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Entrevista:RICKY RUBIO | Base de la selección española y de Minnesota Timberwolves | BALONCESTO

"Sigo llevando un niño dentro"

Juan Morenilla

Nunca hay tiempo muerto para Ricky Rubio (El Masnou, Barcelona; 1990). Su vida ha sido fulgurante desde que debutó en la ACB con 14 años. Siete después, lo ha ganado casi todo. Ahora prepara con España el Europeo de Lituania (del 31 de agosto al 18 de septiembre). Luego cambiará el Barça por los Minnesota Timberwolves y la NBA. Siempre viviendo deprisa.

Pregunta. ¿Desde cuándo le llaman Ricky?

Respuesta. En mi DNI pone Ricard. Pero siempre he sido Ricky. Desde pequeñito. En mi clase había muchos que se llamaban Ricard. Y me empecé a llamar Ricky porque me gustaba más. Cuando mi madre o mi abuela se enfadan, me gritan: "¡Ricard!". Si me llaman por mi nombre de pila, es que he hecho algo malo, como no ordenar la habitación. A pesar de ser un profesional, la madre sigue siendo la madre. La abuela te mima y la madre te pone firme.

"La temporada pasada perdí un poco la confianza en mí mismo"
"Este país te lleva muy rápido arriba y te baja muy rápido. Hay que dejar un margen"
"He vivido deprisa, aunque me he acostumbrado. He madurado antes"
"Con 14 años, mis amigos se iban al cine. Yo ya era un profesional"
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P. ¿Vive solo?

R. He estado a caballo entre los padres y solo. He tenido un piso en Barcelona. Vivo a 20 minutos, en El Masnou, pero por las mañanas, con el tráfico, es una hora y llegaba tarde a entrenarme. También tengo una casa para mí solo en el pueblo. Los días que tenía libre por la mañana me iba al pueblo a descansar. Ahora con el móvil te controlan en cualquier momento.

P. ¿Qué es lo primero que recuerda del baloncesto?

R. Cuando tenía meses, mi madre me llevaba a ver entrenar a mi padre, que dirigía un equipo en Mataró. Yo iba en el cochecito. Con cuatro años empecé a jugar en El Masnou. Primero me dejaban un balón en la grada. Luego me dejaron entrenarme con chicos dos años mayores. La premisa era que si no lloraba, aunque me dieran un golpe, me quedaba. Para jugar no podía llorar. El entrenador era Margall.

P. ¿Tanto le impactó Michael Jordan?

R. Las primeras imágenes que recuerdo de baloncesto son de la NBA y de Jordan. Las finales del 96 y el 97, los seis anillos... Cualquier niño de mi generación ha tenido como referencia a Jordan porque ha sido el mejor. Cuando era pequeño, me preguntaron la profesión que quería. Yo veía la NBA, veía que todos eran negros, que el mejor era Michael, y dije: "Yo de mayor quiero ser negro".

P. Cualquiera a su edad estaría empezando en el deporte, los estudios o el trabajo. ¿Va todo muy rápido?

R. He vivido deprisa, sí, pero me he acostumbrado. Desde los 14 años estoy con gente mayor y he tenido que madurar antes de la cuenta. Me he perdido algunas cosas, pero también las que viví eran un sueño.

P. ¿Tiene tiempo de parar y pensar sobre cómo va su vida?

R. En una carrera en que puedes ganar un título como la Euroliga, pero luego debes luchar por la Liga y después concentrarte con la selección, no te puedes parar a pensar. No da tiempo y tampoco es bueno. Cuando me retire, ya será bueno que me halaguen.

P. ¿Qué se ha perdido?

R. Con 14 años, mis amigos salían de clase y se iban a la plaza o al cine. No se preocupaban por el horario. Yo iba a entrenarme. Ya era un profesional. Tenía obligaciones. Aunque me encontrara mal, había que hacer el esfuerzo.

P. Con 14 años jugando en la ACB. ¿Es ahora consciente?

R. En ese momento no le di importancia. Pero, si ahora viera a un niño de 14 o 15 años debutando, me sorprendería.

P. ¿Se espera demasiado de usted?

R. Se espera mucho de mí, sí. Yo me marco mis objetivos. Y la gente se marca otros para mí. No hay que confundir unos con otros. Está bien que esperen de mí que puedo hacer más cosas de las que hago porque eso me da confianza, pero siendo consciente de que tengo mis propias metas.

