El tenista que no falla
Nadal, que hoy busca ante Murray su quinta final, solo ha cometido 53 errores no forzados
El tenista que nunca falla provoca las risas de los espectadores vacilando amigablemente a su sparring, un júnior galés. Rafael Nadal, que hoy se enfrenta en las semifinales al británico Andy Murray (tras el duelo entre Novak Djokovic y Jo-Wilfried Tsonga, que se inicia a las 14.00), se ha ganado a pulso el apelativo: solo ha cometido 53 errores no forzados en lo que va de Wimbledon. Su rival de hoy ha incurrido en 72; el serbio Djokovic, en 86, y el francés Tsonga, en 114. El número uno mundial pervierte además la lógica de su deporte. Donde Tsonga es pura sensatez (como vive instalado en el riesgo, es el que más golpes ganadores da, 253, y el que más fallos produce, 114) Nadal es una rareza estadística, un prestidigitador de los datos, el jugador imposible: el semifinalista que menos fallos comete también es el segundo que más golpes ganadores suma (207). Es la fórmula de su éxito.
Los organizadores del torneo sueñan con el primer finalista británico desde 1938
"Rafael es de pocos fallos", explica Toni Nadal, tío y entrenador del español, maestro del tenis-porcentaje, que asfixia a los contrarios moviéndoles de un lado a otro con durísimas pelotas que no buscan la línea, sino sus seguras orillas. "La está pegando bastante bien con el drive [97 golpes ganadores, más que nadie]. Fallar poco es un tema de cabeza", prosigue el técnico; "aún faltan detalles. Nunca sé si con esto es suficiente para ganar a uno de los grandes. Será complicado. Murray es peligrosísimo. Rafael no debe dejarle jugar cómodo. Debe jugar mucho tiempo con intensidad y atento a irse adelante".
Las nubes cubren el cielo de Londres, semivacía la ciudad por la huelga de empleados públicos, lleno el torneo de visitantes, cazadores de autógrafos y curiosos. Los aficionados, vestidos para la ocasión con camisetas ("Rafa vino aquí y admitió su amor eterno por mí, Megan Thomas", escribió alguien sobre un banco de madera), tienen un objetivo: ver al caníbal. Nadal es el semifinalista que menos falla y el segundo que ataca con más acierto. Eso se traduce en su capacidad resolutiva: convierte el 47% de los puntos de break que tiene, más que ninguno de los otros tres tenistas que quedan vivos en Wimbledon. Un hueso duro para Murray.
"Creo en la victoria", dijo el campeón del torneo Queen's, el previo, que ha perdido contra el mallorquín en 11 de los 15 encuentros que les han enfrentado; "a veces, todo depende de la estrategia. A veces, de quién tiene más experiencia. Debo creer que tengo una oportunidad".
Murray observó el miércoles cómo Feliciano López, su rival en los cuartos de final, conversaba con Nadal y su tío Toni. Hablaban sobre los campeones del pasado, el tenis robotizado y los cambios de Wimbledon, debate que, por otra parte, llevaban manteniendo en público y privado durante toda la competición. Lo que no vio el escocés, un tenista tremendo, magistral en la estrategia, es que el toledano, una vez derrotado, volvió a hablar con Nadal y le contó un par de cosas sobre su contrario con la esperanza de que le sirvieran para batirle en su semifinal de hoy.
Nadal busca su quinta final de Wimbledon (ganó las de 2008 y 2010). Ayer, antes de encargarse de llenar el frigorífico de su apartamento y de cocinar la cena, se entrenó sin tratar su dolorido pie izquierdo, ya que el doctor Muñoz, de la federación española, no se encontraba en Wimbledon.
El programa de hoy resume lo especial que es el templo de la hierba. Los organizadores, que sueñan con el primer finalista británico desde 1938 (Henry Bunny Austin) y con el primer campeón desde 1936 (Fred Perry), se vistieron ayer de Salomón y decidieron ser el tribunal más implacable: puso el Nadal-Murray en el segundo turno pese a que eso dará al ganador menos descanso que a Djokovic o Tsonga. Así es Wimbledon: tradición, clase, elegancia y cuatro tenistas peleándose por el título con más prestigio.
Djokovic, número uno si gana hoy a Tsonga
Este no es el tenista intocable de inicios de temporada. Mucho menos concreto, habría acumulado más de una derrota. El serbio Novak Djokovic, que lleva 46 partidos ganados y solo uno perdido en 2011, compite agarrotado por un objetivo: si hoy gana al francés Jo-Wilfried Tsonga, al que solo se ha impuesto en dos de sus siete enfrentamientos, será el nuevo número uno mundial, incluso si Rafael Nadal gana Wimbledon. Ya falló en este objetivo en la semifinal de Roland Garros contra el suizo Roger Federer.
"La hierba no es mi superficie favorita, pero sé que puedo jugar bien aquí", dijo Djokovic; "sé que estoy jugando con altibajos y espero que desde ahora solo vaya hacia arriba. Mentalmente, tengo que reajustar los golpes, trabajar un poco el saque... Sé que cada partido que juego ahora tiene su importancia. Sé que estoy muy cerca del número uno e intento no pensar mucho en ello".
El mal trago que está experimentando un tenista tan talentoso como el número dos para sentarse en el trono refleja el alto nivel competitivo del tenis masculino. A sus 24 años, Djokovic, sería más viejo que los otros cinco jugadores en activo que han sido número uno cuando alcanzaron por primera vez el puesto. El serbio, sin embargo, tiene ya un estupendo currículo pese a su juventud: dos títulos del Grand Slam, una Copa Davis y uno de los mejores comienzos de curso de la historia.
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