victoria en Daegu, tan cerca de su Shanghái -centenares de aficionados chinos le aclamaron como a un dios-, debería ser el primer paso de un regreso espectacular que ahora solo podrá darse por completado en Londres 2012.

"Estoy seguro de que, si no me desequilibra Robles, habría ganado", dijo Xiang, quien, pese a todo, se negó a acusar al cubano de juego sucio: "Somos amigos. Me llevo bien con él. Seguro que los dos golpes que me dio no fueron intencionados". Sus palabras reflejan también la ley de las vallas altas, cuyos especialistas, cada vez más grandes, acabarán por no caber en las calles: todos consideran inevitables los roces.

La victoria de Richardson ni fue tan sorprendente después de ver la seguridad con la que se movió en las semifinales, la relajación que mostró, ni tan inmerecida como podría parecer. De 25 años, es un fenómeno desde cadete: ha sido el único en la historia de los Mundiales juveniles que ha ganado el mismo año los 110 y los 400 metros vallas. Su morfología, largo como un cuatrocentista, de músculos flexibles, como los que se necesitan en las vallas cortas, se lo permitía. Después se decantó por las altas. Con su victoria dio la primera alegría de la noche a su entrenador en Los Ángeles, el histórico John Smith. La primera se la había dado en los 100 metros su otra pupila, Carmelita Jeter, la segunda mujer más rápida de la historia (10,64s en 2009), a tres centésimas de la inalcanzable Florence Griffith), quien, tras dos bronces mundiales logró por fin el título que su marca merecía. Hizo 10,90s y rompió el bloqueo jamaicano encabezado por Veronica Campbell-Brown, que salió fatal, pero que en los últimos 30 metros pasó de la séptima plaza a la segunda (10,97s).

Dayron Robles (a la derecha) agarra a Liu Xiang durante la final de los 110 metros vallas.
Dayron Robles (a la derecha) agarra a Liu Xiang durante la final de los 110 metros vallas.MARTIN MEISSNER (AP)

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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