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Reportaje:

El 15-M de Aristófanes

'La asamblea de mujeres' se estrena en Madrid con guiños a los indignados

"Lo único en el mundo peor que una mujer es otra". Aristófanes, el autor de esta frase, fue precisamente un dramaturgo que basó la mayoría de sus obras en las mujeres. En Lisístrata, del año 411 antes de Cristo, ellas hacen una huelga de sexo para lograr el fin de la guerra del Peloponeso. Y en La asamblea de mujeres, del 392 antes de Cristo, las sitúa al mando del Gobierno como punto de arranque de una sátira sobre la propiedad comunal.

Casi 2.500 años después, La asamblea de mujeres llega a los carteles madrileños. Dirigida por Laila Ripoll y sobre la versión de José Ramón Fernández, la obra desembarca en la capital tras su reciente estreno en el 57º Festival de Teatro de Mérida, donde cosechó un gran éxito de crítica y público.

"Los chistes de hace 2.500 años siguen funcionando", dice la directora

En esta versión, según José Ramón Fernández, "todo lo que está en la obra es de la obra", es decir, que "no lleva ningún tipo de ornamentación", pese a que está ambientada en los años veinte: "Queríamos aprovechar el juego artístico, plástico y musical de esa época". Una época, añade la directora, que "era muy interesante porque parecía que iba a haber un cambio en la humanidad: las mujeres se cortaban el pelo, jugaban al tenis o iban a la universidad cuando, de repente, llegó la II Guerra Mundial".

En el texto, un grupo de mujeres acude a una asamblea con el propósito de convencer a los electores (todos varones) de que sea el sexo femenino el que lleve las riendas del Gobierno. Lideradas por Praxágora y ocultando su identidad con atuendos masculinos, su propuesta persigue la socialización de los bienes, incluyendo a hombres, mujeres, niños y hasta el sexo: "El sexo libre no es algo añadido. Heródoto ya hablaba de él", apunta Fernández.

Alcanzan su objetivo, pero el ejercicio de tanta libertad acaba engendrando problemas. Se enreda por ejemplo, con el comportamiento de personajes que quieren aprovecharse de la situación sin aportar nada, como Cremes, que -en palabras del actor que lo interpreta, Secun de la Rosa- es "como el colega que cuando va a una fiesta te ofrece ayuda con las cervezas para que parezca que llevas algo". O Clinátera, una mujer madura y con afición a la bebida que ha encontrado la solución a las rivalidades femeninas: "Para obtener a una mujer joven y guapa antes debes pasar por una más estropeada".

"Lo que pretendía Aristófanes era hacer reír. Y los chistes de hace 2.500 años siguen funcionando. Además, fue el primero en inventar la Ley de Paridad", bromea Ripoll. "La comicidad es conseguir mediante la risa que la gente se mire al espejo", subraya Fernández. "Aristófanes es un gran satírico que tiene poca fe en el ser humano".

La trama se presta a que haya un guiño al Movimiento 15-M que se visualiza cuando, al votar, los actores recurren al característico balanceo de manos de los indignados. El coro propio de toda tragedia griega se complementa con una orquesta, y la música se nutre de los cabarés de los años veinte y el cine mudo, al que homenajean con una escena de tartazos.

Actuar en la Gran Vía tras la experiencia en el Mérida supone para los creadores "perder un poco de magia", pero también "ganar en cercanía: se pueden ver las caras y se establece una relación diferente". La obra se estrena en plena vorágine de la visita del Papa. Un evento que, según el responsable de la adaptación, les viene "muy bien", porque tienen comprobado que, "cuando pasa algo así o hay finales de fútbol, los que rehúyen de todo eso llenan los cines y los teatros".

'La asamblea de mujeres', de Aris-tófanes. Teatro Compac Gran Vía. Hasta el 11 de septiembre. Entradas, a partir de 20 euros.

Una escena de <i>La asamblea de mujeres</i> dirigida por Laila Ripoll, en el Teatro Romano de Mérida.
Una escena de La asamblea de mujeres dirigida por Laila Ripoll, en el Teatro Romano de Mérida.

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