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Entrevista:DIEGO VALDERAS | Coordinador de Izquierda Unida en Andalucía

"Que nadie espere una pinza aquí"

La decisión de IU de Extremadura de dejar gobernar al PP ha sido un jarro de agua fría para Diego Valderas (Huelva, 1953) y su fuerza política, que podría ser determinante en las elecciones andaluzas de 2012. Sabe que le perjudica y prepara un discurso alternativo con propuestas concretas para que no haya equívocos. Por primera vez dice claramente que no entrar en el Gobierno de Chaves en 1994, cuando IU logró 20 escaños, fue un error y una oportunidad histórica perdida.

Pregunta. ¿Le preocupa que el mensaje que ha mandado IU de Extremadura le perjudique en las elecciones autonómicas?

Respuesta. Vamos a procurar que no nos afecte, pero podría pasar. A mí no me ha sorprendido lo que ha hecho IU allí, con independencia de que yo no lo comparta. La relación en Extremadura con el PSOE es insostenible, muy dura, exageradamente despreciativa. Y los compañeros cometen un error porque para parar a las políticas de la derecha parece un contrasentido dejar pasar a la derecha. De la noche a la mañana el PP extremeño no se va a convertir a los postulados de IU. El PSOE ha tenido en los últimos años un mimetismo tan grande en la acción política con el PP que a veces parecen lo mismo, pero no lo son. La ciudadanía no lo ve como derecha.

"¿Cómo vamos a pactar con el PP, si no coincidimos en principios ni nada?"
"Cuando tuvimos 20 escaños en 1994 fue un error no entrar en el gobierno"
"El equipo del PSOE de Chaves tenía más autoridad. El de Griñán es más frágil"
"Los socialistas tienen desprecios sutiles hacia IU. Que tengan cuidado"

P. ¿Cree que le han regalado un discurso al PSOE impagable en la próxima cita electoral?

R. Vamos a tratar de poner encima de la mesa 25 políticas con la que estamos dispuestos a gobernar. Hay que saltar de quién es uno y quién es otro para hablar de la política con grandeza. Tenemos muy claro que ese diálogo es imposible con el PP. ¿Cómo vamos a pactar con un partido en el que los valores, los principios, las ideas, la política económica, la forma de entender la democracia, o la construcción y arquitectura de la propia comunidad andaluza no compartimos absolutamente nada? ¿Qué une a IU con el PP? Nada. ¿Qué une a IU con la práctica política del PSOE? Casi nada también. Por eso le he dicho a Griñán: o cambia de rumbo, o arrieritos somos y en el caminito nos encontraremos.

P. Va a ser difícil explicarlo.

R. IU tiene que ser capaz de darle garantías al electorado de que las cuestiones que le plantee son para cumplirlas, y que va a ser muy coherente, solvente y muy respetuosa con el programa y la oferta electoral.

P. Sánchez Gordillo sí ha dicho que le parece muy bien lo de Extremadura.

R. No ha dicho nada distinto de lo que suele decir. El compromiso de nuestros candidatos es con la política y las decisiones que competan a la dirección andaluza. Y eso vale para todo el mundo, incluido Gordillo o cualquier compañero. Gordillo me ha dicho, y si no que lo desmienta él, que de pactar con el PP, nada de nada. Somos corresponsables con IU federal. No estamos hablando de Gérgal [pequeño pueblo de Almería], sino de una política de Estado para ocho millones de andaluces y estoy convencido que lo que haríamos es lo que hemos aconsejado a los compañeros de Extremadura: abrirle paso a nuestra política.

P. Reconocerá que estas voces pueden confundir.

R. IU en su conjunto sabe que las políticas que criticamos en el PSOE no van a ser mejoradas con el PP. Está claro que el PP es el padre de esa política, quienes gobiernan en Europa son los primos y los hermanos de los señores Rajoy y Arenas. No olvido eso. Cuando he visto las primeras reacciones de Dolores de Cospedal en Castilla-La Mancha se me han puesto los pelos de punta.

P. Entonces, nunca dejaría pasar al PP.

R. Yo salgo a ganarme a los ciudadanos a pesar de lo de Extremadura, a disputarle la mayoría de izquierda al PSOE, planteando que tiene que haber un giro político a la izquierda, no a la derecha. IU tiene un proyecto alternativo y legitimidad para tenerlo, y tiene más capacidad de diálogo con el PSOE que con PP. Pero es alternativo, y ni se rinde ni se entrega. Que nadie espere que IU haga una pinza en Andalucía, pero tampoco que sea una muleta del PSOE. Si somos mayoría, condicionaremos la política, y es más fácil con quien nominativamente se llama de izquierda. Dicho con el caso de Extremadura: mis compañeros tienen más capacidad de condicionar hacia la izquierda con Vara que con Monago.

P. Tuvieron 20 diputados en 1994 y no condicionaron nada. ¿Cree que tiraron un capital político por la borda?

R. Había un grupo de diputados, entre los que estaba yo, que creíamos que teníamos que habernos mojado y habernos puesto a gobernar. Nos equivocamos en no hacerlo, y estoy convencido de que el error no fue en 1994, sino en 1995, cuando se obvió un gran acuerdo al que habíamos llegado para cambiar la política industrial. Aquello no pudo ser. Se dio al traste con unas posibilidades históricas. Creo que hubieran cambiado totalmente Andalucía. Los ciudadanos percibieron que IU no había sido capaz de asumir la responsabilidad, el desafío que suponen 20 diputados y el 20% de los votos. Le voy a decir una cosa a los ciudadanos: que me pongan a prueba con el 20% en Andalucía con nuestro programa y nuestra política. Porque yo sí sé lo que es pedir trigo y dar trigo, vengo de haber gobernado una ciudad, y sé lo que es la responsabilidad, lo que significa priorizar políticas.

