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Crítica:CLÁSICA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

'Mercedes's Dream'

La primera sesión de Ensems 2011 puso otra vez sobre la mesa viejas cuestiones: ¿Es factible la unión de la música clásica con el jazz? ¿Las indudables influencias recíprocas confluyen hacia una verdadera síntesis? ¿Las fronteras se deben a estereotipos culturales o hay algo que, objetivamente, separa ambas músicas?

El primer tema de la noche, Mercedes's Dream, pareció una respuesta de índole afectiva a esas preguntas. Mercedes Rossy, fallecida tempranamente y hermana de Jordi y Mario Rossy, fue una pianista que cultivó tanto el jazz como la llamada música culta. El club de jazz que su hermano tiene en la calle de Sueca lleva también su nombre. La pieza, de Albert Sanz, refinada y melancólica, quiso moverse en ese terreno de nadie. Sin embargo, cuando Alessandro Cesarini y Miquel Asensio (bajo y batería) comenzaron a tocar, aquello adquirió un perfume jazzístico.

'ENSEMS 2011'

Russafa Ensemble & Albert Sanz. Vicent Taroncher (violín), Francisco Llopis (viola), Manuel Santapau (violonchelo) y Emilio Ferrando (clarinete). Obras de Albert Sanz y Jesús Rueda. Centre del Carme. Valencia, 11 de mayo de 2011.

Pasó lo mismo con los otros temas compuestos por el pianista valenciano, a pesar de que la capacidad para tener swing e improvisar de algunos miembros de la banda denotaba todavía cierta bisoñez. La inclusión de timbres no habituales en el jazz -la trompa, por ejemplo- no añadió nada esencial al conjunto, siendo la instrumentación, quizás, el aspecto menos logrado de los arreglos.

En cualquier caso, el trabajo resultó encomiable por su elegancia, concisión y gracia melódica, virtudes que brillaron asimismo en las obras de Jesús Rueda. También tuvieron en común el aire nostálgico que impregnó toda la velada. En el haber de Rueda estaría además el elaborado tratamiento que dio a la sonoridad del clarinete. De jazz, en sus piezas, no había nada. Pero tampoco parecían necesitarlo.

Albert Sanz fue el pianista, y un buen pianista, en las obras de ambos. Posiblemente fuera eso lo mejor de la noche, y lo que más interesa al oyente. Sanz improvisa, tiene swing, tiene el fraseo libre y la concepción rítmica de un músico de jazz y, a la vez, la limpieza de sonido y la capacidad para seguir una partitura al detalle propias de una formación académica. ¿Third Stream? ¿Fusión? No lo parece, al menos todavía. Más bien se trata de un músico capaz de moverse con soltura en dos ámbitos que, hoy por hoy, aún permanecen separados. Aunque quizás algún día se cumpla ese sueño, el sueño de Mercedes.

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