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Último debate del estado de la nación de Zapatero

El 15-M, paso a paso hacia Madrid

Una marcha de 70 activistas que salió de Valencia hacia la Puerta del Sol el día 20 es agasajada por los vecinos de los pueblos que encuentra en el camino

Lleva 10 días caminando, soportando el calor, y haciendo malabarismos para sortear la falta de recursos. "Es la experiencia más bonita de mi vida", afirma Pau, estudiante de magisterio musical, de 30 años, y portavoz de un grupo de 70 activistas del Movimiento 15-M que salió de Valencia rumbo al epicentro de la indignación nacional, la Puerta del Sol.

El próximo día 23, el grupo de Pau confluirá en el kilómetro 0 con otras nueve marchas procedentes de otros puntos de España. Pondrán en común sus reivindicaciones y clamarán contra el Pacto del Euro.

Pau, como sus compañeros de viaje, evita dar su apellido. Su argumento: no dinamitar el anonimato de un fenómeno horizontal, sin líderes. "Todos somos iguales", dice en el ecuador de la marcha, que prevé 29 paradas.

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La caravana recorre 15 kilómetros diarios (de un total de 500), duerme de prestado (unas cinco horas de media) en casas, frontones y polideportivos municipales, y come gracias a la generosidad de los vecinos.

"Estoy alucinado con la buena acogida que tenemos: los coches nos pitan y la gente sale de los bares a aplaudirnos", relata este joven que antes de echarse a la carretera acampó durante más de un mes en la plaza del Ayuntamiento de Valencia, donde clamó contra el sistema de partidos y el paro juvenil, que alcanza el 45%.

Son las dos de la tarde y Pau ultima los preparativos de la asamblea diaria. El grupo ha recalado en Moixent (La Costera, 4.700 habitantes) para escuchar las inquietudes de los vecinos de este municipio del sudeste de Valencia, a la orilla del río Cañoles. La asamblea mantiene el tono del movimiento -horizontal, sin líderes- y arranca con la lectura de un manifiesto que reclama la "democracia real" y vías alternativas de participación en el sistema. Se abre el fuego dialéctico. Los vecinos entran al trapo en la conversación. El texto base del manifiesto se matiza con aportaciones como la supresión de las Diputaciones o la "revisión de la monarquía", que son rechazadas. Su filosofía: un debate en cada pueblo. Sin intermediarios.

La poesía combativa Indignats de les Ènoves, del periodista y escritor valenciano Vicent Andres Estelles, cierra la asamblea. El estruendo de los petardos de las fiestas locales de Moixent deja las reivindicaciones en un segundo plano. En la reunión, no obstante, aún se refrenda la hoja de ruta del movimiento: implantar la democracia participativa, eliminar a los procesados e imputados de las listas electorales (más de 100 el 22-M) y fomentar los presupuestos participativos. "Salvando las distancias, defendemos la Revolución Francesa en estado puro", remata Juan, alcoyano de 26 años, y técnico en comunicación audiovisual, que aprovecha la iniciativa para un documental. "Material no me falta".

La marcha integra a parados, trabajadores y estudiantes de entre 20 y 30 años (algunos tuvieron que desaparecer para presentarse a los exámenes universitarios). Salvador es el verso suelto: tiene 67 años. Se unió a la iniciativa para "reclamar la verdadera democracia".

Los activistas pretenden sumar compañeros de viaje en cada destino. El grupo asegura que su indignación es universal. "Los políticos no nos representan y los causantes de la crisis siguen en la calle", resume Pau.

Se sorprenden de la buena acogida que tienen. Los niños y los ancianos -dicen- les adoran, aunque hay excepciones. "Si yo fuera Franco, os fusilaba". La amenaza de un octogenario en la calurosa plaza de San Antonio de Requena (2.100 habitantes), a 70 kilómetros de Valencia, descolocó ayer a una colonia de ellos. "Fue solo un encontronazo en medio de la marea de solidaridad que estamos recibiendo", afirma Montse Viana, técnica en salud ambiental, de 45 años, y "cabeza de ruta" de un grupo de diez activistas, que en los próximos días se fundirá con la marcha principal de Valencia, la de Pau. Como contrapartida, una jubilada de Requena les cocinó una olla del tradicional arroz al horno. "Nos dijo que si tuviera nuestra edad, se habría venido con nosotros".

Su grupo, de entre 25 y 45 años, entabló ayer el primer contacto con los vecinos de Los Pedrones (286 habitantes). "Organizamos una asamblea, les escuchamos y después añadimos las sugerencias al manifiesto", explica con tono afable Viana, que en 1996 se enroló en la ONG Tareas Solidarias para participar en la reconstrucción la devastada Bosnia tras el combate de la antigua Yugoslavia. "Ahora libro la guerra de la dignidad".

Los indignados celebran una asamblea en el centro de Alzira (Valencia) el pasado lunes.
Los indignados celebran una asamblea en el centro de Alzira (Valencia) el pasado lunes.SAMUEL SÁNCHEZ

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