"Es mi último partido en el Calderón"

Quique Flores fichó por el Atlético el 24 de octubre de 2009 como remedio para un equipo a la deriva en el plano deportivo, con Abel Resino a la gresca con el vestuario, y por las luchas de poder internas entre el consejero delegado, Miguel Ángel Gil Marín, y el presidente, Enrique Cerezo. El técnico capeó el temporal y gestionó al máximo los recursos de que disponía en la plantilla, de tal manera que, contra pronóstico, el Atlético disputó tres finales y ganó dos títulos bajo su mandato: la Liga Europa y la Supercopa europea.

Ayer, mientras recordaba que deja "un legado muy bonito, ninguna tontería después de estar al borde del precipicio y del descenso", Quique anunció su salida del club rojiblanco. Su contrato termina el 30 de junio, pero hace meses que el club le busca un sustituto. "Contra el Hércules será mi último partido en el Calderón. Espero resistir en lo sentimental. Va a ser un día de emociones fuertes ante los atléticos, de los que siempre he dicho que son gente de mirada limpia y que me han dado todo el cariño y el apoyo", apuntó el entrenador, muy hábil a la hora de controlar la agenda y de sintonizar con una grada que le salvó de la quema tras encadenar cuatro derrotas seguidas entre enero y febrero.

Los resultados no impidieron que la hinchada se posicionara a su favor y en contra de los gestores del Atlético. "La reacción de los aficionados nos sorprendió", reconoció Cerezo tras tocar fondo contra el Valencia y quedarse fuera de la pelea por repetir en la Champions. Pese al chasco en el campeonato y la prematura eliminación en la Liga Europa, el respaldo popular permitió a Quique ser el primer técnico que finaliza su contrato en el Atlético desde Gregorio Manzano en la temporada 2003-2004. Desde entonces han desfilado por el banquillo César Ferrando, Carlos Bianchi, Pepe Murcia, Javier Aguirre y Abel con distinta suerte.

El futuro de Quique "no era ningún misterio", como él mismo reconocía desde hace tiempo consciente de que no había cumplido el principal objetivo: concluir tercero en la Liga y clasificarse directamente para la Champions. Un reto mayúsculo en un club que, pese a disponer del tercer mayor presupuesto (120 millones de euros) de la Liga, no concluye entre los tres primeros desde el doblete de 1996. "La Liga Europa es una aspiración sagrada. Parece un fracaso jugarla, pero es importante. Torres se fue sin saber lo que era jugar en Europa", se despidió Quique antes de su adiós de hoy al Calderón.