El Consell más difícil de Camps
El presidente ultima el diseño del gabinete que tendrá que afrontar la crisis
El reelegido presidente de la Generalitat, Francisco Camps, jurará su cargo el próximo martes, después de que el Boletín Oficial del Estado publicara ayer su nombramiento. Tras jurar el cargo por tercera vez, Camps echará mano del teléfono para llamar a los elegidos que formarán parte de su nuevo gabinete. Será su Consell más difícil de confeccionar.
Camps ha acostumbrado a los suyos a la sorpresa. Escucha las opiniones de su entorno más cercano y guarda silencio. "Hasta el lunes por la noche, como pronto, no empezará a llamar a los que ocuparán las principales carteras", afirma un miembro de su gabinete actual, que añade: "Y es posible que algunos se enteren tan solo un par de horas antes del anuncio del nuevo Consell".
Las carteras económicas son la clave y las sociales las importantes
Las circunstancias, en cualquier caso, mandan. Como hizo en 2007, cuatro años más tarde Camps ha utilizado los principales cargos del PP en las Cortes para despejar a parte de su gabinete actual. Allí ha desplazado al vicepresidente tercero, Juan Cotino (ahora presidente de la Mesa de las Cortes), y a los consejeros de Educación, Alejandro Font de Mora (vicepresidente primero de la Mesa), y Bienestar Social, Angélica Such (secretaria primera de la Mesa), además de mantener a Rafael Blasco como portavoz parlamentario.
Es decir, de 13 consejeros, el presidente de la Generalitat ha prescindido ya de tres, o cuatro si se cuenta a Blasco, y se acerca a la consigna dada por Mariano Rajoy de reducir de manera notable las Administraciones autonómicas.
Esperanza Aguirre, que llegó a tener 15 consejerías en 2007 las redujo durante la legislatura a nueve y, tras su investidura la semana pasada, ha decidido reducirlas a ocho: Vicepresidencia, Cultura y Deportes y portavocía; Presidencia, Justicia e Interior; Economía y Hacienda; Transportes e Infraestructuras; Educación y Empleo; Territorio y Medio Ambiente; Sanidad; Asuntos Sociales, Mujer e Inmigración.
El mallorquín José Ramón Bauzà, el otro presidente popular que ha formado gobierno estos días, ha confeccionado un gabinete con solo siete carteras: Vicepresidencia Económica de Promoción Empresarial y Ocupación; Presidencia; Educación; Salud, Familia y Bienestar Social; Administraciones Públicas; Turismo y Deporte, y Agricultura, Medio Ambiente y Territorio.
Si sigue un patrón de austeridad similar, el presidente valenciano puede reducir las 13 carteras actuales a ocho o nueve departamentos. Consejerías que, como tiene costumbre, servirán para consolidar a algunos de los miembros del actual Consell, subir en el escalafón a algún cargo de segundo nivel e incorporar alguna novedad inesperada.
La rótula del nuevo Consell estará en las carteras económicas, en las que el jefe del Consell ha de decidir sobre la continuidad o no de Gerardo Camps (Economía) y Vicente Rambla (Industria). Son las carteras que deben mejorar la eficiencia de los ingresos, por un lado, y sacar la tijera y aplicar medidas de choque de contención del gasto, por otro.
A favor de la continuidad de Gerardo Camps juega su experiencia como consejero de Economía -ocupa la cartera desde que Francisco Camps fue elegido en 2003 y es consciente de la gravedad de la situación de las arcas de la Generalitat-. Rambla tiene a su favor haber sido la persona que ha diseñado la reestructuración del sector público de la Administración valenciana y su carácter disciplinado. En contra de ambos juega la animadversión que se tienen los dos y las interferencias que se han hecho en las dos últimas legislaturas. Quien sí parece tener un papel garantizado, y no menor, es la actual portavoz, Paula Sánchez de León.
En un segundo nivel, Camps ha de decidir quiénes son los responsables de las carteras sociales: Sanidad, Bienestar Social y Educación, que ahora llevará aparejada el área de Empleo, tal y como anunció el propio Camps. Son departamentos en los que hay que reducir el gasto, incentivar la entrada del sector privado -fundamentalmente en Educación-. Son áreas propicias para la continuidad de Manuel Cervera (Sanidad) o Serafín Castellano (Gobernación) y la entrada de perfiles similares procedentes del segundo escalón del Consell o de la bancada popular.
Las carteras relacionadas con las infraestructuras y la agricultura podrían dar la sorpresa con la entrada de algún dirigente empresarial o sindical, como ha hecho el presidente balear en la cartera de Agricultura, para la que ha designado al presidente regional de la organización agraria Asaja. Pero mientras se desvela el secreto, Camps seguirá intentando encajar su sudoku más difícil.
Del eje de la prosperidad a la austeridad
El presidente de la Generalitat, Francisco Camps, anunció el pasado jueves en su discurso de investidura una nueva etapa en su proyecto político, tras el tsunami popular salido de las urnas el pasado 22 de mayo en toda España. "Una nueva etapa que es decisiva también para el futuro de nuestra nación, en la que las comunidades autónomas debemos trabajar unidas con un nuevo Gobierno que afronte con valentía las reformas necesarias", dijo.
Será la construcción del tercer escenario del presidente del Consell, que siempre ha adaptado el marco de sus políticas a la situación del PP, en general, y de Mariano Rajoy, en particular.
En julio de 2004, tras la primera victoria del PSOE de José Luis Rodríguez Zapatero, Camps conformó con sus homólogos de Madrid y Baleares, Esperanza Aguirre y Jaume Matas, respectivamente, un denominado eje de la prosperidad, pensado como un contrapeso a la nueva Administración socialista del Estado. El esquema duró poco por los coqueteos de Jaume Matas -todavía embajador honorífico de la Comunidad Valenciana- con el proyecto de eurorregión que impulsaba el catalán Pasqual Maragall, y la pretensión de Esperanza Aguirre de liderar la crítica a Mariano Rajoy.
El primer semestre de 2008, tras aumentar Zapatero su ventaja en las generales, abrió paso al segundo escenario. Camps se mostró como el barón más poderoso del PP, sostuvo en el congreso de Valencia a Rajoy y estrechó lazos con su homólogo murciano Ramón Luis Valcárcel, su único aliado en un territorio rodeado de gobiernos socialistas.
Pero si el primer escenario le sirvió a Camps para poner el acento en la singularidad de las políticas valencianas y el segundo le permitió una gran influencia en las políticas estatales del PP, el tercer escenario está llamado a ser el de la homogeneización y el pulido de los rasgos propios en favor de la "marca-país España". En ese contexto se enmarcan ahora elementos como la reducción del número de consejerías -el Gobierno saliente de Castilla-La Mancha lo hizo hace un año- o la ruptura del consenso lingüístico sobre el valenciano para dejar atrás, en favor del castellano y el inglés, la etapa de normalización de las lenguas cooficiales existentes en España siguiendo el modelo gallego del popular Alberto Núñez Feijoo, al que también se ha sumado el balear Bauzà o, en un contexto diferente, la catalana Alicia Sánchez Camacho. Y todo ello en una situación de grave crisis económica y malestar social que obliga, por fuerza, a la austeridad.
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