Marbella corre al encuentro del esplendor perdido
Los hijos de los protagonistas de las fiestas de los ochenta toman el relevo
Marbella lucha por renacer de sus cenizas. Capital del mundo en los meses de verano durante los años ochenta, su esplendor se apagó cuando aquellos que la poblaban decidieron emigrar en busca de horizontes más exclusivos. Al frente de esta nueva etapa siguen empujando los fieles de siempre, pero ahora también sus descendientes. Francisco Ortiz, hijo de Gunilla von Bismarck y Luis Ortiz, y Carla Goyanes, hija de Carlos Goyanes y Cari Lapique, son dos de los abanderados de esta nueva Marbella que se reinventa.
Y nada mejor que una boda como promoción. Por eso Carla Goyanes se casó el pasado fin de semana en la Finca Cortesín, en el municipio de Casares, ante más de 500 invitados, entre ellos los representantes de lo más florido de la jet-set nacional: Nati Abascal y sus hijos, Fernando Fernández Tapias, Alfonso y Alberto Cortina con sus esposas y, por supuesto, Carmen Martínez-Bordiú, la nietísima que frecuentó aquella Marbella de los años dorados. No estuvo Isabel Preysler pero sí su hija Tamara. Aunque el gran ausente fue Julio Iglesias, que ha regresado pero prefiere esconderse en la finca de Ronda que le compró a Curro Romero.
Pero no solo los nacionales vuelven a la fiesta marbellí. También se apuntan estrellas de Hollywood que toman el relevo de Sean Connery o Deborah Kerr, moradores de estas tierras en los viejos tiempos. Muchos de ellos llegan con el pretexto de asistir a fiestas solidarias. Es el caso de la cita de Starlite, concebida -según explica su organizadora, María Bravo- para "traer el glamour perdido de las estrellas de Hollywood", al tiempo que se recaudan fondos para las fundaciones del actor malagueño Antonio Banderas o de Eva Longoria, entre otros. "Los ricos quieren hacer el bien y estar rodeados de celebridades". Bravo es malagueña pero lleva 20 años viviendo en Los Ángeles (EE UU). Conoce bien este mundo. Fue novia de Bruce Willis y está divorciada del nieto del fundador de la empresa Cartier. Desde hace cuatro años organiza profesionalmente eventos benéficos. Estos días ultima los detalles de la segunda entrega de la gala. "Habrá una sorpresa, un cantante muy potente", adelanta. La fiesta, en la que ninguna de las celebridades cobra, reunirá a unas 500 personas en el hotel Villa Padierna de Benahavís, el mismo en el que se alojaron Michelle Obama y su hija el año pasado.
Entonces, la visita de la primera dama de EE UU elevó los ánimos del sector turístico. "Nos han puesto en el mapa y hay que estar a la altura de las expectativas", considera Marie Noëlle Erize, relaciones públicas y organizadora de eventos. Muchos de esos turistas de alto poder adquisitivo son desconocidos para el papel cuché o están interesados en no llamar la atención. Entre ellos, "mucho público ruso y árabe", celebridades de los negocios con segunda residencia, como Juan Abelló, o de la realeza. El príncipe Felipe, por ejemplo, ha visitado la ciudad de forma privada "numerosas veces" sin que haya trascendido, aseguran fuentes municipales. Este verano, los paparazis tienen buenas perspectivas. "Ya han venido Eva Longoria y Eduardo Cruz, también Ana Obregón, e Inés Sastre", explica Josele, uno de los fotógrafos más veteranos de la Costa del Sol. Muchos de ellos se han pasado por el Beach de Estepona. Lo lleva Rosauro Baró, novio de Amaia Salamanca.
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