Kanouté abre las puertas de Europa

Kanouté, posiblemente el jugador más importante de la historia del Sevilla, volvió a prestar el enésimo servicio a la causa sevillista. Dos saltos majestuosos, dos remates implacables del delantero africano, que ha amenazado con su fin de ciclo, le abrieron las puertas de Europa al Sevilla. No es poca cosa después de una temporada más que irregular clasificarse por octava ocasión consecutiva para un torneo continental, un logro solo al alcance de Barcelona y Madrid en todo este tiempo.

Kanouté, siempre Kanouté, bien secundado por Perotti, desatascó un partido agrio, de mucha pelea y poco juego, que encumbra a este Sevilla descafeinado y sigue manteniendo en el lío del descenso a la Real Sociedad, demasiado tímida, sin recursos en ataque para poder hacerle daño al Sevilla salvo en el tramo final del encuentro, cuando con todo perdido fue valiente y encontró premio con el gol de Aguirretxe. Atenazados por la responsabilidad, ni Sevilla ni Real Sociedad mostraron abiertamente el deseo necesario para ganar el partido una vez que Turienzo ordenara el inicio del encuentro. Hace tiempo que el conjunto andaluz ha bajado mucho su nivel competitivo, y, ahora, plagado de bajas, se plantó ante la Real con más orden que mordiente, con el respeto metido muy adentro y pendiente de los resultados que se daban en los campos de los rivales directos, en especial en el Zaragoza-Espanyol.

La Real, por su parte, tiró de oficio, sin complicarse, con Martín Lasarte ordenando una defensa de cinco y confiando su potencial ofensivo a una andanada de Giezmann o Ifrán. Es lo que tiene llegar a Sevilla medio salvado, sin demasiados apuros.

Sí tuvo acierto el cuestionado Manzano en la colocación de Romaric. El marfileño, un centrocampista sin ritmo pero con una gran pierna izquierda, sirvió varios balones interesantes: fue lo más potable del Sevilla en un primer tiempo más bien discreto. De sus botas salió un balón que Perotti y Alfaro remataron con tino, aunque Bravo, muy ágil, evitó el gol. Dos fogonazos locales que tuvieron respuesta en una internada de Ifrán, quien solo ante Varas envió fuera por muy poco. El empate a cero al descanso reflejaba el miedo de uno y otro equipo, acrecentado en el Sevilla por las molestias físicas que asolaron a Perotti, que se marchó tocado tras una dura entrada de Mikel González.

El extremo argentino continuó en el terreno de juego. Y con él el ritmo cansino de su equipo, cómodo para la Real. Todo lo rompió Kanouté con un gigantesco salto, emergiendo sobre la nube de centrales de la Real para conectar un remate implacable, bien secundado por la salida en falso de Bravo. Aguirretxe puso algo de emoción, pero Negredo, espléndido, estuvo certero en un rechazo.