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Reportaje:

Bob Esponja entre tricornios

La Guardia Civil presume de medios ante 600 escolares de Narón y Ferrol

La estampa de un helicóptero del instituto armado aterrizando ayer en el césped del parque de Narón dejó boquiabierto a más de un viandante. Había tal despliegue de agentes y medios que muchos curiosos interrumpieron su particular ruta del colesterol para acercarse al corrillo de guardias uniformados de verde oliva y averiguar qué ocurría.

La Guardia Civil desplegó ayer por la mañana una pequeña parte de su potencial en el paseo marítimo de Xuvia, en la orilla norte de la ría ferrolana, para impresionar a 590 escolares de tres a 12 años de cinco colegios de Narón y Ferrol. Armados de paciencia, los agentes no escatimaron tiempo ni medios para explicar a los alumnos en qué consiste su trabajo y cómo manejan su instrumental de trabajo.

En el acto irrumpió un inspector para pedirles los permisos a los agentes
Un niño entonó el "yo quiero marcha, marcha" ante el teniente coronel

Para convencerlos, se llevaron hasta Narón dos lanchas neumáticas del Grupo Especial de Actividades Subacuáticas (GEAS), un equipo completo de buceo, tres motos de la brigada de Tráfico y un todoterreno del Seprona, entre otros vehículos. Todo el parque móvil palideció al lado de un reluciente helicóptero que fue la estrella indiscutible de la exhibición desde que apareció sobre la desembocadura del río Xuvia. La aeronave había estado sobrevolando el litoral ferrolano a primera hora en un operativo de vigilancia y se detuvo en Narón para deleite de los alumnos que observaron boquiabiertos las maniobras de aterrizaje.

Casi 600 escolares se amontonaron en largas colas para desfilar unos segundos por el interior del aparato mientras acribillaban a preguntas a los pilotos, muy atentos a la disparatada verborrea de sus pequeños pasajeros. "¿Vamos a volar?", les preguntaban a sus profesores. El chasco al saber que el aparato no iba a despegarse del suelo era monumental. Los que rondaban la adolescencia se sacaban fotos con los móviles "para fardar en el Tuenti".

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La presencia del helicóptero también llamó la atención de Costas que envió a un funcionario de la Demarcación de Galicia a requerir los permisos de una actividad en la que participaban más de 30 agentes de la Guardia Civil, cinco de la Policía Local y efectivos de Protección Civil.

Solucionado el entuerto, el parque naronés se llenó de camisetas de Bob Esponja entre uniformes, galones y algún tricornio, con la hierba sembrada de mochilas de Spiderman y Dora la Exploradora. Fue una exhibición multidisciplinar organizada por la Guardia Civil a petición del colegio Jorge Juan de Narón, a la que se sumaron otros cuatro centros públicos y concertados de la zona: los CEIP Ponte de Xuvia y Piñeiros, el Santiago Apóstol, en Narón, y el colegio Valle Inclán de Ferrol.

El objetivo, explicó Javier Seoane, portavoz del instituto armado, es acercar a los escolares al trabajo diario de los agentes y permitirles que interactúen con el material. Hace más de una década que este cuerpo con 167 años de historia se decidió a salir de las comandancias y puestos para acercase a los ciudadanos y marcar distancias con el pasado. Organizan charlas dirigidas a alumnos, docentes y padres sobre acoso escolar, drogas, bandas juveniles, redes sociales o violencia de género. "Es fundamental informar, formar y sobre todo prevenir", destaca Fernando, uno de los formadores, que se esfuerza en "reforzar la confianza de los niños en las fuerzas y cuerpos de seguridad".

Un centenar de alumnos del Santiago Apóstol llegaron al parque de Xuvia tras pedalear seis kilómetros en sus bicicletas dirigidos por Simón, el monitor de seguridad vial del municipio naronés. Los más pequeños aparecieron caminando de la mano y otros tantos, en autobús. En pocos minutos, se montó una algarabía ensordecedora que solo amainó cuando aparecieron en escena Bruja y Nora, dos perras de rastreo y rescate entrenadas a diario por la Guardia Civil.

Los alumnos se acomodaron en un gran círculo y trataron de guardar silencio mientras los canes olisqueaban seis maletas diferentes y las ruedas de coche patrulla en busca de explosivos. "Si nos callamos no lo va a encontrar", le decía un canijo a otro, lleno de razón. Un poco despistadas con tanto público, las dos pastoras belgas de dos y seis años no tuvieron su mejor día y aunque erraron, se llevaron los mejores aplausos.

Fue una pequeña exhibición de las capacidades de un cuerpo que cuenta con más de 20 especialidades en tierra, mar y aire. Los escolares se calzaron las aletas de buceo para caminar por el asfalto y cargaron con las botellas de oxígeno. Los alumnos de diez y doce años se montaron en los coches patrulla, activaron las sirenas, cogieron en megáfono para saludar a sus amigos. Uno de los chavales se atrevió a entonar un sonoro "yo quiero marcha-marcha" delante del teniente coronel de la zona.

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