Barry Bremen, impostor profesional
Durante años suplantó a deportistas y actores en actos en Estados Unidos
Barry Bremen creía que siendo un simple vendedor de seguros no iba a pasar a la historia. "Sin agallas no hay gloria", solía decir. Y para saltar al estrellato solo necesitaba dos cualidades que tenía de sobra: poca vergüenza y un par de buenas piernas para salir corriendo después de colarse en los entrenamientos de la NBA y otros acontecimientos deportivos. Porque su profesión, como él mismo proclamaba orgulloso, era la de "impostor profesional".
Barry Michael Bremen falleció el pasado 30 de junio en Phoenix (Arizona, EE UU) con 64 años. Justo el mismo día y el mismo mes en que nació, en 1947, en Detroit.
Bremen llegó a hacerse famoso en los años ochenta tras aparecer en la televisión por sus detenciones después de colarse en varios acontecimientos deportivos. Se estrenó en 1979, cuando entró a hurtadillas en los entrenamientos de la NBA, antes de que se disputara el All Star en Detroit. Bremen robó un uniforme del Kansas City Kings y se dedicó a lanzar tiros libres como si fuera un jugador más. Cuando, después de unos minutos de calentamiento, fue reconocido como un intruso, los guardias de seguridad le expulsaron del recinto.
Las intrusiones acabaron tras el 11-S, porque la seguridad se reforzó
El mismo año, Bremen se las ingenió para colarse en un partido de fútbol americano entre los Dallas Cowboys y los Washington Redskins. Esta vez, disfrazado de animadora. Con una peluca rubia, minifalda y pompones, entró al campo dando saltos. Su mujer le había ayudado a confeccionar los atuendos, a prepararse la coreografía y a depilarse las piernas. Sin embargo, su odisea duró poco. Los vigilantes de seguridad y los propios jugadores de los Cowboys le atraparon y esposaron. El equipo tomó la decisión de vetar la entrada de Bremen a sus partidos de por vida y le pusieron una demanda.
El farsante también se infiltró en 1985 en la entrega de los premios Emmy. Cuando el presentador de la gala anunció que el galardón a la mejor actriz secundaria era para Betty Thomas, por su actuación en Hill Street Blues, Bremen apareció en su lugar para recoger la estatuilla. Ante la mirada atónita del presentador, de la actriz, que caminaba hacia el escenario, entre las risas del público, el intruso pronunció un breve discurso de agradecimiento y se fue con el premio. Betty Thomas, que había sido nominada al Emmy varias veces pero que nunca había ganado, pudo dedicar su premio tras unos minutos de publicidad. Prefirió tomarse a broma el percance.
Las intrusiones de Bremen acabaron tras los atentados del 11-S, cuando la seguridad se triplicó y se volvió mucho más complicado colarse en los acontecimientos deportivos o de cualquier otra índole. Pero para aquel entonces Bremen ya había alcanzado la gloria que siempre había soñado.
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