"El Madrid, como los toros: solo valen los títulos"

Todo empezó en Tánger, su tierra, en la esquina de la calle de México con la de Holanda, cuando era una adolescente de 12 años en el seno de una familia desestructurada. Bibiana Fernández iba al bar Serafín acompañada de su tía para encontrarse allí con su padre y ver con él los partidos de fútbol. El fervor por el balompié, y concretamente por el Madrid, se arraigó entonces con la inquebrantable fuerza de los buenos recuerdos. "Yo solía ir al Serafín para ver a mi padre. Le quería mucho. Él paraba allí con el taxi para hacer el cambio de turno. Como no teníamos tele, veíamos en el bar los encuentros. Allí vimos la Copa de Europa de 1966. Es mi primer recuerdo importante de fútbol. Ya entonces me gustaba el cine. Era fantasiosa, pero no me pude abstraer de la catarata de emociones que provocaba el fútbol y me aficioné como una loca".

Optimista y luchadora porque sí, Bibiana aseguraba horas antes de la final de la Copa del Rey que su Madrid podía dar una sorpresa al Barcelona. "En un partido así no hay favoritos. Yo confío en los deseos y en Mourinho. Él juega a ogro, pero lo hace para ejercer de pararrayos. Es su manera de proteger al equipo". Con ese aire serio y circunspecto que le hace tener un aire al Bill Murray de Los cazafantasmas, el técnico portugués es, como poco, digno de estudio por cualquier amante de la interpretación. "Todo en él es intencionado. Pero yo solo sé que todos los jugadores que han trabajado bajo sus órdenes hablan bien de él. Y eso no suele ser una casualidad. Quizá su esquema de juego no sea el que más me gusta, pero es un ganador nato y, además, no me parece un tramposo. Quizá no tiene el sistema alegre y vistoso del Barça, pero es un buen entrenador. Los madridistas estamos bajo la dictadura de un equipo histórico y ante eso es muy difícil encontrar nuestro espacio, pero el rigor nos ayudará. Y con el rigor vendrán los títulos. Y, ya se sabe, el Madrid es como los toros: solo nos valen los títulos". La actriz vivió la Copa en Valencia, pero en el teatro Olimpia, en el que interpreta La gran depresión junto a Loles León. Es una comedia sobre dos mujeres en la cincuentena. Dirigida por Félix Sabroso y Dunia Ayaso, la obra convocó esa noche a 500 espectadores que preferían contemplar el tour de force de dos viejas amigas que el de dos viejos enemigos: "Un lujo para nosotras. En ocasiones así intento seguir los partidos como puedo y con discreción. No puedo estar muy pendiente porque entonces soy capaz de gritar gol en plena función y estaría feo, sobre todo con Loles, que es muy del Barça. ¡La que se podría liar! ¡Duelo de titanas!". Ante la posibilidad de verlo en diferido, después de la función, salta: "¿En diferido? ¡Los sentimientos no se pueden tener en diferido!".

Consumidora compulsiva de casi cualquier disciplina, comentarista deportiva durante años en Radioestadio e inconstante practicante de algún deporte -"yo soy salida de caballo, parada de mula"-, Bibiana tiene la memoria llena de trofeos y finales. Recuerda cómo hace más de una década fue capaz de trepar por el tejado de su casa para instalarse una parabólica "a lo Poltergeist" para no perderse los torneos de tenis que cruzaron en el camino a Steffi Graf, Gabriela Sabatini y Conchita Martínez o cómo, hace no tanto, se acercó al jugador turcoalemán Özil en un showroom de ropa de Madrid para decirle lo que piensa: "Estaba con Sergio Ramos. Y me acerqué consciente de que, aunque no sabe español, me entendería perfectamente. Le admiro mucho. Su actitud y polivalencia le convierten en un grandísimo jugador".