P. Este año no ha hecho el pacto global en los municipios con el PSOE, una vez que no estaban en juego Córdoba y Sevilla. ¿También porque algunos pueblos no iban a seguir sus pautas?

R. Ha habido casos en los que ha sido imposible porque han jugado más los sentimientos que la cabeza. La dirección ha tenido mucha capacidad de convencimiento, solo 11 se han salido. Lo que no puedes es negarle a los tuyos votarse a sí mismos. Ha habido un 85% de cumplimiento.

P. Le preguntaba si usted ha querido evitar lo que le ha pasado a Cayo Lara: que ha ido a Extremadura y ha salido debilitado.

R. No, no. Nunca pensé en eso. Lo que pasa es que en Andalucía hace cuatro años había otras condiciones. Hablábamos de pleno empleo, de desarrollo del Estatuto, del Guadalquivir andaluz... ¡De tantas cosas que unían y acercaban en aquel momento a IU y al Gobierno! Por eso hay que analizar lo que ha ocurrido después. Le dije a Griñán que tiene poco de socialdemócrata y más de socio liberal. Y, desgraciadamente, me he salido con la mía.

P. Como políticos ¿a quién prefiere?, ¿a Griñán o a Chaves?

R. Hubo mucha más capacidad de diálogo con Manolo Chaves que con Pepe Griñán. Pero también hay que reconocer que a Pepe le han tocado tiempos duros. Le está dedicando tanto a su partido que se le olvida lo otro. Y eso no lo vivió Chaves.

P. ¿Y los equipos?

R. Bueno, ahí hay elementos generacionales. Son dos épocas totalmente diferentes y sí tengo que reconocer que había un equipo antes con mayor autoridad en el PSOE. No sé si la palabra es autoridad o capacidad de convencimiento. Tenía la sensación de que cuando se hablaba algo, se llevaba a efecto. Ahora la sensación es que todo es más frágil.

P. ¿Qué opinión le merece Javier Arenas?

R. Es un político correoso, que sirve para un roto y un descosido, y que es al mismo tiempo capaz de aparecer como derecha,centro o izquierda. Y a mí ese tipo de políticos me dan poca confianza en ideales y principios. Puede llegar a cometer el mismo error que el PSOE: creer que es de izquierdas y derechas, y que tenía en torno a él a toda la ciudadanía. Y no ha sido así.

P. ¿Cómo interpreta que el voto del descontento, en lugar de IU, lo recoja el PP?

R. Dije en la campaña que el edificio del PSOE se caía. Y alerté a mis compañeros: "Cuidado, a ver si los cascotes nos caen en nuestras espaldas". Nuestro discurso era de combate muy duro frente a la realidad económica y quien la permitía, que era el Gobierno. Y hemos atacado tanto al PSOE en esta campaña que en un momento determinado quizás no apreciamos que en la medida en que el edificio se tambaleaba y las cornisas se caían, nosotros estábamos debajo, y nos golpeaban injustamente. No teníamos que habernos dejado arrebatar por el PP la palabra cambio.

P. A eso es a lo que el PSOE llama pinza: los ataques por la derecha y la izquierda.

R. El brochazo gordo beneficia a la derecha. Es verdad, tenemos que matizar mucho.

P. ¿Lo que dice Gordillo de que es lo mismo PSOE que PP?

R. Eso no se lo cree ni Gordillo, otra cosa es que lo diga, porque tenga una mercadotecnia interna y tal. No le doy mayor importancia. Lo que me pregunto es: ¿Cómo es posible que la gente haya penalizado al PSOE por las políticas de derecha votando a la derecha? ¿Cómo es posible? Pues ha ocurrido. Seguramente nosotros hayamos tenido algo que ver, no en el combate con el PSOE, sino en la expresión de lo que nosotros representábamos para alcanzar esa confianza. O también que los cambios electorales son lentos, y posiblemente no podamos recoger en las municipales lo que estamos en condiciones de recoger en las autonómicas y generales. El PSOE se equivoca al intentar tapar lo que han sido sus errores y responsabilidades pretendiendo nuevamente blandir la bandera de una pinza inexistente que ya no se cree nadie. Le he dicho a Griñán que uno es esclavo de sus palabras y que no voy a aceptar ni un desprecio más respecto a esta fuerza política.

P. ¿Se siente despreciado?

R. Sí, sí, hay desprecios sutiles, de prepotencia intelectual que luego no le sirve para nada. Porque Griñán no ha dado ni una, con todo ese cuerpo doctrinal económico en la cabeza, no ha dado ni una. Recuerdo algún debate con él, y el me decía: "Soy la doctrina". Estoy viendo a algunos dirigentes del PSOE que pueden ser los responsables de obligar con sus desplantes y soberbia a llegar a la altura de Extremadura. Cuidado, cuidado.

P. ¿Entre los 25 puntos políticos que IU pondrá para llegar a un acuerdo está la República?

R. No vamos a ocultar que queremos caminar hacia la III República. Pero eso no está entre las prioridades. La prioridad se llama salir de una situación de economía de guerra que recae sobre las espaldas del colectivo más débil de ciudadanos.

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