"Hay empresarios que están en la ruina y lo han perdido todo"
Ha vivido tres crisis, pero asegura que esta es la más fuerte. Y recuerda cuándo la detectó. "Llegué a hacer vivienda y media diaria, y el año que más hice fueron 500 viviendas, principalmente adosados. Aquello era una locura, un mundo irreal". Eran los opulentos años 2003 y 2004. Sabas García, empresario de la construcción de 57 años de Almoradí (en La Vega Baja de Alicante) llegó a emplear de una forma u otra a 200 personas para hacer frente al fuerte volumen de trabajo que tenían sus dos empresas durante el boom del ladrillo. Eran años en los que faltaba mano de obra, y había que echar mano de obreros de otras provincias y de inmigrantes; tiempos de "o me pagas esto o me voy" con salarios desorbitantes, de hasta 6.000 euros mensuales. Comenta que a veces se pagó más de lo que se podía y que muchos no guardaron. Siempre había urgencia en los plazos de entrega, "pero en el verano de 2007 detecté que ya no había tantas prisas". Ese estío despidió a 40 empleados. "En Navidad de 2008 llega el otro bajón. El volumen de trabajo era menor y las prisas también". Este giro fue más serio y la nómina del empresario se redujo a 40 empleados. "Y en 2009 fue el caos". En abril de ese año cerró sus dos empresas porque la firma para la que trabajaba desde principios de los 90 entró en concurso de acreedores.
"Es un cambio muy brusco, se pasa muy mal e incluso no duermes por la noche", relata el empresario. Pese a las circunstancias, Sabas explica que pagó a todo el mundo y que no debe nada. Además vive en la misma casa desde hace 20 años. Con más aprietos que en los años de bonanza, pero aguantó. "Hay compañeros empresarios que están completamente en la ruina y lo han perdido todo, la casa y todo", lamenta.
Hasta 2010 no logró volver a trabajar y ese año junto a 20 trabajadores ayudó a la empresa con la que trabajó tantos años a terminar unas casas en Almería "para el banco". Fueron cuatro meses, hasta junio. Y llegó otra etapa de inactividad hasta que en febrero de este año empezó a construir un camping "en la zona de Crevillent, uno de los mayores de Europa". "Puedo dar gracias", agrega. Para esta obra ha reactivado una de sus empresas y ha vuelto a contratar a una veintena de personas.
"Hemos tocado el fondo de la crisis sobre la construcción, pero creo que hasta dentro de dos o tres años no habrá un trabajo normal", esgrime. El empresario confía en una "recuperación pequeña" y escalonada: "Primero en las capitales, luego en la costa y después en los pueblos". Aunque también tiene claro que no se volverá a los niveles anteriores. Mientras esto ocurre, describe un panorama complicado en el litoral Mediterráneo y en La Vega Baja, una comarca dedicada a la construcción y a la agricultura, en la que "todo el mundo" trabajaba durante los años buenos. "Ahora voy a la plaza del pueblo y me preguntan si tengo trabajo. En esta zona afecta mucho", reitera. "Hay que esperar que pase un poco el tiempo, pero se hace muy largo", apostilla sin dramas.
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