_
_
_
_
_
Reportaje:Dinero & inversiones

Qué pasa tras un 'gatillazo' bursátil

El número de cancelaciones de salidas a Bolsa en Europa se duplica en 2011

David Fernández

Hablar de nuestras virtudes se presta a la verborrea. Reconocer un fracaso se solventa con pocas palabras. Telefónica iba a sacar a Bolsa el 51% del capital de su call center, Atento. El 13 de junio era la fecha prevista para el estreno. La operadora había registrado en la CNMV el folleto de colocación. Un tocho de 218 páginas para explicar las bondades de su filial. El pasado 10 de junio, sin embargo, en un escueto comunicado de una sola página informaba de su decisión de suspender la operación "a la vista de la desfavorable situación de los mercados". Atento no es un caso aislado. En España hay varios ejemplos en la última década de cancelaciones de una oferta pública de venta (OPV). Es una tendencia, además, que no se circunscribe solo al mercado local y que se ha acelerado en los últimos meses con el regreso de las turbulencias a los mercados. De hecho, el número de salidas a Bolsa frustradas en Europa en lo que va de año es de 19, un 111% más que en el mismo periodo del año anterior, según cifras de Bloomberg.

Tras un fiasco, pocas veces se vuelve a intentar. Grifols es la excepción

"Para minimizar el impacto de una suspensión lo que se suele hacer es no anunciar la salida a Bolsa hasta haber sondeado previamente el mercado y contar con cierto respaldo", explica Ignacio de la Torre, socio de Arcano. "Cuando se produce una cancelación, lo normal es echar la culpa al mercado. Hay veces que es así, pero en otras ocasiones es que esa empresa no gusta con independencia de la valoración, o se desconfía del equipo directivo...", añade. Si bien es cierto que hay una correlación positiva entre estar en Bolsa y vender más, esta ecuación no se produce a la inversa. "Los clientes no van a dejar de comprar tus productos porque no puedas cotizar. Creo que el mayor impacto se produce en la moral de los gestores ya que el proceso de colocación es muy largo e intenso", explica De la Torre.

La situación coyuntural de los mercados, es decir, el grado de aversión al riesgo, condiciona el éxito de una salida a Bolsa. También influye la urgencia del vendedor por captar financiación a cualquier precio o hacer líquida su participación con independencia del descuento que se aplique a sus acciones. Un tercer factor que también influye en el devenir de la operación es la elección del tempo. Uno de los axiomas bursátiles más conocidos es aquel que recomienda a los inversores que el último euro "lo gane otro". Este consejo viene a decir que hay que tomar distancia con las burbujas, separarse a tiempo de las tendencias. En las salidas a Bolsa hay modas. Un sector acapara el foco del mercado y muchos actores de ese negocio aprovechan la coyuntura para debutar en el parqué. Las condiciones económicas, o simplemente los gustos a veces caprichosos de los inversores, pueden variar de un día para otro. Ser de los últimos en subirse a ese carro puede echar al traste la OPV.

Las cajas son conscientes de que el dinero del mercado para este tipo de entidades es finito. Por eso entre Bankia y Banca Cívica se ha abierto una carrera en toda regla por ser los primeros en probar suerte. Entre 2004 y 2007 España vivió la burbuja del ladrillo y hubo un rosario de salidas a Bolsa de inmobiliarias (Fadesa,

Renta Corporación, Parquesol, Astroc,

Riofisa, Realia...). En este contexto de euforia inició Grupo Inmobiliario Tremón los trámites para cotizar. Corría el otoño de 2007 y la crisis económica empezaba a dar sus primeros coletazos. Los inversores dieron la espalda al sector y Tremón tuvo que guardar el proyecto en el cajón. Otro tanto ha ocurrido en el sector de las energías renovables. En 2007 hubo dos OPV (Solaria e Iberdrola Renovables). Dos años después del cambió en el panorama económico -y con él la certidumbre regulatoria- y la voluminosa colocación de Renovables -levantó más de 4.000 millones, acaparando gran parte del dinero de los fondos de inversión expuesto a proyectos de energías verdes- llevó a tres empresas (Renovalia Energy, Eolia y

T-Solar) a cancelar sus operaciones.

Sufrir un gatillazo bursátil no es el fin del mundo. De hecho, las empresas suelen minimizar de puertas hacia fuera este contratiempo. "La compañía ha continuado su plan de negocio y expansión internacional tal y como estaba previsto y con independencia de no haber salido a Bolsa", señalan desde Renovalia. Aunque se intente aparentar normalidad, lo cierto es que la suspensión de una OPV suele suponer algunos cambios. "Cotizar era una de las opciones de financiación de la empresa. El día despúes de cancelar el proyecto se empiezan a buscar vías alternativas. En nuestro caso recurrimos a los préstamos bancarios y a la venta de algunos activos. La salida a Bolsa no está sobre la mesa ahora mismo porque el plan de negocio está totalmente financiado", argumentan fuentes próximas a Eolia.

Juan Laso, consejero delegado de T-Solar, también tiene una explicación parecida: "Los objetivos de la compañía continúan siendo esencialmente los mismos. Lógicamente, hemos tenido que adecuar estas metas a los ritmos temporales que nuestra capacidad financiera permite". ¿Volverán a intentarlo? "La puerta siempre está abierta y estamos preparados para ello. Entendemos que las circunstancias de estabilidad que deben rodear una colocación todavía no están constituidas", señala Laso.

No se puede hablar de estigma, pero pocas son las empresas que tras fallar en su intento de saltar al parqué vuelven a intentarlo con éxito. Una excepción es Grifols. En julio de 2004, cuando la empresa se denominaba Probitas Pharma, registró el folleto de salida a Bolsa. El equipo gestor, junto con los bancos colocadores, valoró la empresa en una horquilla de entre 570 y 700 millones. Días antes del estreno decidieron posponer los planes. Dos años después, en abril de 2006, ya bajo la denominación de Grifols, el grupo de hemoderivados catalán sí recibió la valoración que creía correcta del mercado (900 millones) y culminó la salida a Bolsa. Desde entonces, las acciones suben un 200%.

La valoración es clave para que una OPV tenga éxito. Ahora bien, entre lo que el vendedor considera malvender su compañía y lo que el inversor entiende por descuento atractivo a veces hay una delgada línea roja. Cuando Iberia salió a Bolsa (2001) dio una banda inicial de precios para sus títulos entre 1,71 euros y 2,14 euros. La presión del mercado le llevó a tasarlos finalmente un 30% por debajo (1,19 euros), pero no abortó la operación. A comienzos de 2011, la fusión con British Airways valoraba las acciones en 3,35 euros. En cambio, Telefónica sacó a Bolsa Terra (1999) al precio más elevado de la banda inicial (11,81 euros) y la absorbió poco después a 5,25 euros. Ya se sabe, a veces es de necios confundir valor y precio. -

Atento, filial de Telefónica, ha protagonizado una de las últimas cancelaciones de salida a Bolsa en Europa.
Atento, filial de Telefónica, ha protagonizado una de las últimas cancelaciones de salida a Bolsa en Europa.CINCO DÍAS

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

David Fernández
Es el jefe de sección de Negocios. Es licenciado en Ciencias de la Información y tiene un máster en periodismo por EL PAÍS-UAM. Inició su carrera en Cinco Días y desde 2006 trabaja en EL PAÍS, donde se ha especializado en temas financieros. Ha ganado los premios de periodismo económico de la CNMV, Citigroup, Aecoc y APD.
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_