"Gracias por tanto, Román"
Riquelme descubre una estatua en La Bombonera pagada por los hinchas de Boca
Hasta ayer, en La Bombonera, solo había una estatua, la de Diego Armando Maradona. Desde ayer, hay dos. La han pagado de su bolsillo socios y seguidores de Boca Juniors, de Buenos Aires y de toda Argentina, pero también de Colombia, Perú, de media Sudamérica, de 100 pesos en 100 pesos que quisieron honrar a un ídolo singular: Juan Román Riquelme (San Fernando, Buenos Aires, 24 de junio de 1978), un tipo siempre frío, con fama de inexpresivo, poco hablador, casi siempre muy serio -"¿y qué? Zidane es el más grande y nunca se ríe", dijo un día- pero que ayer dejó claro que si le tocan la fibra, se emociona como el primero.
Algún día alguien deberá estudiar el por qué la relación de Riquelme con la hinchada de Boca Juniors supera el ámbito de la razón. "Gracias por tanto", le gritó Daniel Quiroga, socio número 43.948 del club bonaerense, cuando Riquelme apareció en escena, un grito que resume fielmente el sentimiento de una hinchada tan singular como el juego del propio Román.
"Buenos días. La verdad que hoy está costando un poco..." empezó a decir Riquelme, en presencia de su padre, de alguno de sus hermanos y de sus hijos mayores, mientras casi 200 aficionados le cantaban en el interior de la sala de los ídolos del Museo de la Pasión Boquense.
A la segunda frase, Riquelme ya no podía continuar su discurso. Emocionado, apenas podía articular palabra. "Estoy muy agradecido a mi papá que me hizo hincha de Boca", acertó a decir entre sollozos. "A mi viejo, que me enseñó a jugar a la pelota. De chico soñaba ponerme esta camiseta, entrar a este estadio y soñaba con salir campeón algún día. Jamás imaginé que iba a vivir un día como el de hoy, en el que voy a quedar de por vida en este club, que amo y es gracias a ustedes". Y ahí paró, porque no pudo más, y rompió a llorar mientras le cantaban "este homenaje es de corazón, porque sos bostero, como yo". ¿Por qué pasa esto con vos?, le preguntaron. "Porque nunca mentí a la gente, porque yo soy hincha. Yo me pongo la camiseta y juego como hincha", explicó el centrocampista. "El cariño que me dan es muy grande. Siempre digo que están locos. Yo jamás les voy a poder devolver lo que me dieron. Esto es demasiado, este día no lo voy a olvidar nunca más, nunca. Y mi familia tampoco. Vamos a estar eternamente agradecidos. Nací bostero y moriré bostero como ustedes", concluyó.
Riquelme abrió incluso la puerta a regresar a la selección con la que jugó el Mundial de Alemania en 2006, y a la que renunció al año siguiente -"mi madre escucha muchas cosas y se pone enferma; una camiseta no se compara con una madre", se justificó- para volver a Pekín donde ganó la medalla de Oro en los Juegos Olímpicos.
Luego volvió a renunciar a vestir la albiceleste en la época de Diego Armando Maradona como seleccionador: "Diego no tiene códigos, no puedo jugar en su equipo", justificó al escuchar una crítica de Maradona en televisión . Antes de despedirse, empapado en emoción, se acordó de sus años en El Madrigal. "Soy bostero, pero también llevo al Villarreal en el corazón", remató.
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