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Junqueras opta por el silencio para tapar luchas internas

Por la boca muere el pez. Este ha sido uno de los problemas de los últimos años de Esquerra, admitido por sus dirigentes. Las declaraciones y las luchas verbales entre las diferentes facciones del partido le han llevado a la escisión de formaciones como Reagrupament o Solidaritat, aparte de ganarse la fama de partido con grandes desavenencias internas. El futuro presidente de ERC, Oriol Junqueras, quiere poner fin a este sambenito, adoptando una actitud totalmente contraria: no habla de asuntos internos por más que se le pregunte y sistemáticamente rechaza responder las preguntas de los periodistas que no le gustan.

Junqueras hizo ayer una demostración de este estilo en su paseo por las fiestas de Gràcia. Iba acompañado de Alfred Bosch, su apuesta personal para encabezar la lista al Congreso. No tuvieron inconveniente en dejarse fotografiar y posar sonrientes ante las cámaras. Otra cosa fue responder a las preguntas de los periodistas, especialmente las referidas al conflicto abierto por la disputa entre Bosch y Joan Ridao para ir al Congreso. Todo fueron silencios y evasivas. Y la única receta a todos los problemas, la independencia de Cataluña. Por ahora el discurso social brilla por su ausencia.

Bosch optó por la misma actitud esquiva. "Todo va bien", se limitó a decir al ser preguntado por la recogida de avales que necesita para ser candidato. Bosch reconoció que Junqueras le pidió personalmente que se presentara como cabeza de lista para asumir un papel concreto. "A mí se me pide, no como líder, sino como servidor. Yo estoy para servir". Por ahora, su discurso también deja a un lado las políticas sociales.

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