Una mirada decimonónica
Una exposición muestra cómo veían su ciudad los artistas malagueños del XIX
José Moreno Carbonero (Málaga, 1860-Madrid, 1942) está considerado uno de los últimos grandes pintores de historia del siglo XIX. De él se sabe que fue profesor y catedrático de Dibujo del Natural de la Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid; que estuvo muy solicitado por diversas instituciones oficiales, como el Senado español, que en 1888 le encargó el cuadro La entrada de Roger de Flor en Constantinopla. Se sabe de sus innumerables premios, como el máximo galardón en la Exposición del Vaticano de 1888 y otros obtenidos en la Exposición Universal de París de 1889, en la Internacional de Budapest de 1890, en la Universal de Berlín de 1891 y dos años más tarde, en la Universal de Chicago.
Moreno Carbonero utilizo paisajes de la ciudad en muchas de sus pinturas
Sin embargo, pocos conocen que Moreno Carbonero utilizó Málaga como escenario de inspiración para buena parte de sus obras, tuvieran o no relación con su ciudad natal. Por ejemplo, La entrada de Roger Flor en Constantinopla, lo pintó en la arena de la plaza de toros de La Malagueta porque la luz malagueña era ideal para ambientar el esplendor de la antigua Bizancio; o la escena de Encuentro de Sancho Panza con el Rucio y Don Quijote y los molinos de viento, también inspirada en tierras malagueñas, en fincas de La Hoya de Málaga, donde solía residir cortos periodos de tiempo.
Profundizar en las vidas de los pintores malagueños del siglo XIX, "cuya producción constituye un referente superlativo de la cultura de Málaga", y "dar visibilidad a su obra" son, según la directora del Museo del Patrimonio Municipal, Teresa Sauret, objetivo de la muestra Málaga en la pintura del siglo XIX, que se puede ver hasta el próximo 18 de septiembre.
Una quincena de piezas, algunas cedidas por el Museo del Prado, otras de instituciones y colecciones privadas, permiten conocer cómo era la Málaga decimonónica a ojos de artistas malagueños como Antonio Muñoz Degrain, que fue maestro de Picasso (Noche clara en la Caleta); del especialista en marinas Guillermo Gómez Gil (Efecto de luna) o del padre del paisaje moderno español, Carlos Haes, de quien se exhiben Restos de un naufragio (1884) y Paisaje de Torremolinos (1876).
Antonio Gisbert, José Gartner, Herrera Velasco, Ferrándiz, Murillo Carreras o Denis Belgrano son otros de los artistas presentes en la muestra que, influidos por el Romanticismo, convirtieron a Málaga en su musa.
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