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Necrológica:
Perfil
Texto con interpretación sobre una persona, que incluye declaraciones

Robert Stempel, un ecoejecutivo en Detroit

Desde la dirección de General Motors impulsó proyectos de tecnología limpia y eficiente, como el coche eléctrico

Las cosas han cambiado mucho en Detroit desde que Robert Stempel estuvo al frente de General Motors, hace dos décadas. El gigante estadounidense de la automoción es ahora mucho más pequeño y ágil, tras pasar hace dos años por el taller de la suspensión de pagos. Y da vida a uno de los proyectos que impulsó este ingeniero: el coche eléctrico.

Stempel murió el 7 de mayo en West Palm Beach (Florida), a los 77 años. Estuvo al frente de GM en uno de los periodos más difíciles de esta industria, considerada hasta no hace mucho como la espina dorsal del tejido industrial estadounidense. "Fue un presidente muy popular entre los empleados y un ingeniero muy visionario", señalan fuentes de la compañía de Motown.

Dirigió GM en uno de sus momentos más turbulentos y difíciles

La carrera de Stempel, nacido en 1933 en Trenton (Nueva Jersey), comenzó en 1958, en el departamento de chasis de la filial Oldsmobile. Allí formó parte del equipo que desarrolló el Toronado, el primer vehículo de tracción delantera que se comercializó en EE UU desde el clásico Cord de 1937. Era un coche más eficiente y ligero que los de tracción trasera.

Era solo el comienzo. De ahí fue escalando posiciones hasta que en 1973 fue designado asistente especial de Ed Cole. El expresidente de GM le puso al frente del equipo de control de emisiones y del desarrollo del catalizador, uno de los avances más importantes en materia medioambiental. Entonces ya defendía la necesidad de fabricar vehículos más pequeños.

Con el paso de los años ocupó cargos de dirección en las filiales Chevrolet, Opel, Buick y Cadillac, hasta que en 1987 se hizo con el puesto que supervisa todas las operaciones del grupo. Tres años después, sería ascendido a la presidencia ejecutiva de GM, en relevo de Roger Smith. Fue un periodo turbulento por la recesión, que le forzó a realizar un importante ajuste.

Ironizaba diciendo que solo tuvo un buen día al frente de GM: fue el primero, porque en la segunda jornada empezó la pesadilla con la invasión de Kuwait. En el primer año al volante, con las ventas de coches cayendo en picado por el alza del crudo, Stempel, que padecía de corazón, tuvo que cerrar una decena de plantas y despedir a decenas de miles de empleados.

Su salida de GM en otoño de 1992 fue dramática, tras perder la confianza de su consejo de administración. Una revuelta interna que empañó sus logros como ingeniero. Pero con el paso del tiempo, fue su trabajo como otro empleado más lo que dejó huella en una industria que ahora utiliza muchas de las tecnologías a las que dio vida para mejorar la eficiencia y el control de emisiones.

Stempel fue, de hecho, uno de los grandes impulsores del EV1, el primer coche eléctrico de GM. Ese vehículo fue retirado de una forma abrupta en 2000, antes de empezar su producción en masa. Stempel animó ese proyecto de forma indirecta como asesor de Energy Conversion Devices, que suministraba las baterías del EV1. Antes de morir pudo ver como resucitaba el ingenio con el modelo Volt.

Robert Stempel trabajó en esta última etapa bajo el paraguas de Stan Ovshinsky, uno de los pioneros en el campo de las energías alternativas. En 2007, ambos abandonaron la compañía para crear una nueva firma también orientada a las tecnologías limpias, en este caso el desarrollo de paneles solares ligeros para los tejados de las viviendas, y el año pasado entró en el directorio de la firma tecnológica Envia Systems.

Robert Stempel.
Robert Stempel.REBECCA COOK (REUTERS)

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