Weidmann seguirá la línea dura de Weber al frente del Bundesbank
El nuevo presidente del banco central alemán pide la retirada de estímulos
El nuevo presidente del Banco Central alemán (Bundesbank), Jens Weidmann, tomó ayer posesión de su nuevo cargo en Fráncfort. Weidmann anunció en la capital financiera de Alemania y de la eurozona que seguirá la línea dura antiinflacionista de su predecesor en el puesto, Axel Weber. El presidente más joven que ha tenido el principal de los 17 bancos centrales del euro abogó, además, por la supresión gradual de las medidas de estabilización de los bancos por parte del Banco Central Europeo (BCE).
En presencia del presidente del BCE, Jean-Claude Trichet, y del ministro de Hacienda alemán, Wolfgang Schäuble, Weidmann alertó sobre los "efectos secundarios" que podría reportar la prolongación de las medidas de estabilización financiera aplicadas desde que comenzó la crisis económica y financiera.
Es el más joven entre los responsables que ha tenido la institución
Weidmann, que como presidente del Bundesbank tendrá un asiento en el Consejo de Gobierno del BCE, se alineó con su antecesor Weber en las críticas a la compra de deuda pública por el eurobanco. Mirando a Berlín, se distanció expresamente del Gobierno de la democristiana Angela Merkel, asegurando que se comprometerá "con todo el empeño" en mantener la independencia del Bundesbank.
Salía así Weidmann al paso de las críticas que lo consideran demasiado próximo al Gobierno de Merkel y Schäuble. A sus 43 años recién cumplidos, el doctor en Económicas lleva cinco en Berlín como asesor y sherpa de la canciller. El ministro Schäuble defendió ayer su nombramiento asegurando que su estancia en Berlín fue solo "una cesión del Bundesbank", donde Weidmann ya había trabajado entre 2003 y 2006 bajo las órdenes de Weber. Weidmann replicó que vigilará la política fiscal del Gobierno desde su nuevo puesto. Pidió al ministro que aproveche el auge económico y fiscal de Alemania para reducir el déficit "cumpliendo la función de dar ejemplo entre sus socios europeos". La continuidad en la planta noble del Bundesbank alcanza al mobiliario, que Weidmann quiere conservar intacto.
Desde que fue nombrado jefe del Departamento IV ("política económica y financiera") de la Cancillería federal a los 37 años, la influencia de Weidmann en las decisiones de Angela Merkel ha sido considerable. Su prueba de fuego fue la crisis de 2008 y 2009, en la que fue el arquitecto de los fondos de rescate bancarios y de los paquetes de ayuda a las empresas afectadas por la crisis. El éxito de estas políticas fue notorio: tras hundirse un 4,7% en 2009, el producto interior bruto (PIB) alemán creció un espectacular 3,6% en 2010.
Cuando se disponía a dar un parte de crisis, Merkel nunca se olvidaba de su escudero con pinta y maneras de empollón. No solían faltar miradas al impasible Weidmann, siempre presto a dar el número o el porcentaje que en ese momento se le escapara a la canciller. El joven tecnócrata carece de afiliación política y, aparte de su amabilidad flemática y distante, su cualidad más llamativa es que no llama nada la atención. El rubio Weidmann es una especie de réplica masculina de la propia Merkel. Su ya exjefa lo ha premiado con la presidencia del Bundesbank, en la que el que hasta hace unas semanas fuera su asesor más próximo tendrá que demostrar cada día la independencia a la que aludió varias veces ayer. Tras brillar entre bambalinas, ahora le han dado un papel protagonista para los más que probables dramas financieros que se cuecen en Fráncfort.
Weidmann recoge el testigo de Weber cuando aún se especula sobre quién será el próximo presidente del BCE. Hasta su sorprendente renuncia en febrero, el candidato de Merkel era Weber. Muy contrariados por su decisión, Merkel y Schäuble decidieron poner a Weidmann en el Bundesbank y, según todos los indicios, apoyar al italiano Mario Draghi para que presida el BCE a partir de octubre.

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