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Reportaje:

El vuelo flamenco del viajero alado

Una galería de arte trae a Lebrija la presentación de la revista El Canon

Que se presente una revista de flamenco en una ciudad como Lebrija (Sevilla), donde viejas familias hicieron de sus costumbres un arte, puede ser de lo más normal. Que esa revista sea la denominada El Canon, editada en Madrid, quizás requiera de algunas claves para situarse. Por ejemplo: que un agitador cultural, Bruto Pomeroy, abra una galería de arte llamada El Viajero Alado en esa población cercana las marismas del Bajo Guadalquivir, y que los editores de la publicación le encarguen la presentación de su número 3.

Conocedores de las limitaciones mediáticas de una ciudad de veintitantos mil habitantes, la presentación viajó primero en la mañana del pasado jueves a la capital, a la Casa de la Provincia, donde, con la alcaldesa lebrijana María José Fernández al frente, comparecieron el citado galerista y dos de los editores de la publicación, Agapito Pageo y Emilio Gil. El tercero de ellos y director de la revista, el animador y programador, Juan Verdú, se encontraba en la capital del reino cerrando los últimos espectáculos del festival Suma Flamenca que él dirige. Justamente, la noche anterior, ese ciclo había acogido en el madrileño Teatro Real el concierto Muerte sin fin, una obra del compositor madrileño Mauricio Sotelo, dedicada a la memoria del cantaor Enrique Morente. El destino había querido que los dos principales protagonistas de ese número de El Canon estuvieran reunidos esa noche, aunque solo fuera en el sentimiento.

La publicación está dedicada a los nuevos maestros del flamenco
Mauricio Sotelo y Enrique Morente protagonizan el nuevo número

Sin Morente, con Mauricio. La revista El Canon, creada en 2007, está dedicada a los nuevos maestros del arte flamenco. Así, su número 0 lo protagonizó el guitarrista Gerardo Núñez, y los siguientes estuvieron dedicados a las bailaoras Eva Yerbabuena y Sara Baras. El siguiente número era para el compositor Mauricio Sotelo, un músico que siempre se ha distinguido por una cuidada e inteligente incorporación del flamenco a sus obras. Pero, cercano ya el cierre de la edición, ocurrió la desgracia del querido Enrique. Los editores no pudieron permanecer insensibles y compartieron el espacio entre uno y otro maestro. Los dos juntos como antaño. No en vano el cantaor había apoyado al músico en sus primeros y atrevidos proyectos. Ellos dos, pues, son los principales protagonistas del número 3 de esta publicación que cuida tanto la calidad de sus textos como su diseño, apostando por una estética actual alejada de tópicos folcloristas.

Artículos sobre Morente de Juan Verdú y Agapito Pageo, junto a un estudio de la relación entre el cantaor y Sotelo, obra de Balbino Gutiérrez, rinden homenaje al maestro desaparecido.

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Las páginas dedicadas al compositor se nutren de artículos de Andrés Ibáñez, Manuel Arroyo-Stephens, Juan Ángel Vela del Campo, Germán Gan o Pedro Ordoñez Eslava. El bloque se remata con el portafolio de Luis Valenciano, un luminoso álbum fotográfico que recoge instantáneas del cantaor Arcángel y de Sotelo ensayando en el Auditorio Nacional.

El número se completa con la renombrada sección El Cajón, en la que destaca un artículo del maestro Manolo Sanlúcar sobre Diego del Morao, la obra Monocromos por soleares, del artista gráfico Jaime Aledo, o la historia contada de la exposición Flamenco Project, escrita por su comisario, el fotógrafo y guitarrista norteamericano Steve Khan.

Tras la mañanera visita a la capital, la presentación de la revista en Lebrija se despojó de formalismos para convertirse casi en un happening. La alta temperatura de aquel día, junto a una afluencia de público inesperada, hizo imposible que el acto se celebrara en la galería prevista. Se hizo a cambio en la misma calle Arcos lebrijana, donde todos intervinieron a viva voz antes de que en la azotea de la peña flamenca Pepe Montaraz, y con el viento fresco de lo que la periodista local Tere Peña llama una "mareíta", se degustase la manzanilla de la tierra y el flamenco pasase del papel al cante y al compás.

Bruto Pomeroy (izquierda), Agapito Pageo y Emilio Gil.
Bruto Pomeroy (izquierda), Agapito Pageo y Emilio Gil.PACO PUENTES

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