Coque Malla Elogio de la edad plena
Alguien que entra en escena haciendo que atruene por los altavoces Open up your door, de Richard Hawley, se merece un respeto. Coque Malla lo consiguió anoche en la Galileo Galilei por la vía rápida, exhibiendo una voz que ha adquirido un cuerpo cálido y confidencial, muy lejos de aquel deje chuleta que tantos réditos le generó en sus años al frente de Los Ronaldos.
Presentaba este madrileño de 41 años los nueve temas de su último trabajo, Termonuclear, un título algo forzado para un disco con mucha más miga de la que le atribuyen las malas lenguas. Son canciones sencillas pero con aristas, en las que hay margen para modulaciones, desplomes y crescendos; canciones que laten y en las que acontecen episodios que no siempre podríamos dar por sentados. Y crónicas sentimentales que arañan y remueven las tripas: el lirismo de Despierta, la inevitabilidad de ciertas rupturas en Puede ser.
Estuvo anoche acompañado Malla por hasta ocho músicos, con una pequeña sección de cuerda incluida, de la LIPA, el instituto musical de Liverpool promovido por Paul McCartney (aunque una muchacha le preguntaba a sus amigas, con gesto intrigado, por qué la banda provenía de La Elipa). Un gustazo tener veintipocos, rostro bisoño y melenas rizadas al viento; morenas o rubias, como en el caso del guitarrista y el bajista, respectivamente.
Juntos dieron empaque a un repertorio que confirma la edad plena de un autor al que los tiempos de Adiós, papá se le antojan antediluvianos. Saber crecer, lo llaman a eso. El público coreó y disfrutó las nuevas canciones y otras piezas recientes que, como Berlín y su seductor ritmo de vals, amenazan con erigirse en clásicas.
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