Manuel Martínez Molinero, teórico de la tauromaquia
Maestro de grandes diestros, fundó la escuela taurina de Madrid
No le hizo falta derrochar valor frente a la cara del toro para ganarse el respecto y la admiración del mundo taurino. Manuel Martínez Molinero (Zamora, 1925), fallecido el lunes en Madrid a los 86 años, fue un maestro de los que no se ponen delante.La afición estuvo por encima de su título de Derecho. En 1964 fundó la primera Escuela Taurina, la de su tierra, en Zamora. Algo que en estos tiempos es norma pero que entonces fue una revolución. Era la manera de reglar y ordenar el aprendizaje de los toreros. Hasta aquel momento lo habitual era forjarse, como se podía, en las capeas de los pueblos, con volteretas, cornadas y una técnica que tenía más de defensa que de expresión artística.
Más adelante, en 1976, junto a Enrique Martín Arranz, dio forma a un proyecto aún más ambicioso: la Escuela de tauromaquia Marcial Lalanda de Madrid. Este centro de la Casa de Campo, en la Venta del Batán, se ha convertido en la más fecunda sede de enseñanza. De ahí han salido numerosos hombres de plata que se ganan la vida con el oficio adquirido en esta institución pública.Molinero, como le conocía todo el mundo, era el encargado de hacerles vivir, parecer y pensar como toreros. De saber andar como tales, de hacer el paseíllo, conocer el reglamento, saber qué orden y lugar se debe ocupar según el tercio y el rango. Les enseñaba, sobre todo, a portarse con educación y respeto. Teorizó sobre la metodología del toreo en su obra Cómo debe hacerse un torero, publicado en 1967. Y asesoró a EL PAÍS para la serie de láminas taurinas publicadas en 1995.
En la película Tú solo (1984), de Teo Escamilla, dedicada a la escuela de Madrid, Molinero explica a una generación histórica de toreros la dureza de la profesión, la importancia de la colocación y la relevancia del traje de luces. Sale también el lema que aún corona una de las aulas del centro: "llegar a ser figura del toreo es casi un milagro. Al que lo logra podrá quitarle el toro la vida; pero la gloria jamás". La primera víctima de las astas del toro salido de ese centro fue José Cubero Yiyo. De la escuela han salido también Joselito, El Fundi, la revolucionaria torero Cristina Sánchez, Miguel Abellán, El Juli, Luis Bolívar y Matías Tejela.
Siempre estuvo presto, amable y cercano, casi paternal, con los más jóvenes, los que con 14 años quieren ponerse delante de una becerra o asistir a conferencias o seminarios sobre la enseñanza del toreo.
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