El temor a la recesión provoca un 'lunes negro' pese al discurso patriótico de Obama
La Bolsa de Nueva York cae un 5,5% tras la rebaja de la nota crediticia de EE UU - Crece la presión para que la Reserva Federal amplíe la liquidez - La compra de bonos del BCE no frena el desplome
El miedo atenaza a los mercados. El frenazo económico que ha llegado entrado 2011 amenaza con convertirse en una nueva recesión mundial cuando apenas se ha comenzado a dejar atrás la vivida en 2008 y 2009. Para evitarlo ayer el Banco Central Europeo compró ayer bonos españoles e italianos. Es decir, atacó directamente a uno de los flancos que empujan a la recaída: la crisis de deuda soberana. Contó con la ayuda del G-7 y el G-20: sus miembros afirmaron estar dispuestos a hacer lo necesario para garantizar la estabilidad financiera. No evitaron lo que iba camino de ser un lunes negro. Así que salió a la palestra Barack Obama. El presidente de Estados Unidos lanzó un mensaje patriótico para evitar el desplome. "Siempre seremos triple A", clamó. En balde: el Dow Jones cayó un 5,55%, la mayor caída desde noviembre de 2008.
Moody's no sigue los pasos de Standard & Poor's y mantiene la triple A
El barril de petróleo cae hasta los 102 dólares como síntoma del frenazo
La avalancha fue de menos a más. Conforme avanzaba el día, el rojo avanzaba de este a oeste. La apertura de Nueva York precipitó las pérdidas aún más. El japonés Nikkei bajó un 2,18%; el Ibex español, un 2,44%; el Dax alemán, un 5,02%. Hay mucho miedo a que el frenazo de la recuperación se acentúe, como ayer constató la OCDE, y acabe en otra recesión. El gurú más pesimista de esta crisis, Nouriel Roubini, lo veía ayer inevitable. Más leña para una hoguera que atizó el viernes Standard & Poor' s al rebajar la nota de la deuda de Estados Unidos.
La decisión del BCE de "aplicar activamente" el programa de compra de deuda para España e Italia relajó la presión sobre la prima de riesgo (la diferencia sobre los intereses que paga Alemania por endeudarse a 10 años). La española acabó el día en 289 puntos básicos; la italiana, en 302. Los títulos de ambos países habían superado con holgura los 400 puntos básicos el viernes pasado.
Para lograr esta rebaja, el BCE compró deuda de España e Italia masivamente. Como prueba, Javier Ferrer, director de deuda pública de Ahorro Corporación, explicaba que el viernes en los mercados se negociaron 842 millones en bonos españoles, mientras que ayer se movieron unos 5.000 millones. "La Bolsa lleva un ritmo distinto. El mercado de deuda europea ahora está intervenido. Para España e Italia, el precio lo pone el BCE. La renta variable, por su parte, pone su atención en la rebaja de la calificación de Estados Unidos y en el freno de la recuperación", analizó Ferrer.
Desde luego, la intervención del BCE lo que hizo fue desplazar el foco de la tensión al corazón del capitalismo, aunque lo que sucede en Wall Street resuena en los mercados de todo el mundo. En Estados Unidos, el temor a la recaída se ahonda cada día. Y S&P, protagonista indiscutible de la sesión, echó más madera a la hoguera de nervios que hay encendida en los parqués. "La rebaja es una opinión con la que se puede estar de acuerdo o no, pero para la que hay bases que la justifican", dijo David Beers, su presidente. Y repitió que si Washington no corrige la trayectoria al alza de la deuda, se llevará otro recorte. Acompañó sus palabras con hechos: S&P degradó la calificación de las hipotecarias públicas Fannie Mae y Freddy Mac.
Para hacerse una idea del estrés bajo el que están los inversores, basta con ver uno de los mejores indicadores del miedo que hay en el mercado, la volatilidad. El índice que la mide superó ayer los 40 puntos, muy cerca del nivel que marcó (44) después de la caída de las Torres Gemelas.
El presidente de EE UU, Barack Obama, trató de aportar calma en una comparecencia no prevista. Saltó a la arena a media sesión, cuando Wall Street se dejaba el 3%. "Los mercados suben y bajan, pero esto es Estados Unidos, y no importa lo que ocurra, siempre seremos un país AAA", clamó Obama con un tinte patriótico. Sus palabras no calaron. Las pérdidas en Wall Street se acentuaron. Y si el Dow Jones perdió un 5,55%, el S&P 500 se dejó un 6,66%% y el Nasdaq, un 6,90%.
También habló ayer la presidenta de Brasil. Dilma Rouseff. "No estoy de acuerdo con esa calificación precipitada".
La huida en estampida de los inversores en Bolsa provocó otro máximo del oro. La onza cotizó ayer por encima de los 1.700 dólares. Y, según JP Morgan, su techo todavía está muy lejos, en los 2.500 a finales de año. Todo un síntoma de la incertidumbre y la desaceleración. Algo que también se observa al ver los precios del petróleo. El barril brent, referencia del mercado europeo, se pagó a 102 dolares y el Texas, a 81, seis menos que el viernes.
En medio del caos, la atención se centra ahora en ver si otras agencias seguirán los pasos de S&P. De momento, Moody's reiteró su posición de mantener la triple A y presentó argumentos en su defensa. Aunque afirmó que la perspectiva es negativa. Si diera el paso, con total probabilidad, se encontraría con las críticas de voces muy respetadas en los parqués. S&P fue ayer objeto de los ataques de los inversores Warren Buffet, Jim Rodgers (el fundador del fondo Quantum junto a George Soros) y de Wilbur Ross.
Buscando un catalizador para contener la sangría, la atención se dirige hoy hacia la Reserva Federal (Fed). El banco central se reúne hoy con una retahíla de datos muy débiles: el consumo, de la vivienda y del empleo, pruebas de que la economía se ha frenado. En el comunicado se verá hasta dónde llega su preocupación y si eso le llevará a reactivará la máquina de hacer dinero, que puso en suspenso a final de junio.
En esa dirección apuntaban ayer los mercados de bonos. En contra de lo dicta la lógica tras una rebaja de la nota, la rentabilidad de los bonos estadounidenses cayó. Las últimas intervenciones del presidente de la Fed, Ben Bernanke, hacen pensar que está dispuesto a una tercera ronda de estímulos monetarios, dicho de otro modo a crear dinero para estimular la economía. Pero para ello necesita que la inflación se calme y que haya pruebas de que el estancamiento económico es permanente y amenaza recesión.
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