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Reportaje:Diseño

Llega el nuevo primitivismo

Asientos de madera desdibujan sus contornos mezclando naturaleza y diseño

Anatxu Zabalbeascoa

En busca de alguna verdad, el diseñador neoyorquino de origen egipcio Karim Rashid se puso a investigar en los asientos primitivos de la cultura original de su familia. Le interesó la rigidez de los muebles del país del Nilo y que las patas de garra cinceladas se confundieran con esculturas. Así, el año pasado lanzó al mercado su asiento Kairo, de aspecto pétreo y construido con madera maciza. La butaca, robusta y sin forma reconocible, tiene un aire orgánico. Recuerda al bloque de piedra al que se enfrentaban los escultores clásicos cuando se ponían a trabajar. Solo que el trabajo está hecho, concluido. La empresa Riva 1920 comercializa el asiento desde hace unos meses, pero esa pieza escultórica no está sola.

Estas piezas, de límites ambiguos, son de fabricación industrial

Cappellini ha presentado este año una bancada que podría recordar el resto de una canoa erosionada por el uso. En realidad, se trata de un diseño realizado con madera envejecida ensamblada según un esquema generado por ordenador que idea una manera de cortar la madera en tres dimensiones. Su autor, el diseñador de origen filipino Raphael Navot, define la pieza como una "escultura de uso libre". Y la ha bautizado con un nombre tan ambicioso como enigmático que habla tanto de futuro como de tradición: Patchwork Oval Hemisphere.

Este retorno a la inspiración de las fuentes primitivas despierta un anhelo por las formas sólidas y la producción aparentemente alejada de los procesos industriales que, sin embargo, se mueve en un territorio cercano al pastiche. Se trata de una ilusión: todas estas piezas de límites ambiguos y perímetros desdibujados son de fabricación escrupulosamente industrial. Sin embargo, se afanan en parecer justo lo contrario de lo que son: cultivan el aire primitivo y la apariencia incierta. ¿A qué obedece esa contradicción? "Buscamos un reencuentro con lo esencial, con lo ancestral, con lo que entendemos como auténtico, y estos muebles, de libre interpretación y uso, pueden acercarnos a ello", asegura Giulio Cappellini. El arquitecto y empresario italiano cuenta que su proceso de fabricación obedece a la búsqueda de una perfección que solo la industria sofisticada es capaz de lograr. "Estos muebles responden a la vista, pero también al tacto. Son suaves, apetece tocarlos. Están reforzados con todos los sentidos", sostiene Cappellini.

Así, otra diseñadora más, esta vez italo-bosnia, añade otra pieza a esta tendencia. La bancada Buba de Karmelina Martina, que nació en Sarajevo, estudió en Florencia con Paolo Deganello y hoy trabaja desde Udine, está inspirada en las alforjas, en las cinchas de apoyo de las sillas de montar y en la estética ecuestre que tan buenos resultados le dio a Hermès en sus estampados, bolsos y joyas. Tal vez por eso, Martina habla más de ilusión que de primitivismo a la hora de describir el diseño que ha producido Moroso. La diseñadora, autora de varias colecciones de lámparas y joyas, no ha tenido reparo en indagar en las formas primitivas con un material como el poliuretano. Así, su banco tiene una forma ambigua, pero busca hablar claro. Tanto, que puede llegar envuelto, tapizado en tela o piel, para hablar, tal vez, de otra ilusión ancestral: la de los regalos cuyo principal atractivo se encuentra en el envoltorio.

Izquierda, la bancada Buba, de Karmelina Martina. Derecha, el asiento Kairo, de Karim Rashid.
Izquierda, la bancada Buba, de Karmelina Martina. Derecha, el asiento Kairo, de Karim Rashid.

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