¿Cuánto vale una ría?
Ya están. Ya estamos en elecciones municipales, se volverán a elegir las corporaciones locales. También las Diputaciones, no lo olvidemos, porque las Diputaciones siguen ahí sin que nadie pueda explicar su utilidad cuando ya hay administración autonómica y concellos. No sabemos su utilidad pero sí para que sirven, lo sabemos cuando vemos cuán eficazmente asfixian a toda una provincia, como en Ourense. Pero cada proceso electoral es un dilema distinto para la sociedad, en este caso está claro que tanto la dureza de la crisis y sus consecuencias entre nosotros como la política de la derecha plantean un plebiscito: si la ciudadanía quiere que siga este Gobierno o si quiere que convoque elecciones anticipadas para que, previsiblemente, entre a gobernar la derecha. Como nosotros vivimos eso desde Galicia, aquí hay un factor específico, la existencia del nacionalismo gallego. Visto el comportamiento electoral de las últimas décadas parece previsible que, quizá descendiendo algo, el nacionalismo mantenga su presencia: aparte de lo bien o mal que lo haga la organización que lo representa, en la actualidad hay una parte de la sociedad gallega que mantiene su apoyo constante a un partido propio.
Los recursos que tenemos son para rentabilizarlos, pero no saldarlos al primero que pase
En cuanto al plebiscito sobre el Gobierno de Rodríguez Zapatero, puede que la estrategia de la derecha sea tan y tan evidente, que esté apurando tanto a la sociedad, que se vuelva en su contra. Todo su éxito descansa precisamente en que el electorado progresista se abstenga, pero el PP ha puesto muy difícil el abstenerse, pues está claro que una derrota severa del PSOE no sería meramente un castigo a Zapatero, sino una situación política muy delicada no solo para el Gobierno, sino para España misma. En un momento como éste nadie puede desear sino continuidad y que vayamos saliendo efectivamente del serio apuro en que estamos. Nadie puede desear crisis políticas a la portuguesa.
Dejando aparte ese escenario global, unas municipales no dejan de ser unas municipales. Habrá quien vote a una ideología o a un alcalde. También quien aproveche para pasar factura, grande o pequeña. Por ejemplo, el trato a una ría, como la de Muros y Noia, donde la Consellería do Mar ha enclavado unas jaulas de salmón -¿noruegas, suecas, danesas...?- y lo ha hecho contra todos. Contra los marineros de bajura, contra las mariscadoras, contra las cofradías, contra el turismo..., contra la ría misma. ¿Cuánto vale una ría? ¿Lo sabe la empresa noruega, sueca, danesa...? ¿Lo sabe quien dirige la consellería?
Galicia tiene lo que tiene, por ahora y en tanto no lo destrocemos nosotros mismos. Cosa que vamos haciendo con nuestra costa, pedazo a pedazo. Los recursos de todo tipo que tenemos son para rentabilizarlos, usarlos, pero no saldarlos al primero que pase. Ya es hora de hacer un balance de la rentabilidad de las piscifactorías, por ejemplo. ¿Cuánto nos cuestan en subvenciones públicas, cuánto espacio público natural ocupan, cuánto contaminan sin depuración y cuántos puestos de trabajo crean a cambio? No se trata de hacer un juicio previo, sino de poner todos los datos sobre la mesa. Y lo mismo con granjas flotantes de salmón. Una granja experimental que, no se entiende muy bien por qué, es sacada de la Ría de Arousa para plantarla en la de Noia y Muros.
Supongamos que hay una explicación lógica y justa para ello, pero habrá que contar con la aceptación de los habitantes de la ría, especialmente de quienes viven de ella. ¿O no? ¿O todavía se puede hacer las cosas por el capricho de alguien? ¿La ría es de la Consellería? ¿De una empresa noruega, sueca, danesa...? En época de Franco, también aficionado al salmón, echaban a la gente de sus tierras para hacer un pantano mandando a la Guardia Civil, ahora han enviado a una patrullera que casi hunde los barcos de bajura que protestaban por la instalación decretada de las jaulas salmoneras. Y las familias de esos marineros multados ya saben lo que cuesta oponerse a la Consellería y a la empresa noruega, danesa, sueca... Fue toda una lección, la lección de siempre: no son más que modestos marineros, no grandes armadores, solo gente que trabaja y vive de lo que la ría cría. Siempre fue una ría humilde, ya lo era cuando los marineros cantaban "Se o mar fose de leite e Monte Louro de broa..."
Allí, al pie de Monte Louro, el paraje más hermoso y más fecundo, un criadero de diversas especies, han plantado su experimento. Para que los numerosos bañistas de la playa de San Francisco puedan conocer quien manda en ese mar, ni los marineros, ni los vecinos, ni siquera los bañistas, allí manda gente que no tiene por qué dar explicaciones a nadie. O si no, mandarán una patrullera. Toda una lección de democracia en víspera electoral, ¿cómo explicarán en los pueblos de la ría quienes apoyen esa política?
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