P. ¿Cómo se ve?

R. Ya empiezo a ser un poco veterano. Pero sigo teniendo la ilusión de un joven que empieza porque aún me queda mucho por recorrer. La ilusión ha de acompañarte durante toda tu carrera. Aunque he estado casi siempre con gente mayor que yo, me he sentido como un niño. Cuando debuté, sabía que seguía siendo el niño porque, aparte de lo profesional, está tu vida privada y entonces quieres estar con gente de tu edad y divertirte. Yo sigo llevando un niño dentro. Creo que todos lo llevamos, unos más y otros menos. Todos quieren divertirse.

P. ¿Y en la selección?

R. Ni desde el primer momento, cuando llegué con 17 años, me he sentido un niño pequeño. He estado siempre muy cómodo. Te tratan como a uno más, seas quien seas. Te ganas la confianza, puedes reírte, contar problemas...

P. ¿Cómo explica que este equipo sea como una familia?

R. Se tiene que vivir. Serge Ibaka, que es el último que ha llegado y que no es el español que ha vivido las categorías inferiores, ha visto lo que es la selección. En la cena del primer día estaba calladito porque en la NBA es diferente y cada uno va por su cuenta. Veía que aquí cada uno hablaba y reía, sacaba un tema y anécdotas que contar. Y él se metió. Es un sentimiento que involucra a todos. Cada uno tiene un sitio donde estar. Si eres más o menos hablador, da igual. Siempre hay algo que contar o que escuchar.

P. ¿Le afecta la presión?

R. Claro que hay presión, pero hay que evitarla. La utilizo para motivarme aún más. Y una vez salto a la cancha no pienso en las cosas que puedo hacer bien o mal, sino en darlo todo para que el equipo gane.

P. La última temporada no ha brillado como se esperaba. Perdió la titularidad en el Barcelona. Jugó mal. ¿Qué pasó, cómo lo vivió?

R. Perdí un poco la confianza en mí mismo. Eso es duro. Tenía que recuperarla y mis compañeros me ayudaron. Igual la temporada no ha sido lo que esperaba a nivel individual, pero debo estar contento. Parece que no haya ganado nada, pero hemos ganado la ACB, la Copa del Rey y la Supercopa. Personalmente, perdí la confianza un poco, pero reaccioné y en algunos momentos demostré quien soy y quien puedo llegar a ser.

P. ¿Se ha sentido injustamente tratado?

R. No. Si las cosas las haces mal, hablan mal de ti. Si juegas bien, hablan bien. Es normal. Puede ser que este sea un país que te lleva muy rápido arriba y te baja muy rápido. El deportista es persona. Todos tenemos nuestras épocas malas. Hay que saber diferenciar si un jugador está dándolo todo, si se está esforzando aunque no le salgan las cosas, y entonces darle un margen.

P. ¿No le dan ganas de gritar: ¡Que solo tengo 20 años!?

R. No... Nunca me he fijado en la edad y nunca voy a decir nada al respecto. Que me juzguen como jugador profesional. Yo nunca voy a contestar que solo tengo 20 años. Eso no es una respuesta. Estoy jugando con gente de 27 y 28 porque me lo he ganado.

P. ¿Irse ahora a la NBA es una liberación?

R. Una liberación, no. En Europa lo he ganado todo. Es el momento de irme.

P. ¿Le falta tiro?

R. Lo tengo que mejorar. En algunos aspectos soy más débil que en otros.

P. ¿Con quién se irá a Minnesota?

R. Depende del cierre patronal. Si la temporada empezase normal, se vendría mi hermana, que estudia cuarto de ESO. Si no, ella empezaría el colegio aquí.

P. ¿Cómo desconecta?

R. Juego al voley-playa. Y miro baloncesto. Me he pasado el verano viendo el Europeo sub 20.

Ricky Rubio posa ante el espejo el pasado jueves en una sala del pabellón Triángulo de Oro, en Madrid.
Ricky Rubio posa ante el espejo el pasado jueves en una sala del pabellón Triángulo de Oro, en Madrid.SAMUEL SÁNCHEZ

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Sobre la firma

Juan Morenilla
Es redactor en la sección de Deportes. Estudió Comunicación Audiovisual. Trabajó en la delegación de EL PAÍS en Valencia entre 2000 y 2007. Desde entonces, en Madrid. Además de Deportes, también ha trabajado en la edición de América de EL PAÍS.

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