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Crónica:GIR0 | 8ª etapa
Crónica
Texto informativo con interpretación

Contador saca la rabia

El español ataca en el repecho final y logra 17s antes de encarar hoy las largas rampas del Etna

Carlos Arribas

Observando la desolación, la pobreza, del sur de Italia en la posguerra y también su belleza casi salvaje, escribió Carlo Levi que Cristo se detuvo en Eboli, a la altura de Nápoles, más o menos, dejando todo el extremo sur en manos del diablo y del Etna. Décadas después, el Giro, que viaja deprisa deprisa hacia el sur, la vista puesta en las fumarolas que nacen entre las cenizas del Etna, no se paró en Eboli. Ni siquiera pasó por Eboli. Pasó, sí, pero a toda velocidad, los ciclistas en autobús, el resto del Giro en coche o en camión. Es el Giro de las neutralizaciones y los milagros: entre Turín y Messina, ya en Sicilia, de donde parten hoy, hay 1.400 kilómetros. Pese a algunos desvíos tierra adentro y algunos circuitos de más, los corredores han llegado hasta allí tras 1.170 kilómetros en bicicleta (poco más de 28 horas); el resto, a motor.

Volvió a ser el corredor que no calcula porque no lo necesita
"He creído que era un buen momento. He abierto hueco y he decidido seguir"
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Sorpresas y usurpadores

Hay prisa por llegar al Etna, en cuyas rampas, largas, sin fin, como la espiral del trofeo que recibirá el 29 de mayo en Milán el ganador, ha encomendado su espíritu una carrera en la que hasta que ayer se movió Contador no había pasado nada (es decir, nada en la relación entre los favoritos, cuyas diferencias en la general, exceptuando algunas bonificaciones, seguían siendo las marcadas hace una semana en la contrarreloj inicial por equipos).

Contador tampoco se paró, ni en Eboli ni en la llegada a Tropea, en la que se esperaba a los bettinis del momento, a los sprinters que habitualmente convierten un repecho de nada en un trampolín del que salen acelerados. Se esperaba a Ferrari, Gatto y Apollonio. Y los tres aparecieron, pero también apareció, sorpresa, sorpresa, Contador, quien, súbitamente, en dos pedaladas de nada -"sin dudar, sin mirar para atrás, seguro de lo que hacía y convencido", dijo- volvió a ser el Contador de antes, el corredor de la rabia y el instinto, el atacante que no calcula porque no lo necesita, porque sabe que llegará adonde se propone. "He creído que era un buen momento. He visto que he abierto hueco y, nada, he decidido ir hasta la meta", explicó, así de sencillo, sobre su ataque. A 50 metros del final del repecho de 600 metros y saliendo por la izquierda, desde la tercera o la cuarta fila del pelotón, saltó en persecución de Oscar Gatto, que se había escapado 100 metros antes y al que no alcanzó para doble felicidad del joven italiano: ganó la etapa y, encima, siendo segundo Contador, qué grande: "Nunca olvidaré la felicidad de ganar a Contador".

La arrancada del español cogió a todos a contrapié y no solo figuradamente. "Solo me faltó coger a Gatto". Llegó con 5s de ventaja, que, sumados a los 12s de bonificación, le permiten llegar hoy al pie del Etna como el primero de los favoritos, con 1s de ventaja sobre Scarponi y 11s sobre Nibali: el cronómetro, finalmente, se puso de acuerdo con la realidad de la carretera. "Les ha dado bien a los dos", se regocijó Gatto.

El gesto de Contador, aparte de despertar admiración -"¡extraordinario!", dijo Bettini, doble campeón mundial ya retirado; "en poquísimos metros, se ha alzado sobre los pedales y se ha ido"- abrió por sí solo un libro entero de exégesis e interpretaciones. Hay quien dice que fue para responder a un periódico que decía que no estaba bien -su director, Bjarne Riis, alimentó el equívoco: cuando le preguntaron por qué no se había parado a responder a los periodistas en la cima del santuario, el viernes, dijo, para quitarse de encima al preguntón, que "estaba cansado"-; otros, como Lastras, creen que ha sido la respuesta, un poco de su medicina, del de Pinto a los finales en emboscada, como el de ayer, que tanto gustan a los italianos. Contador, como los grandes, no dice más de un acelerón que tiene la grandeza de lo innecesario y que cambia la realidad. El Giro comienza en el Etna, decían todos por la mañana. No; comenzó en Tropea, afirmó Contador por la tarde. Martinelli, el director del Astana, el suyo en 2010, lo explica así: "Contador no necesita atacar. Según pase el tiempo, los demás se irán agotando y él seguirá fuerte. Así ganará". Sin pararse.

Octava etapa (Sapri-Trotea, 217 km): 1. O. Gatto (Ita. / Farnese Vini), 4h 59m 45s. 2. A. Contador (Saxo Bank), m. t. 3. A. Petacchi (Ita. / Lampre), a 5s. General: 1. P. Weening (Hol. / Rabobank), 28h 9m 49s. 5. A. Contador, a 13s. 7. P. Lastras (Movistar), a 22s.

Alberto Contador, ayer por las calles de Tropea.
Alberto Contador, ayer por las calles de Tropea.FRANK FAUGERE (AP)

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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