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Columna
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Playas, bodas y así....

Carlos Boyero

Comprendo la dificultad de rellenar los programas informativos en verano con noticias atractivas, pero resulta cargante la saturación de imágenes y comentarios clónicos sobre lo que ocurre en playas y lugares turísticos. Sin embargo, los telediarios de Telecinco es probable que tengan más fácil su sensacionalista labor en esta época, ya que está comprobado que el exceso de calor alborota seriamente las neuronas y los nervios del personal. Aquel extranjero de sí mismo y del mundo en general que se inventó Albert Camus comenzaba su existencialista presentación contándonos sin sentido de culpa que mató a un hombre en una playa porque hacía calor. Esa ficción literaria es ampliable a la vida real. En verano hay más asesinatos, suicidios, incendios casuales o provocados, peleas y accidentes de circulación de gente que suele ir muy puesta de alcohol y de sustancias. Con material tan jugoso, Piqueras y su ejército gore se pueden poner las botas.

También escucho cositas hilarantes en las noticias del mundo, como que el 98,5% de los votantes marroquíes han avalado la reforma de la Constitución y seguir gobernados por esos reyes que descienden de Alá y que tanto les aman durante los próximos y venturosos cien mil años. Sin cortarse un pelo los fiables recontadores de urnas. Suponer que tan solo una persona y media de cada 100 está en contra de algo no se le ocurriría ni a los que montaban los referendos franquistas.

Siguiendo con los esplendores de la sangre azul, constato el generalizado fervor de las televisiones hacia la boda de ese príncipe especializado en casinos con una nadadora plebeya. Cuenta alguien que sabe mogollón de enlaces con pedigrí que en épocas de crisis el pueblo llano disfruta mogollón viendo cómo se divierten los ricos. Que cada uno se distraiga como quiera. Apago la tele cuando observo a un posmoderno gritón, uno que se sentía muy divertido y transgresor quedándose en gayumbos en el basurero de Sardá, haciendo comentarios presuntamente mordaces y sofisticados, con pretensiones intelectuales sobre la inolvidable boda. Masoquismo el justo.

Con las noticias culturales en verano, los telediarios lo tienen muy crudo. Aniversario por aquí y por allá. Hoy destacan que hace 50 años un tal Hemingway se metió una escopeta en la boca y se voló los sesos. Intuye la cronista que se suicidó porque no soportaba más su alcoholismo. Arriesgada teoría. El borracho y el yonqui si deciden matarse lo hacen bebiendo o con una sobredosis casual o provocada. Datos fiables afirman que el machote Hemingway, el gran seductor de hembras, se había quedado impotente. Razón poderosa para despedirse de este mundo.

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