Gondomar, cogollo de corrupción
Acaba otro mandato con la espinosa cuestión urbanística sin resolver
El informe previo de la Xunta a la aprobación inicial del plan general de urbanismo echa por tierra la propuesta del actual Gobierno de tránsfugas de Gondomar, con lo que anula el objetivo primordial que justificó la moción de censura contra el BNG hace dos años, pero hay dos detalles que trasladan la contumacia de los tránsfugas en la tónica de opacidad, confusión y corrupción que ha determinado la política municipal de los últimos años: apenas existe diferencia de colores en los planos entre ámbitos colindantes, las tramas de las zonas verdes no se corresponden con las indicadas en la lectura de los mismos planos, "figuran abreviaturas de varias categorías [de suelo] en las mismas zonas, muchas de ellas superpuestas a tramas que no le corresponden" y, en fin, dice otro punto del informe: "No deberá corregirse el documento del PXOM con notas hechas a mano".
La campaña, más ruidosa que nunca, pasa de puntillas sobre los escándalos
17 vecinos piden "acabar con la vergüenza" con un voto responsable
La relación de desafueros de motivación urbanística en Gondomar, reflejados en sentencias judiciales, van desde certificaciones falsas para legalizar obras con la firma de Carlos Silva, a la sazón alcalde (PP), los cuales se trapicheaban en bares del municipio a 500 euros la pieza, hasta la condena por prevaricación, y la inhabilitación subsiguiente, de ese regidor y toda su junta de gobierno, más las que cayeron sobre el portavoz del mismo y el edil de urbanismo por negociar sobornos con promotores a cambio de mejoras en convenios de un plan general en trámite de elaboración.
Todo eso se iba a combatir y erradicar en el actual mandato, y con ese objetivo lo empezó el Gobierno de Antón Araúxo y el BNG. El PP y el PSOE se lo impidieron. Como no dieron resultado sus tácticas de ahogo del Gobierno, a través de la moción de censura. Para volver los tránsfugas a lo anterior, como se ha ido viendo en su gestión y, definitivamente, en el citado informe de la Xunta a su propuesta de planeamiento urbanístico, que obliga casi a empezar de nuevo.
Los tránsfugas principales, el alcalde Martín Urgal y su teniente de alcalde y concejal de Urbanismo, Alfonso de Lis, ya comparecieron al anunciar la moción de censura al BNG con plomo en el ala: su titularidad de edificaciones ilegales -un hotel rural y una nave industrial, respectivamente-, lo que podría haber llevado a inducir su grado de sensibilidad urbanística. Pero, aun a regañadientes, obtuvieron una confianza en aras de la necesaria gobernabilidad que ellos mismos venían impidiendo.
Ahora se ve que no solo no han resuelto nada relevante en la cuestión urbanística, sino que por sus planteamientos en ese ámbito han conseguido poner la Administración local patas arriba: retirada de competencias a la secretaria municipal y a la administrativa responsable de la tramitación de las licencias; su sustitución por un abogado amigo, José Martínez Torea, que les ha facilitado los informes a la carta; sucesivas manifestaciones públicas de protesta, por ese y otros motivos, de la plantilla de empleados municipales y, por acabar, el interés inspector, de nuevo, de la fiscalía y de la Xunta por los indicios de ilegalidad acumulados en esas prácticas políticas.
Tanto despropósito no encuentra parangón en los ayuntamientos de Galicia. Si acaso, una aproximación en Tui, por la confusión del interés público con los empresariales del alcalde saliente y porque ahí también, pese a estar el plan general aprobado, por la villa circulan ahora versiones distintas del mismo mientras la Xunta espera a que pasen las elecciones para certificar los planos definitivos a costa de consumir el plazo para posibles alegaciones o recursos.
¿Por qué en Gondomar?"Ciertas élites locales que han ejercido el poder durante el último siglo, concibiendo el municipio como un coto privado y el Ayuntamiento como instrumento para resolver sus problemas, en los últimos tiempos se reconvirtieron a la economía del ladrillo, a partir de su condición de terratenientes, y siguen con la mentalidad no ya del franquismo, sino de la Restauración", aventura, "con toda modestia", Carlos Méixome, director del Instituto de Estudos Miñoranos. "Lo que ha pasado es de vergüenza para cualquier vecino", añade.
Eso es lo que sienten los 17 que han irrumpido en la campaña electoral, sin adscripción partidaria pero con sus nombres y fotos, en un pasquín-manifiesto que presentarán mañana y que repartirán por todas las parroquias, para expresar su hartazgo e implorar un voto responsable a sus vecinos, convencidos de que son muchos los que se sienten "avergonzados de quienes nos gobernaron estos años".
La campaña de los partidos, salvo la del BNG, pasa, sin embargo, de puntillas y con mucho ruido -despliegues de propaganda y megafonía apabullantes- sobre esa clave de corrupción: sea el promotor camuflado que encabeza la lista del PP; lo más granado del aparato anterior de este partido, que apoya al escindido CDL; De Lis anteponiendo en la lista a un proveedor de materiales de construcción o el PSOE garantizando su reconversión a la honestidad.
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