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Crítica:DORMIR
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

La Alhambra, mi jardín

El Parador de Granada, recuerdos inolvidables y una factura abultada

Su emplazamiento es sublime y, sin embargo, los altos precios que aquí se barajan no resisten una crítica en las redes sociales. En consecuencia, el parador de Granada, que tiempo atrás exigía una anticipación mínima en la reserva de seis meses, cierra ahora su balance diario con habitaciones vacías a 320 euros la sencilla.

Lo que no cabe negar es el privilegio de estar en un antiguo palacio nazarí en el mismísimo recinto de la Alhambra. Isabel la Católica instaló aquí el primer convento de la ciudad reconquistada, el de San Francisco, y sus restos yacieron entre estos muros junto a los de Fernando el Católico hasta su traslado a la Capilla Real de Granada. A través de sus arcos es imposible no toparse con alguna reliquia, ora ajimeces, ora azulejos o los restos arqueológicos de los antiguos baños reales. Y jardines cuidados primorosamente, los traseros con vistas a los otros monumentales del Generalife... ¿No es acaso un portazgo menor el costearse un amanecer con semejante paisaje?

PARADOR DE GRANADA

PUNTUACIÓN:7,5

Categoría oficial: 4 estrellas. Dirección: Real de la Alhambra, s/n. Granada. Teléfono: 958 22 14 40. Rreservas: 902 54 79 79 (Paradores de Turismo). Internet: www.parador.es. Instalaciones: garaje, jardín, salón, sala-comedor de convenciones para 36 personas, cafetería, terraza, restaurante. Habitaciones: 35 dobles, 5 suites; todas con satélite, wifi, minibar, secador. Servicios: algunas habitaciones adaptadas para discapacitados, animales domésticos prohibidos. Precios: desde 320 euros, con IVA y desayuno; oferta única, 190 euros, IVA y desayuno incluidos (consultar fechas de aceptación llamando al teléfono 902 61 15 57).

Claro que la cafetería, abierta al público, reúne también a los curiosos que visitan el monumento y, de paso, obtienen sombra en esas tórridas tardes que el verano sentencia abajo, en las calles de Granada. Se solazan en silencio y se licúan después con el gorgoteo de las fuentes, el trino de los gorriones, el tañido de las campanas de las iglesias... Si en lugar de ese tañido se oyera el canto del almuédano, el escenario nos transportaría fielmente a Marrakech.

Un claustro de dos pisos sostenido por columnas toscanas arma la planta del edificio. Se usa más que nada para hacerse fotos en familia, y si no hay nadie, para meditar. A un costado vemos el testero de la iglesia donde se situaba el altar, con sus arcos moriscos de escayola y un mirador con bóveda de mocárabes vedado al público.

Las habitaciones se distribuyen por esa zona a través de espacios algo desasistidos, a pesar de la última reforma, con circulaciones imposibles, descolocadas. Arquitectura y tradición obligan. Pero la principal queja es que este parador de alto precio es... muy parador. Lo que equivale a significarlo con la misma decoración de los demás paradores, las mismas utilidades, los mismos lugares comunes de aquellos que salen por la tercera parte. Dicho esto, hay que disputar con anticipación los números 210 y 211, las mejores al estar en el convento original. Si hay posibles, la suite 304, Torre del Alba, es ideal atalaya para contemplar la Alhambra, el palacio del Generalife, la vega de Granada y hasta las cumbres de Sierra Nevada que, al atardecer, muestra su indeleble perfil rosado.

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Habitación y terraza del Parador de Granada.
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