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Crónica:NATACIÓN | Mundiales de Shanghái
Crónica
Texto informativo con interpretación

Monstruos del agua

Espoleado por un gran Michael Phelps en los 200m estilos, Ryan Lochte se convierte en el primer nadador en batir un récord mundial sin la ayuda del bañador impermeable

Diego Torres

"Ryan siempre canta y baila", recordó Michael Phelps, con una sonrisa tierna. "Así es cómo se concentra para las carreras cuando estamos juntos en la sala de espera. Lo pasamos muy bien juntos".

Los dos amigos estadounidenses no estaban compitiendo uno contra el otro. Si se lanzaron al agua a nadar la final de los 200 metros estilos como lo hicieron fue por una tentativa de rebelión desesperada contra los peligros que se intuyen en el mundo exterior, los naturales y los artificiales. El resultado fue esperanzador. Por un lado, implica que algunas conjuras sirven para frenar el paso del tiempo, aunque solo sea por 10 centésimas de segundo. Por otro, que podemos prescindir de la tecnología y ser igual de felices.

Ambos nadaron emparejados hasta el último centímetro de una final colosal
"Siempre quise hacer algo que nunca antes se hubiera hecho", comentó el ganador
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Ryan Lochte, el bailarín, el devorador de hamburguesas y caramelos, el dibujante compulsivo de garabatos sin sentido, se convirtió en el primer hombre en nadar los 200m estilos por debajo de 1m 54,10s, la plusmarca que él mismo había establecido en los Mundiales anteriores, en Roma 2009. Lo hizo sin el bañador impermeable de poliuretano de última generación, ese triunfo de la industria textil que empleó para conseguir su marca hace dos años. Y lo hizo 10 centésimas más rápido: 1m 54,00s. Con el pecho y las pantorrillas descubiertos. Mojándose. Impulsado por su talento y por Phelps, con quien nadó emparejado hasta el último centímetro de una final colosal. La apoteosis hasta ahora de los Mundiales de natación de Shanghái.

"Siempre quise hacer algo que nunca antes se hubiera hecho en el deporte y creo que esta noche lo logré", dijo Lochte. "Mucha gente dijo que después de la prohibición de los trajes nunca más se volvería a batir el récord del mundo. Les he demostrado que se equivocaban. Esto es solamente un escalón para lo que realmente quiero conseguir en los Juegos de 2012. Si mejoro los ciclos de preparación y el nado subacuático bajaré de 1m 53s".

Entre 2008 y 2009 se batieron 255 récords mundiales -43 en Roma; uno de momento en Shanghái-. En 2010, con la prohibición de los bañadores, ninguno. Lochte abrió el camino. Los técnicos discutirán durante semanas sobre los efectos de la presencia de Phelps. Unos dirán que pudo perturbar a Lochte, que, más ansioso por dar brazadas, perdió tiempo en los virajes. Otros especularán con que la proeza fue una obra compartida.

Si el nadador de Baltimore es el más grande de todos los tiempos no solo es gracias a sus medallas. Es, sobre todo, por su coraje. Ayer fue generoso para someterse a un examen para el que no estaba preparado. No le importó la pérdida de prestigio. Le dio igual que lo identificaran como perdedor. Llevaba ocho meses entrenándose, después de un año prácticamente dedicado a sus asuntos personales. Ocio y negocios. Suficiente para querer poner en aprietos al nadador más en forma de los últimos años.

La prueba se rompió rápido. Seis nadadores detrás y dos delante. Phelps ganó la primera pared en cabeza tras la mariposa, su especialidad. Lochte le siguió de cerca. A 20 centésimas. Listo para dar el golpe en el primer viraje. Se impulsó con las piernas y emergió un segundo más tarde que su adversario después de dar ocho patadas bajo el agua, como un delfín. La maniobra le sirvió para ponerse en cabeza con medio metro de ventaja. Phelps solo pudo dar seis patadas subacuáticas y en el parcial de braza empleó su reserva de energía en recuperar los centímetros perdidos. No quería que Lochte se le escapara antes del último viraje. Lochte pasó 30 centésimas antes. Al voltearse se sintió al límite. "Sabía que Michael iría más rápido en el primer 50 y que para volver a meterme en la carrera tendría que hacer muy bien los virajes", explicó Lochte. "Cuando llegas al último viraje tan lanzado no te queda mucha energía. Intenté permanecer bajo el agua todo lo que pude antes de emerger, pero no pude más. Solo bajar la cabeza y pensar en que todo saldría bien".

Los últimos 50 metros fueron el intento arrebatado de Lochte por preservar la posición. Dio 34 brazadas hasta tocar la placa. Le tomó 27,49s. Fue el único parcial que nadó más rápido que en 2009. Tenía un motivo impostergable. Phelps hizo el último largo en 27,36s con 25 brazadas acompasadas pero violentas. Paró el cronómetro 16 centésimas más tarde. A 1m 54,16s. Más rápido que cuando batió su récord, en los Juegos de Pekín.

"Lo que de verdad me fastidia es haber tenido la carrera en mi última brazada y no haber sacado antes el brazo", dijo Phelps. "Creí que lo tenía. Pensaba para mis adentros: 'Ganar, ganar, ganar...'. Pero me quedé corto".

Ryan Lochte, durante el tramo de mariposa en la final de los 200m estilos en que ganó el oro y batió el récord del mundo.
Ryan Lochte, durante el tramo de mariposa en la final de los 200m estilos en que ganó el oro y batió el récord del mundo.EZRA SHAW (GETTY)

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Sobre la firma

Diego Torres
Es licenciado en Derecho, máster en Periodismo por la UAM, especializado en información de Deportes desde que comenzó a trabajar para El País en el verano de 1997. Ha cubierto cinco Juegos Olímpicos, cinco Mundiales de Fútbol y seis Eurocopas.

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