Meritorias orejas para Javier y Cerro
Imponente de presencia la novillada de Los Galos, propiedad de Simón Casas. Imponente por fuera y por dentro; por pantalla y por intenciones. Seis novillos, algunos con hechuras de toro, y todos armados hasta los dientes. Cornalones la mayoría, y el que no, de ofensiva seriedad. Y los seis de finas puntas. Las intenciones variaron según los casos. Muy manejable el primero, manso de libro el segundo, noble y soso el tercero, de peligro mayor el impresionante cuarto, de igual condición el quinto y el de mejor son el último. Ninguno fue fácil. Los seis, incluso los de menos guerra, tuvieron mucho que torear. En la variedad está el gusto. Y para gustos hubo de todo en esta novillada.
Galos / Javier, Alcalde, Cerro
Novillos de Los Galos, de gran presencia y desiguales de juego.
Pascual Javier: más de media desprendida (oreja); entera sin puntilla (vuelta). Mario Alcalde: bajonazo (silencio); más de media (saludos). Rafael Cerro: dos pinchazos -aviso- y otro hondo (palmas); casi entera desprendida -aviso- (oreja).
Plaza de Valencia, 19 de julio. 4ª de abono. Menos de media.
Los tres novilleros puntuaron. Muy alto Pascual Javier y Rafael Cerro, que además se libraron de milagro de salir heridos. A Javier lo cogió el primero al intentar abrir la faena con uno cambiado. Midió mal, rectificó, pero el novillo no perdonó el error. El viento hizo el resto. A ese novillo, le sacó Pascual Javier muletazos de someter. De mejor dibujo por la mano izquierda. Con el novillo ya amagando a tablas, Pascual Javier remató con actitud admirable. El cuarto, un toro con toda la barba, fue poco menos que de echarse de cabeza a la trinchera. Pendiente de todo, esperó en banderillas y le puso difícil el examen al novillero. Otra voltereta fuerte no mermó el ánimo de Pascual Javier. Valiente pero sin locuras, superó la prueba con aprobado alto.
A Rafael Cerro le cogió el tercero al entrar por tercera vez a matar. Un perro de presa pareció el novillo, que buscó la forma de herir. Al final, un varetazo sin mayores males. Cerro apuntó muy buen gusto en este, aunque no rompiera del todo. El sexto fue bueno, el mejor. Otra vez el buen gusto. La primera serie con la derecha tuvo aires de primor. La torería en todo momento.
Mario Alcalde pechó con lo peor de lo malo de Los Galos. Persiguió por todo el ruedo al huidizo segundo y también salvó el pellejo en el muy peligroso quinto. Libró hachazos, nunca se descompuso, y salió vivo de la batalla.
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