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En órbita para un tercer Sónar

El poco público no desanima a la organización para montar el próximo festival

A la reducida versión gallega del Sónar le va a costar consolidarse, pero tiene perspectivas de continuidad. Dos ediciones frente a las 18 que lleva en Barcelona el reputado festival internacional de música avanzada no son nada. Pinchó la asistencia al segundo Sónar Galicia que se cerró la pasada madrugada en A Coruña. Unas 8.400 personas participaron en las dos noches de esta recortada y nocturna versión galaica del evento barcelonés. Era el aforo previsto para cada sesión.

Lejos se quedaron de colgar el cartel de "no hay entradas" como el año pasado. "Nos faltó gente, pero fue un buen festival, con un cartel variado, estamos muy satisfechos", comentó ayer el codirector, Ricard Robles. La marca quiere seguir celebrándose en Galicia en paralelo a Barcelona. Trabajará para que haya un tercera edición, aseguran sus responsables. Dependerá de cómo respondan los patrocinadores, públicos o privados. La Xunta redujo su aportación aunque sigue siendo significativa, un tercio de un evento que cuesta 1,22 millones de euros. Que se mantenga en 2012 no está para nada garantizado.

La estrafalaria M.I.A. ofreció un espectáculo pretencioso y vacío
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Acertadísima fue la reorganización en el recinto ferial de Expocoruña de los escenarios, reducidos a dos este año pero de mucha mayor calidad acústica y una comodidad para moverse de un espectáculo a otro que se agradecía, máxime cuando no se podía entrar y salir del recinto durante las nueve horas de programación que duraba cada sesión. El prescindir de dar pulseras habituales en los festivales obligó a reducir a un único acceso cada entrada. Si se salía, no se podía volver. Fue uno de los mayores fallos y lo que generó más protestas.

Pero no deslució la fiesta que fue, en la segunda noche, redonda. El abarrote llegó con los jóvenes australianos de Cut Copy. No estaban entre los "diez imprescindibles del Sónar Galicia" que marcó la organización, ni les tocó el escenario principal y más grande. Pero consiguieron un lleno total y que el público se rindiese ante su elegante pop sintético, sin tener que desplegar pomposos alardes audiovisuales. Para eso estuvo la extrafalaria M.I.A. a la que le tocó arrancar la sesión del sábado con un show pretencioso y vacío de estética. Cuando menos no dejó a nadie indiferente: o no gustó nada de nada por cargante, o engatusó a otra parte de la asistencia, sobre todo la de menor edad, que acabó como enloquecida ante una artista. Nada que ver con el excelente concierto de Cut Copy que puso en órbita al público para el resto de la noche.

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El veterano Richie Hawtin, uno de los cabeza de cartel, retrasó su actuación para no cortar la fiesta que daban los australianos en el otro escenario y eso también se agradeció. No defraudó, como tampoco lo hizo el directo de Four Tet o la efectiva propuesta del trío sudafricano Die Antwoord. La noche terminó entre las mezclas de James Murphy, reconvertido en las platinas, y Boys Noize.

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