Cuando la política se olvida de los emprendedores
Los promotores de pymes innovadoras, pieza clave en la creación de empleo, se quejan de falta de apoyo institucional
Arriesgan su patrimonio personal, su prestigio según en qué ámbitos es mínimo y, si fracasan, la sociedad les colgará un sambenito. Los emprendedores nunca lo han tenido fácil en España y, sin embargo, convertirse en uno de ellos puede acabar siendo la única solución para muchas de las 4,9 millones de personas que ya engrosan las filas del desempleo. En ese contexto, la mayoría se queja de la ausencia de propuestas para favorecer la creación y la promoción de pequeñas empresas en los programas electorales de los candidatos municipales y autonómicos madrileños.
Un grupo de emprendedores afincados en Madrid demuestra que hay alternativas al funcionariado o a la nómina de empleado. Todos comparten una característica: han puesto en marcha negocios basados en Internet, en las redes sociales y en las nuevas plataformas móviles, inexistentes hace 15 años, como los smartphones o el iPad. A partir de ahí todo es una casuística de trayectorias profesionales, formaciones y tipos de actividad. ¿Cuál es la diferencia con los miles de negocios que caldearon la burbuja de los noventa? "La experiencia", asegura John Wood, que con 20 años fundó una de aquellas empresas que subieron como la espuma para luego volatilizarse. Una década después sigue en la brecha, esta vez con Implicate.org, una agencia de comunicación especializada en instituciones sin ánimo de lucro o con fines sociales o medioambientales. Un sector que se adapta como un guante a las nuevas formas de comunicación surgidas en la Web y las redes sociales, como las campañas virales. "En los noventa nadie sabía qué era Internet. Hoy lo conocemos bien y los modelos de negocio están más refinados. Eso sí, nadie vendrá a darte una financiación colosal para montar una web para mascotas. Para captar fondos de un inversor le tienes que presentar un producto que tenga ya 100.000 usuarios, por ejemplo", añade.
"Con cinco millones de parados, las pymes son las que arreglarán la cosa"
"En España, montas una empresa y empiezas a saltar obstáculos"
Pablo Álvarez, consultor especializado en internacionalización de empresas innovadoras, identifica dos perfiles tipo de emprendedor: "Uno es el joven dinámico, con buena formación académica y algo de experiencia internacional; otro, el profesional con una larga experiencia en una gran empresa".
La opacidad típica de muchos negocios de los noventa ha desaparecido. A veces las ideas son tan sencillas como la venta online de cartuchos de tinta: "En España el comercio por Internet representa solo el 2%, frente al 6% ó 7% de los países escandinavos. Yo creo que habrá un crecimiento exponencial y ese retraso es una oportunidad de negocio", asegura Niklas Gustafson, fundador de Conzumo.com. Además de ampliar su catálogo con productos dietéticos para deportistas, este empresario sueco, residente en Madrid desde 1998, apunta hacia Latinoamérica.
No es el único que está listo para cruzar fronteras. Miguel Ángel Díez, fundador de Redkaraoke.com, se instala en San Francisco a partir de junio para lanzar en todo el mundo su karaoke online, que ya funciona en Estados Unidos y Japón con catálogos de canciones específicos. Sonia Villanueva, fundadora de la firma de diseño e innovación Noneko, también explora la posibilidad de poner un pie en Estados Unidos: "Sería muy útil que se crease allí una incubadora institucional que facilite y oriente a las empresas españolas que quieran dar el salto", indica.
Pero la lista de quejas de los emprendedores es larga. "En España, montas una empresa y empiezas a saltar obstáculos", se lamenta Evelio Perea, fundador de Science Tools, una empresa especializada en el sector sanitario, que ofrece formación y una plataforma de intercambio a médicos, enfermeros y farmacéuticos. La clave es que cambie la valoración social del riesgo: "En Estados Unidos no hay miedo al fracaso: si te va mal, es un activo. Aquí, si emprendes un proyecto y no sale, estás acabado". Gauthier Peyrouzet, socio de Gluly, firma que ha desarrollado un software que permite crear una red social a partir de cualquier web corporativa, cree que no queda más remedio que apoyar a las pequeñas empresas para reducir el desempleo: "Cuando se llega a cinco millones de parados, no va a ser Telefónica la que va a solucionar la situación, sino la pequeña y mediana empresa innovadora. Las instituciones tienen que apoyar la contratación con menores cargas sociales".
Según el informe Global Entrepreneurship Monitor (GEM), que en España coordina la IE Business School, la actividad emprendedora total, calculada como porcentaje de población de entre 18 y 64 años que está involucrada en una actividad emprendedora de reciente creación -hasta 42 meses- se situó en España en el 4,3% en 2010, el nivel más bajo desde que se inició este proyecto en 2000. La cifra es inferior a la media de las economías más avanzadas -un 5,6%- y queda muy a la zaga de países como Islandia (el más emprendedor, con una tasa del 10,6%), Australia (7,8%), Noruega (7,7%) o Estados Unidos (7,6%). "Tiene que haber un cambio cultural, que la gente deje de pensar que te tienes que forrar comprando y vendiendo casas. Estaría muy bien que se crease un fondo de inversión con aportaciones de mil euros de madres, por ejemplo. Tenemos que dejar de ser paseadores de turistas. Pero esto no va a surgir de un movimiento ciudadano: tiene que venir de arriba", clama Josu Rebollo, socio de Gluly. Pepe Arcos, fundador de Noneko, apunta a las deficiencias del sistema educativo: "La formación en nuevas tecnologías es escasa. Además, el diálogo entre la Universidad y las empresas es inexistente. En Estados Unidos, Stanford está metida en el capital de muchas empresas".
Sobre todo, la escasez de financiación es el principal freno a la creación de empresas. "Estamos a años-luz en captación de fondos e inversores", señala David Moreno, consejero delegado de Impok, una red social financiera que permite a sus participantes compartir sus carteras de inversión. "Se tira de las 3F, Friends, Fools and Family [amigos, tontos y familiares] en la primera ronda de financiación y, a partir de ahí, es dificilísimo conseguir más", añade. El incipiente desarrollo de las firmas de capital riesgo en España se desbarató con la crisis financiera de 2008. Ese año, este tipo de inversión alcanzó en España su máximo histórico, 426 millones de euros; en 2010 tan solo llegó a 218,6 millones de euros. Tampoco abundan los business angels, inversores dispuestos a impulsar proyectos innovadores.
Conclusión, los emprendedores españoles se financian por vías más precarias. Todos emplean sus ahorros, algunos sus finiquitos y, muchos, las 3F. "Muchas de estas empresas innovadoras quieren abrirse a Estados Unidos, no solo por el mercado, sino por la visibilidad que ganarían ante las firmas de capital riesgo", señala Álvarez.
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