La sequía de primavera arruina la mitad de la producción de patata
Buena parte del maíz que se sembró a finales de mayo no llegó a brotar
La primavera más seca en 50 años anuncia un verano de pérdidas económicas en el campo. Debido a las altas temperaturas de los últimos meses, habrá menos hierba disponible, lo que obligará a los ganaderos a tirar antes de lo habitual de los silos y a comprar el forraje que en años más benévolos producían ellos mismos. El sindicato Unións Agrarias calcula que hasta ahora se ha perdido el 35% del maíz sembrado, que podría ser el 80% de la cosecha si se cumplen las previsiones de Meteogalicia para agosto y septiembre: pocas precipitaciones y temperaturas ligeramente más altas de lo normal para la estación.
Ante tal panorama, los tres sindicatos agrarios -Xóvenes Agricultores, Sindicato Labrego Galego y Xóvenes Agricultores- piden a las administraciones que habiliten ayudas directas a las explotaciones afectadas cuanto antes, desde préstamos blandos para la adquisición de forrajes hasta la creación de un observatorio que tenga en cuenta la evolución de los costes productivos en la formación del precio final, modelo que ya existe en Francia. De lo contrario el futuro de muchas granjas estaría en peligro. "Cada año están cerrando 3.000 explotaciones. Es un desastre medioambiental y de gestión del territorio y no es noticia, pero representa un volumen más importante que cualquier Citröen", se queja García. "La parte norte de Galicia está un poco más aliviada, pero para el resto no hay otra perspectiva más que tirar de alimentos externos", anuncia Javier Orozo, secretario técnico de Xóvenes Agricultores, que señala que la sequía también está mermando los cultivos de huerta, especialmente la patata, cuya producción podría reducirse este año a la mitad.
Los gastos de una granja de 30 vacas aumentarán en 10.000 euros
Las centrales piden ayudas directas porque el sector "está al límite"
"Se están dando circunstancias más que graves", advierte Roberto García, secretario general de Unións Agrarias, que ayer presentó un informe sobre las consecuencias económicas de la sequía en el sector. Representantes de los otros dos sindicatos afirman también que la supervivencia de muchas explotaciones, ya asfixiadas por el incremento del precio de la luz y del gasóleo, "está al límite" por las escasas precipitaciones de este año. Los datos no invitan al optimismo: una explotación láctea media -de unos 30 animales- tendrá que hacer frente este año a un incremento de 10.032 euros en sus costes totales de producción, 7.097 en el caso de la cría de animales para carne. El SLG habla de 8.000 euros más al año solo para cubrir las necesidades de alimentación de una granja de 35 vacas lecheras. En total, el sector lácteo tendrá que asumir un sobrecoste de 23 millones de euros y el de la carne de 17, como respuesta al incremento del precio del pienso, gasóleo, electricidad y la pérdida de cosechas.
El maíz, de cuya producción dependen gran parte de las explotaciones gallegas -consumido como cereal y sobre todo como forraje- es uno de los cultivos que más está notando la falta de lluvia de los últimos meses. Buena parte del que se sembró a finales de mayo ni siquiera ha llegado a brotar por no recibir los aportes de agua necesarios, y solo resiste el de abril, que ya ha echado raíces profundas. La segunda corta de hierba para ensilar deja una producción entre el 40 y el 50% más baja de lo habitual. "El impacto de la escasa lluvia se está reflejando en la imposibilidad de hacer pastoreo al aire libre en la mayor parte de las praderías, que están secas desde hace más de un mes", recoge el Sindicato Labrego Galego en otro informe presentado también ayer. La falta de hierba afecta sobre todo al ganado de carne que, con los precios estancados desde hace años, afronta pérdidas de 4.702 euros.
Ni siquiera las lluvias de las últimas semanas alivian la situación "dramática" de las explotaciones ganaderas. Tampoco las tormentas que afectaron al sur de Lugo y al norte de Ourense en mayo sirvieron de mucho. "Las precipitaciones fueron pocas e irregulares, en forma de chubascos tormentosos en pocos días y poco homogéneos, que además ocasionaron daños en los cultivos e infraestructuras de la zona interior", explica el secretario general de Unións Agrarias. Durante la pasada primavera llovió un 60% menos de lo normal para la estación y en abril los termómetros llegaron a marcar los 30 grados centígrados.
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