Tensión inflacionista
Vietnam rebaja sus previsiones de crecimiento y centra sus esfuerzos en frenar los aumentos de precios
Vietnam atraviesa por uno de los momentos económicos más complicados de la última década. El país mantiene la senda de crecimiento sostenida que le ha llevado a registrar un PIB promedio del 7,2% en estos 10 años, pero no puede controlar la inflación, que en abril llegó al 17,51%, el nivel más alto desde diciembre de 2008. Los analistas coinciden en que Vietnam debe poner en marcha de inmediato las reformas necesarias para controlar los precios, lo que se debe traducir en una completa reforma de su estructura productiva.
La economía vietnamita ha sido víctima de su propio crecimiento y no ha podido adaptarse a su nueva realidad. Desde que adoptó el sistema capitalista a mediados de los ochenta, ha crecido a costa de un sector exportador dinámico, responsabilidad de empresas ineficientes que se mantienen en funcionamiento gracias a la fuerte inversión pública. Para mantener su competitividad, el Estado ha optado por un modelo de producción y fabricación de costes mínimos, pero ha dejado de lado el impulso de la inversión extranjera, la cualificación de sus trabajadores y la mejora de sus infraestructuras.
Los precios en abril crecieron un 17,5%, el nivel más alto desde 2008
Cuando ha llegado la crisis, el país no ha tenido capacidad de reacción ante la caída de la demanda mundial y ha elegido devaluar su moneda frente al dólar, hasta en cuatro ocasiones en 14 meses. La última, del 8,5%. Los ciudadanos han optado por refugiarse en el dólar y en comprar lingotes de oro, la única inversión que consideran estable ante el carrusel de cambios que vive el dong. Para rematar, el crecimiento desenfrenado del crédito, que ya llega al 120% del PIB, ha puesto una luz de alarma respecto de los depósitos bancarios.
Vietnam vende barato, pero el dinero que ingresa no es suficiente para cubrir los costes. Esto se ha traducido en que el país dependa en gran medida de las ayudas internacionales y que se dispare el déficit fiscal. Las previsiones del Fondo Monetario Internacional (FMI) indican que en 2011 la deuda pública puede llegar al 52,2% del PIB y que el desequilibrio fiscal se acercará al 4,2% después de registrar un déficit del 4,4% de media en los últimos cuatro años. Por su parte, el déficit por cuenta corriente llegó al 8,4% del PIB en 2010, según los mismos datos del FMI.
Frente a estos datos, el Ejecutivo se ha propuesto realizar profundas reformas mediante la denominada Resolución 11. En ella se compromete a frenar los préstamos, combatir la dolarización y reducir la inversión pública. Además, han reconocido explícitamente que privilegiarán la lucha contra la inflación a cambio de reducir la velocidad de crecimiento. En principio, se han recortado las previsiones de crecimiento para este año del 7% al 6,5%, según dijo el ministro de Planificación en la reunión del Banco Asiático de Desarrollo (BAD), celebrada a comienzos de mayo en la capital vietnamita.
El problema es que, de momento, han fallado los esfuerzos del banco central por reducir la inflación, a pesar de que se ha aumentado sucesivamente el tipo de interés de referencia hasta el 14% actual. Tampoco es una señal de confianza que el Gobierno aumentase los salarios y los precios de la electricidad y los carburantes recientemente. El Ejecutivo responde indicando que la reestructuración económica está en marcha y que cambios de este calado son lentos. La inflación esperada para 2011 es del 12%, mientras que el PIB crecería un 6,8% según el FMI.
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