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Reportaje:

El preso modélico

Sito Miñanco, condenado por narcotráfico, logra el primer permiso gracias a su buen comportamiento como encargado del polideportivo de la cárcel

Hace cuatro décadas, un joven pelirrojo del barrio cambadés de Santo Tomé, perteneciente a una saga de marineros conocidos como Los Miñancos, se daba a conocer entre los contrabandistas de tabaco de la ría de Arousa. José Ramón Prado Bugallo tenía apenas 25 años pero su carisma y ambición pronto le situaron en la máxima jerarquía de una de las tres compañías tabaqueras más poderosas, la ROS, una jefatura que le costó su estreno en la cárcel en las navidades de 1983.

Fue entonces cuando se había desatado por sorpresa la gran redada contra el negocio de importación ilegal del tabaco americano y mientras casi todos los contrabandistas huían despavoridos a Portugal, Sito Miñanco no tuvo escapatoria cuando la Policía lo esposó en su propia casa, donde halló un zulo de cajetillas en un doble fondo de la cocina. Después de pasar una temporada en la cárcel, Sito consiguió la libertad. Es a partir de aquella etapa cuando en realidad comenzó su meteórica carrera, pero esta vez en solitario, después de comprobar que sus dos socios en el contrabando le habían dejado sin un céntimo mientras estaba encarcelado, según el propio Miñanco confesaría años más tarde.

Además de encargarse de la limpieza, hace deporte a diario
Los magistrados creen que tiene que prepararse para la vida en libertad

Arruinado o no, lo cierto es que al poco tiempo, Sito fundó una organización tan sólida que le permitió dedicarse al tabaco y a las drogas, contando con una potente infraestructura naviera de buques y planeadoras. En algunas de sus sonadas descargas en las rías Baixas, el propio jefe pilotaba las veloces embarcaciones que luego comenzó a construir a pares en su astillero de San Tomé y que llevaban el nombre de Sipra (Sito Prado) en el costado.

Sito siempre se jactó de ser el mejor pero también de contar en su nómina con varios agentes uniformados que le facilitaban información. En las navidades de 1988 protagonizó uno de los episodios más sonados cuando una de sus lanchas, la Wind Star, fue apresada en circunstancias nunca aclaradas con un alijo de tabaco. Sus tripulantes se autoinculparon ante el juez y acusaron de cohecho a dos cabos de la Comandancia de Marina de Vilagarcía y de haberse quedado con una parte del alijo que no apareció. Pero los funcionarios fueron absueltos por falta de pruebas.

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A finales de los ochenta, Sito había conquistado un emporio y su nombre trascendía al otro lado del Atlántico. En Cambados era venerado como benefactor de cuanta obra social se hiciera en el pueblo. Mientras ayudaba económicamente a muchos de sus vecinos, pagó el altar de la iglesia de su parroquia y subvencionó el estadio de fútbol, llegando a presidir el Club Cambados, al que elevó a segunda. Lejos de los comentarios que lo relacionaban con las drogas, el capo se abría camino en Panamá, un país aliado de los intereses económicos y mercantiles de contrabandistas y narcotraficantes. Allí, Sito se codeó con el poder político y financiero, colaborando incluso en la campaña electoral del entonces presidente Manuel Antonio Noriega.

Miñanco llevó de gira por varios países a su club de fútbol para promocionarlo. Fue recibido por las autoridades locales, como el entonces embajador de España en Panamá, que se dejó fotografiar con el presidente y los jugadores. Fue precisamente en este país donde se refugió para zafarse de la Operación Nécora como uno de los objetivos del juez Garzón. Pero seis meses después, el 19 de enero de 1991, terminaba su búsqueda y comenzaba para él un largo calvario tras ser condenado a 20 años de cárcel por un alijo de 300 kilos de cocaína.

Sus abogados iniciaron una cruzada judicial para demostrar que los pinchazos telefónicos ordenados por Baltasar Garzón, la principal prueba contra Sito, eran ilegales. Después de que el Supremo confirmara la sentencia de la Audiencia Nacional y recurriesen al Constitucional, aún pasarían varios años hasta que el Tribunal de Estrasburgo les diese la razón aunque no tuvo repercusiones para su condena.

Durante su larga estancia en la cárcel pudo comprar algunos privilegios, como tener un teléfono móvil por donde seguir dando órdenes, pero fue pillado in fraganti en su celda. La investigación judicial por cohecho finalmente fue archivada. En 1998 consiguió la libertad condicional, pero en agosto de 2001 sus audacias le costarían otra condena de 16 años de cárcel. Desde 2004 ha recorrido siete prisiones. Por lo demás, en sus expedientes no consta ninguna incidencia: "Es educado pero exigente con sus derechos", comentan desde Instituciones Penitenciarias.

Además de encargarse de la limpieza diaria de la celda que comparte con otro preso, Sito hace deporte a diario, por prescripción médica, y era el encargado del polideportivo en la cárcel de Huelva, de donde salió el 9 de mayo para ingresar en la de Algeciras. La Junta de Tratamiento de Huelva fue la que informó a favor de su primer permiso carcelario, después de 10 años sin pisar la calle y por su intachable comportamiento. La Audiencia Nacional no se opuso mientras sí lo hicieron con contundentes argumentos el juez central de vigilancia penitenciaria, el fiscal y el propio educador de Sito. Los magistrados creen que el preso modélico gallego tiene ya que "empezar a prepararse para su vida en libertad" desde la pasada semana.

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