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Un joven delincuente ferrolano, líder de una banda, acumula 18 delitos

Se fugó de la comisaría tras herir a un agente y golpear a otro

Tiene 21 años y el historial delictivo de un convicto adulto. Acumula más de una docena de detenciones, suma 18 imputaciones por distintos delitos y ha pasado por la cárcel tres veces en los últimos 14 meses. Ha desvalijado casas habitadas con sus dueños dentro y robado coches que abandonó tras perpetrar sus delitos. En su corta vida como delincuente, Iván Carballo se ha labrado un currículo tan variopinto como inquietante.

La policía le imputa delitos por tráfico de drogas, robos con violencia y fuerza, destrozos contra el patrimonio público y atentados contra los agentes de la autoridad. Hace dos semanas, a Iván Carballo no le tembló el pulso para blandir dos catanas y herir a un joven que se interpuso en su camino tras una simple discusión de tráfico, y este año le ha dado esquinazo a la Policía Nacional ya en dos ocasiones, con dos fugas espectaculares.

Con 21 años, ha ingresado tres veces en prisión en los últimos 14 meses
Estaba escondido en una casa de Valdoviño con su novia embarazada

En febrero, Iván se escabulló por el tejado de un piso de Tejeras, en el barrio de Caranza, cuando la policía iba a detenerlo en medio de un despliegue policial casi de película. Su pandilla lo ayudó a escapar mientras algunos vecinos lo jaleaban desde la acera. El prófugo se creció con los aplausos y durante un buen rato logró esquivar los grilletes saltando y trepando por los balcones de esta barriada obrera del extrarradio ferrolano.

La segunda fuga tuvo lugar el 17 de mayo. Había sido detenido el día anterior como presunto autor de un robo y le tocaba declarar. Con la excusa de ir al baño, se escapó de la comisaría ferrolana aprovechando un descuido del agente que lo custodiaba, de baja por las lesiones que le causó. En su huida desenfrenada golpeó a otro policía. Su gesta fue breve. Tardaron dos días en localizarlo y arrestarlo de nuevo. Estaba escondido en una casa deshabitada de Valdoviño junto a su novia embarazada, una chica guapa y de buena familia que ha sido su cómplice de sus delitos.

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Iván es menudo y moreno, amigo del chándal y con aires de quinqui. Es agresivo, desafiante, y parece disfrutar mucho de sus hazañas delictivas. Lidera una pequeña banda de jóvenes delincuentes tan bravucones como imberbes que llaman la atención por su atrevimiento. Lejos de arrepentirse, su líder es descarado y reincidente, opinan los investigadores.

Desde que cumplió la mayoría de edad, Iván Carballo ha entrado y salido de la prisión provincial de Teixeiro al menos en tres ocasiones. En 2010, el juez decano, Alejandro Morán, lo envió a la cárcel en marzo y octubre por varios delitos de robo con violencia. La última, la semana pasada por un doble delito de atentado contra la autoridad. Su paso por el penal no lo hizo desistir de su fulgurante carrera delictiva. Este año, volvió a las andadas con sus métodos habituales.

Robó un coche y desvalijó la casa de un matrimonio de ancianos de Pedroso (Narón) junto a otro compinche. Irrumpió en la vivienda de madrugada mientras dormían, los amenazó con un palo y se llevó un botín de 2.000 euros. No tardó en meterse en líos otra vez. En plena calle, el día 13, amenazó con dos catanas al conductor de un vehículo con el que había discutido poco antes y logró herirlo en la muñeca.

Desde que cumplió la mayoría de edad, ha desfilado varias veces por los tres juzgados de Instrucción de la ciudad, que se reparten sus abultadas causas pendientes. La primera vez que compareció en la sala, lloró como un niño y se deshizo en sollozos de arrepentimiento. Su farsa ablandó al juez y se fue de rositas. La segunda vez, el mismo magistrado lo envió a la cárcel sin contemplaciones. No obstante, en el juzgado ferrolano apuntan que "es muy difícil encontrar testigos en su contra por el miedo que le tienen".

Aunque ya tenía antecedentes, Iván Carballo llamó la atención de la policía ferrolana por primera vez en marzo del 2010 con un peculiar robo de joyas en un piso del centro de Ferrol. Logró que un amigo enamorase a una niña rica y le hurtaron las llaves de la mochila para asaltar la casa de sus padres y vaciar la caja fuerte. Escoltado por su novia y el resto de su banda juvenil, volvió a robar en varias viviendas de la comarca y se atrincheraron en un fabuloso chalé de Narón donde vivía toda la pandilla en plan okupa entre plantas de marihuana y motos, ordenadores y teléfonos móviles robados.

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