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Elecciones municipales y autonómicas

Campaña de bajo perfil y a contracorriente

El PP apaga la campaña y el PSPV no acaba de movilizar a su electorado

Los noruegos destilan un orujo llamado Aquavit que, según la leyenda, para que sea de la mejor calidad debe embarcarse en una nave que cruce el ecuador. No parece que esa excelencia la vayan a alcanzar los principales partidos politicos valencianos, que hoy alcanzan el ecuador de la campaña sin llamativas promesas electorales y, aparentemente, sin haberse movido de las posiciones que les adjudicó la última encuesta del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS).

El PP llega como quería, con una campaña plana pensada fundamentalmente para movilizar a sus militantes y extremando el mimo a la figura de su candidato, Francisco Camps. El presidente de la Generalitat se ha movido durante la primera mitad de la campaña electoral con suma cautela. Ha eludido las preguntas de los periodistas y ha evitado realizar cualquier promesa que suponga un compromiso de gasto que, difícilmente, podrá asumir la Generalitat en su actual estado financiero.

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Camps sí ha buscado actos potentes con dos colectivos, el empresarial y el mundo de la cultura, en los que su gestión ha estado, probablemente, más cuestionada. Actos en los que ha demostrado la capacidad de convocatoria de un PP que mantiene mayorías hegemónicas en gran parte del territorio. El optimismo de los populares, además, ha ido creciendo a medida que pasaban los días, los buenos sondeos electorales se mantenían y las protestas contra la corrupción no contaminaban los actos programados.

Por su parte, los socialistas valencianos pelean por movilizar el desencanto. Reman contracorriente desde mucho antes de comenzar una campaña en que, a diferencia de los populares, han buscado el apoyo de líderes estatales de su partido, como Alfredo Pérez Rubalcaba, José Blanco, José Bono, Marcelino Iglesias o el propio José Luis Rodríguez Zapatero, cuya renuncia a comparecer a una posible reelección como presidente del Gobierno ha sido un revulsivo de escasos efectos demoscópicos. "Hemos ganado todos los debates", señalan desde la dirección del PSPV-PSOE con el cara a cara de la noche del pasado miércoles en Canal 9 entre Joan Calabuig y la alcadesa de Valencia, Rita Barberá, todavía fresco.

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El candidato socialista a la presidencia de la Generalitat, Jorge Alarte, ha concedido una veintena de entrevistas a todo tipo de medios de comunicación frente a un simulacro pactado y autocensurado que ha protagonizado el candidato del PP, Francisco Camps. Si las del 22 de mayo fuesen unas elecciones en Estados Unidos, sencillamente, Camps no sería una opción presentable, apuntan desde el PSPV-PSOE. Porque no da la cara para responder a las numerosas preguntas sobre una trama de corrupción política que ha afectado a su Gobienro y por su propia imputación judicial, incompatible con cualquier estandar democrático mínimamente exigente.

La encuesta del CIS, que constataba la fortaleza electoral del PP la misma víspera del inicio de la campaña, dejó a Alarte con la única opción de ganar en dos semanas el apoyo de ese 20% de electores indecisos o que no se pronuncian, bien por vergüenza ante los escándalos del PP valenciano, bien por enfado con las medidas que Zapatero ha adoptado para hacer frente a la crisis económica.

"Que no se premie la corrupción" es el mensaje que los socialistas van a tratar de enfatizar en el último tramo de campaña mientras sus estrategas reconocen que es difícil evaluar cuál será el auténtico alcance del debate político en Internet y en las redes sociales.

Se trata de una incógnita de gran trascendiencia para la Coalició Compromís, muy activa en el tercer espacio digital. En ese y en otros sentidos la campaña es un "laboratorio", en expresión de la diputada Mònica Oltra, para la coalición valencianista, verde y de izquierdas que encabeza Enric Morera. Una coalición que se enfrenta a un viejo problema: cómo superar la barrera del 5% con una notable implantación y acogida en las comarcas y un escaso reflejo social en las grandes ciudades.

Los problemas para ubicar la marca de Compromís son inversamente proporcionales a las ventajas que Esquerra Unidad del País Valencià obtiene del descontento de sectores de izquierda ante la política de Zapatero. Con el viento a favor, la organización que lidera Marga Sanz aspira a recuperar un espacio institucional en el que se había visto muy mermada por las crisis que la fragmentaron hace unos años. La referencia a las siglas de Izquierda Unida y la presencia reiterada de Cayo Lara en los actos más importantes de la campaña son sus opciones. Al único diputado en el Congreso, Gaspar Llamazares, le reservan actos de otro nivel, como los de hoy en Castellón y de esta noche en Mislata. Mañana el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, protagonizará el acto central de los socialistas en la plaza de toros de Valencia. El mismo escenario que ocupará el martes Mariano Rajoy con el PP.

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