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Consternación en A Coruña por los dos fallecidos en la fiesta de San Juan

Un joven brasileño cayó en una hoguera y un argelino se ahogó en la playa

Un joven quemado en una hoguera ante la mirada aterrorizada e impotente de cientos de vecinos. Un hombre que se ahoga en la orilla del mar mientras un amigo, considerablemente borracho, intenta hacer comprender la tragedia a los presentes en la playa. Parecen las escenas de un episodio de CSI, pero fueron dos sucesos trágicos que acabaron con la vida de dos personas a una distancia de pocos cientos de metros en la ensenada del Orzán, y con siete horas de diferencia, mientras más de 100.000 personas celebraban en A Coruña la noche de San Juan.

César Pires, un joven de 22 años, de nacionalidad brasileña, asistía con los amigos del que había sido su barrio hasta hace poco, Labañou, a una hoguera en la calle Pino, en un descampado. "Yo les ayudé a hacer el churrasco, porque vi que no daban pie con bola, pero me fui a las diez de la noche. El mulato, el chaval, me pidió fuego y se lo di con un tizón", recordaba este mediodía Antonio Rodríguez, un hombre de unos 50 años, al lado de las cintas plásticas policiales y la unidad móvil de televisión que identifican los lugares donde se han producido tragedias.

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César se animó a saltar el fuego pasadas las 12 de la noche, cuando la cacharelatodavía superaba los dos metros de altura. "Yo creo que podría haberla saltado, pero dio contra el palo central que la aguantaba, cayó hacia atrás y se empotró en un sofá. Empezó enseguida a derretirse como un muñeco, y se quedó encogido. Fue una visión horrible, la gente empezó a escapar, sobre todo los que iban con niños", relata en la puerta de su casa, enfrente de donde todavía humean los restos de la hoguera a medio consumir, Suso Rey, uno de los pocos que accede a comentar el suceso. Al menos tres de los presentes intentaron sacarlo, pero el viento les echó las llamas encima, y uno de ellos tuvo que ser atendido con quemaduras en un brazo. Ni una dotación de la policía local que llegó al poco tiempo, ni otra de bomberos, que estaba de retén y acudió más tarde, pudieron hacer otra cosa que apagar el fuego y esperar a que el juez levantase el cadáver.

"Acabábamos de apagar la falla[el remedo de ninot que el Ayuntamiento instala en la playa de Riazor] cuando nos enteramos. Esperemos que la noche vaya un poquito mejor, porque todavía queda mucha", declaraba poco después a TVG Carlos Touriñán, el jefe de Protección Civil y Bomberos de A Coruña. No fue mejor. Sobre las ocho y media de la mañana, en la inmediata playa del Orzán, una dotación de la policía local que controlaba la retirada de las toneladas de residuos dejados en el arenal por decenas de miles de personas, intentaba disuadir a un hombre que estaba en el agua.

"Estaba considerablemente borracho, y gesticulaba, y los policías querían convencerlo de que saliera, hasta que entendieron que lo que decía era que un amigo se estaba ahogando. Rápidamente entraron a sacarlo", dice Óscar París, fotógrafo de La Voz de Galicia que recorría la playa haciendo imágenes de la resaca de San Juan. "Estaba a pocos metros de la orilla, en una zona donde se hacía pie de sobra. Los policías le hicieron el RCP [las maniobras de reanimación cardiopulmonar] y yo les ayudé después, pero fue inútil. Yo vi cómo se ponía cianótico en la playa", relata París, que tiene el título de socorrista. La víctima era un hombre de 42 años, de nacionalidad argelina. El alcalde coruñés, Carlos Negreira, que se desplazó a la zona a primera hora de la mañana, señaló que estaban intentando ponerse en contacto con familiares o amigos. El cuerpo fue levantado judicialmente a media mañana. Poco después del mediodía los que ocupaban los arenales de Riazor y Orzán eran los bañistas.

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