LOS RIVALES DE CONTADOR
THOMAS VOECKLER. El líder
En el pelotón no hay amigos
Solo a uno como Thomas Voeckler le podía pasar que el día descanso, maillot amarillo y león de peluche en su habitación, le pregunten que por qué cae tan mal en el pelotón. Pese a que gente como Contador -"cuidado con Voeckler, está en un estado de forma increíble"- o Samuel Sánchez -"es el que más fácil tiene la victoria"- le consideran el gran favorito, el ciclista alsaciano, que mantuvo en los Pirineos casi intacta la ventaja alcanzada con su fuga en Saint Flour, se borró de la victoria final. "No sería más que un eslogan", dijo Voeckler, 32 años y un largo historial de cazador de etapas y victorias menores. "El Tour está diseñado para que la última semana sea decisiva. Voy a pelear, pero mis posibilidades son del 0%".
Pese a todo, pese a ser encarnación del David contra los Goliat abusones según la afición local -"somos una pyme que funciona como una multinacional", dice Bernaudeau, el director del Europcar-, Voeckler no tiene amigos en el pelotón, ni los busca. "Para qué quiero llevarme bien con Flecha
[a quien no saluda desde el accidente del coche] u otros", dijo ayer. "Cuando me retire no me voy a ir con ellos de barbacoa o de vacaciones".
F. Y A. SCHLECK. 2º y 4º
Los hermanos "miedosos"
"Sí, claro, es una ventaja para mí haber dirigido a Basso y a los hermanos Schleck", dice Bjarne Riis. "Puedo adivinar perfectamente lo que van a hacer, pero eso no se lo digo a nadie, me lo guardo para hablarlo con Alberto".
Pese a este exordio, a Riis poco después se le hace la boca agua y larga. "Los hermanos tienen miedo, mucho miedo, de Alberto", dice. "Y en la etapa clave, la del Galibier del jueves, no les veo endureciendo la carrera en el Agnello, que es lo que deberían. '¿Para qué?', pensarán. Bajando les iba a alcanzar Voeckler, que baja muy bien, y ellos se verían solos, sin equipo, sin saber qué hacer en el Izoard, con lo que mirarían para atrás y esperarían que llegara su equipo. No, los hermanos solo saben hacer ciclismo de último puerto".
Contador, claro, lo sabe, sabe también que detrás de un hermano se esconde otro, pero aún no se sabe quién es el tapado, y por eso les provoca. "Venga, que decidan quién está mejor, ellos lo saben, y que uno se sacrifique por el otro", dice. "Si no, no tienen nada que hacer". Y Andy responde: "Tranquilo, solo habrá un hermano en el podio de París, pero estará de amarillo".
CADEL EVANS. 3º
La victoria se le supone
Si hay un solo corredor que en este Tour tan complicado —tormentas, caídas, carreteras estrechas, sorpresas, líderes accidentales— está donde se le suponía y como se le suponía ese es Cadel Evans, el australiano, tan discreto como invisible. Y, sin embargo, es para todos el gran favorito.
El líder del BMC habla poco y no dice nada, y de él se habla muy poco y solo se dice que es muy peligroso, el hombre que siempre está allí, que cuidado con él en la contrarreloj.
Hábilmente, Contador, en su tarea tan parecida a la del Giro de 2008, la paciencia de la araña tejiendo su tela, no pierde ocasión de recordar que los hermanos Schleck con su táctica están dejando vivo todos los días al campeón mundial de 2009, que en los 42,5 duros kilómetros de la contrarreloj de Grenoble el sábado les puede sacar un par de minutos. Reivindicaría así Evans, a los 34 años, un modo de afrontar el Tour que en el pasado le hizo ganarse el sobrenombre de garrapata y que le valió en sus mejores años para quedar octavo, quinto, segundo y segundo, sus mejores puestos en un Tour corrido como un ejercicio de resistencia.
IVAN BASSO 5º
El resistente italiano
Los amigos italianos, que desde los tiempos de Marco Pantani se han acostumbrado a vivir los Tours largos y pesados de Ivan Basso, el anti-Pantani, hablan y no paran de que la resistencia será, este año sí, la clave de la victoria. En el Galibier, dicen, no se trata de atacar, sino de mantener la misma velocidad pese a la altitud, y eso solo lo puede hacer Basso, un diesel único. Ganará resistiendo y los otros cederán. Como Basso no hay ninguno, dicen del corredor varesino, de 33 años, a quien, en 2005, antes de la Operación Puerto, tras quedar tercero y segundo en el Tour, el dominador de la época, Lance Armstrong, designó como heredero.
En aquellos años, en los que a su sombra, en el mismo equipo, se hacían mayores los hermanos Schleck, su director era Bjarne Riis, quien le conoce bien y teme poco. "Ya sabemos lo que puede hacer Basso", dice Riis, "que no es mucho. No tiene capacidad para atacar y en la contrarreloj tiene muy poco que decir". Basso acepta pero no acata. "Para que mis ataques tengan éxito no puedo hacerlos con un grupo de 20 como en los Pirineos", dice, "solo valen con cuatro o cinco. ¿Dónde están los Schleck que no logran reducir el grupo?".
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