Ciudades de tercera
Pontevedra, Ferrol y Ourense coinciden en el cuarto escalón del fútbol nacional
"Algo hemos hecho mal", advierte Isidro Silveira, presidente del Racing de Ferrol. Su equipo inició ayer su segunda temporada consecutiva en Tercera División, categoría en la que no habitaba desde 1992, escalón en el que el Ourense afronta su cuarta campaña tras un traumático descenso que rompió con 23 años seguidos en Segunda o Segunda B. De ahí no se había apeado el Pontevedra hasta que la pasada primavera también cayó al nivel que tenía en 1984. Ayer el histórico "Hai que roelo" perdió por 1-0 en el angosto campo oleirense de O Condús ante el modestísimo Dorneda. "Tenemos que armar un equipo nuevo, tratar de hacer mejores partidos y propiciar que los aficionados superen la desilusión que les dejó el descenso", reflexiona Milo Abelleira, entrenador del Pontevedra, ante un desastre que al menos revitaliza una categoría alumbrada por la heráldica de tan lustrosos contendientes: la Tercera gallega llega a las ciudades; los grandes van a los pueblos.
Patxi Salinas: "En Ourense tenemos una infraestructura que es de Segunda"
En Pontevedra pasaron de dedicar 1,2 millones a sueldos a 280.000
"El problema es que no hay cantera", dispara Silveira, que desde hace años sostiene que los chicos de los pueblos tienen más interés en llegar a ser futbolistas que los de ciudad. "Antes íbamos a entrenar porque nos apetecía y nos gustaba, ahora vas a un entrenamiento de las categorías inferiores y la grada está llena de padres y madres que llevan a sus hijos", sostiene. "Mucha gente ha entrado en el mundo del fútbol y lo desconoce, lo peor es que además tampoco se dejan asesorar", diagnostica Patxi Salinas, que tras dos experiencias en Rápido de Bouzas y Porriño, y un tiempo lejos de la pelota, aceptó la oferta del Ourense para tratar de sacarlo del pozo. "Son experiencias que no tienen nada que ver con la que vivo ahora. En Ourense tenemos una infraestructura que es de Segunda A y una ciudad de más de cien mil habitantes detrás", matiza. Pero a O Couto apenas van un millar y la dispersión de horarios televisivos en Primera no ayuda a animar a la gente para que acuda al campo.
En Ferrol valoran la posibilidad de jugar los domingos por la mañana, opción desechada hace dos temporadas cuando estaban en Segunda B. "Al menos no coincidiríamos con Madrid o Barcelona", apuntan. Ayer no pasó del empate sin goles ante el Villalonga en A Malata con un erial en las gradas. Tampoco el equipo, eliminado a las primeras de cambio en la pasada promoción de ascenso, generó ilusión en una pretemporada inquietante en la que llegaron derrotas como un 4-0 ante el Montañeros, de Segunda B, en lo que Silveira identifica como el peor partido de su equipo en 18 años. "Pero vamos a hacer 2.000 abonados", pregona el presidente, quien reconoce que muchos de esos socios son feligreses que retiran el carné por una mezcla de tradición y afecto. "Tenemos bastantes casos de mujeres que lo hacen porque, aunque no vengan ahora a los partidos sí recuerdan que de niñas venían con sus padres o abuelos", apunta antes de concluir: "El sentimiento racinguista no muere ni en Tercera".
Pero no basta con apelar al corazón, sino que es preciso tomar buenas decisiones y dimensionar los proyectos.
En Pontevedra parece que quedan atrás delirios y han pasado de destinar la anterior campaña 1,2 millones de euros para sueldos y fichas de futbolistas a dedicar a ese apartado 280.000. Y han reclutado a Milo Abelleira para dirigir la parcela técnica. Pocos conocen como él lo que se mueve en el fútbol gallego de Segunda B hacia abajo. Abelleira pulió durante las dos últimas campañas una magnífica generación de futbolistas en el filial del Celta, pero en primavera se encontró con el desinterés del club porque continuara. El 1 de junio comenzó a trabajar en Pasarón, donde no sólo entrena al primer equipo sino que coordina toda la estructura deportiva. "Primero decidí qué jugadores del segundo equipo pasaban a trabajar con el primero, luego hubo que armar las plantillas del filial y de juveniles, controlar toda la base y al final buscar jugadores para el primer equipo, donde sólo sigue Douglas respecto al año pasado", explica. Luego se puso el chándal para recibir, entre otros a Patxi. "Fuimos a Pasarón a jugar un partido de Copa Federación y ves ese estadio magnífico, de Primera, y piensas que no puede ser", se lamenta Salinas, al que también duele la soledad de O Couto. "Con que vinieran 3.000 el colorido ya sería importante". Pero se le ve ilusionado. Tiene futbolistas de clase como Noguerol, el exmadridista Quintairos o Mouriño, líder del Coruxo del ascenso antes de pasar un año en blanco en el Montañeros. Y tiene hambre de superviviente el menor de los Salinas. "Para mí el Ourense es una apuesta para retomar el tren del fútbol, un buen trampolín para llegar a lo más alto, un club con posibilidades en el que ha entrado gente que sabe de esto". Ayer ganó, no sin problemas en campo del recién ascendido Betanzos (0-1).
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