Hoy como hace 2.500 años
'Los persas' permite ver juntos a Albert Vidal, creador del arte telúrico, y al director Paco Suárez, y comprobar la vigencia política de la primera tragedia escrita
Para los habituales consumidores de teatro, y no digamos para los profesionales, ver juntos en un espectáculo al director Paco Suárez y al actor Albert Vidal puede resultar atractivo, de puro insólito. Lo están en Los persas, la primera tragedia escrita (hará unos 2.500 años) que se conserva y una de las 79 que se conocen de Esquilo. En ella habla de la derrota del poderoso ejército persa frente al humilde y relativamente escaso ejército de ciudadanos griegos en la batalla de Salamina. La acción se inicia el 25 de enero de 2011: "El texto está en plena vigencia; la premisa es democracia frente a tiranía sin olvidar dónde están los perdedores", señala el director.
El montaje se estrena el jueves en la sala pequeña del teatro Español y estará hasta el 24 de julio, lo que posibilita ver por primera vez en España a Albert Vidal trabajando para un director que no sea él mismo. Lo ha logrado Suárez: "Hace unos años vi Alma de serpiente", dice el director, en relación al mítico espectáculo de Vidal, "y decidí convocarlo para que surja del fondo de la tierra y que nos hable de las veleidades de los hombres, de la paz, de la conciliación, de la concordia..., ha sido un maravilloso encuentro".
"La premisa del texto es democracia frente a tiranía", señala el director
"Suárez sabe que ha contratado a un 'sioux", afirma el protagonista
Vidal, creador de un género propio que denomina arte telúrico, que presentó en los años noventa en el ICA de Londres en medio de la aclamación de la crítica, sonríe con esa expresión a mitad de camino entre sabio anciano y joven gamberro, y dice: "Me he encontrado más cómodo de lo que pude imaginar, se ha dado una gran sintonía que me ha permitido seguir siendo Albert Vidal, y al mismo tiempo trabajar a las órdenes de un director. Él sabe que ha contratado a un sioux que corría por las montañas", dice de sí mismo, "y lógicamente se arriesgaba a que hiciera algo raro, pero gracias a esta sintonía he podido afirmar mi trabajo adecuándolo al alma de Paco".
Suárez, que ha dirigido en dos ocasiones el Festival de Teatro Grecolatino de Mérida, nació en 1948 en el seno de una familia gitana, de herreros y tratantes. Estos orígenes y su impronta gitana han marcado su carrera y, como él mismo reconoce, le han permitido aportar una visión diferente y comprometida a las artes escénicas, especialmente en sus montajes de clásicos griegos. Aquí se ha encargado también de la dramaturgia, a partir de una versión del escritor y experto Jaime Siles. Ha contado con importantes actores en el montaje: Miguel Palenzuela, Alicia Sánchez, Críspulo Cabezas, Inés Morales y Jesús Noguero. Es una propuesta simbólica y austera que remite a recientes acontecimientos en países como Túnez, Egipto, Libia...
"Lo que contamos es algo fundamental, ya que hay una premisa esencialísima en el texto de Esquilo; la que avisa a los hombres de la necesidad de no pasar nunca los límites de la ley, porque de lo contrario habrá culpa y habrá castigo", señala Suárez, quien incide en que el texto de Esquilo es una obra política. "Atravesada por varias líneas: las no necesarias guerras, la creación de las cancillerías con bastardos intereses y la necesidad de que el hombre dé testimonio de que las guerras llevan a la locura, al dolor y al desastre de la humanidad; y el mar como símbolo y metáfora de ese espacio sagrado que el hombre no debe tocar".
El director quiere que no se olvide que esta obra contiene un mensaje ideológico: "La defensa de la libertad es capaz de insuflar el valor suficiente a un puñado de ciudadanos para imponerse a los ejércitos y autarquías más poderosas del mundo; y también un mensaje moral: los dioses favorecen la mesura, pero castigan, antes o después, el exceso".
Los persas, de Esquilo. Teatro Español. Del 23 de junio al 24 de julio.
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