Vuelta a la mediocridad

El genio de Rondón y el olfato de Baptista rompieron la progresión del Atlético en los dos últimos meses y catapultaron al Málaga a cuatro puntos de distancia de los puestos del descenso. El grupo de Pellegrini rozó la perfección en la primera parte, en la que secó todos los caminos a Caballero y exprimió los errores de Filipe Luis y Godín. El carril izquierdo rojiblanco volvió a ser un dolor de cabeza para Quique Flores, que tras experimentar poniendo y quitando a los zagueros durante toda la temporada, intercambiándolos en una vorágine en busca de la piedra filosofal, parecía que había encontrado la solución a los constantes regalos de la última línea.

Rondón se encargó de devolverle a la cruda realidad.

El venezolano, que lleva la friolera de 14 goles, un auténtico filón para un equipo tan necesitado como el Málaga, sacó petróleo de los errores tácticos del lateral brasileño del Atlético y de la falta de decisión del central uruguayo. Primero abrió el marcador anticipándose a Godín y cabeceando un centro teledirigido de Gámez. En el segundo gol, un brindis al fútbol de combinación, Rondón lanzó la contra del Málaga: le robó el balón a Filipe Luis, abrió el juego a la banda y el centro de Seba lo cruzó picadito a la red Baptista.

Contrariado, el Atlético no daba señales de vida, con De Gea vendido en cada aproximación y sin la frescura habitual del Kun. Agüero, que había anotado nueve goles en los últimos siete encuentros, no igualó la racha de partidos seguidos marcando con la casaca rojiblanca de Pruden en los años cuarenta y de Forlán hace dos temporadas. El charrúa, otra vez suplente, tampoco arregló el desaguisado. Caballero salvó con dos paradas dos goles cantados suyos. Frente a la falta de juego y de puntería del Atlético, Maresca dio la puntilla final segundos después de entrar por Rondón, aprovechando un despeje de De Gea que la defensa no cubrió. Fue el golpe definitivo a un equipo sin gracia y de vuelta a la mediocridad.